Jennifer López o Kate Winslet son algunas de las mujeres exitosas que sufren este síndrome que tú también podrías tener
Es conocido comúnmente como 'síndrome del impostor' y limita a muchas mujeres dificultando su progreso personal y profesional.
“Los estereotipos de género interiorizados desde la niñez tienen mucho que ver al respecto. Tradicionalmente se ha enseñado a los niños a que sean fuertes y competitivos, mientras que las niñas debían mantener un perfil bajo, ser cuidadosas y sutiles y apoyar al hombre en sus éxitos profesionales” , Ana Sánchez de Miguel, directora de recursos humanos de Cigna España.
Está claro que los roles predeterminados que se nos otorgan desde edades tempranas tienen una fuerte repercusión en nuestro comportamiento como adultos. Dentro de esta educación inculcada por nuestro entorno familiar, educativo y de amistades se encuentran los 'roles de género' en los que se incluirían todos los ámbitos en los que a hombres y mujeres se nos enseñan unos patrones de comportamiento diferentes.
Qué es y por qué es más común entre mujeres
El conocido 'sindrome de la impostora' reside en este aprendizaje y, según el The Journal of Behavioral Science, afecta a un 70% de los trabajadores, aunque es más común en el género femenino. Consiste en una falta de autoestima con la que inconscientemente se infravalora el trabajo que se realiza o las capacidades para ocupar el puesto de trabajo. Según un informe del Access Commercial Finance los hombres son un 18% menos propensos a sentirse así.
Las mujeres que lo padecen suelen estar en espacios tradicionalmente masculinos por lo que se sienten unas intrusas del sistema y perciben que no deberían estar allí por que no se lo merecen. Esto en muchas ocasiones provoca la necesidad de trabajar más y mejor para poder sentirse merecedoras del reconocimiento y éxito.
Los "espacios masculinos" se construyen en base a la cultura, influenciada fuertemente por las estructuras patriarcales. No hace falta entender esta imposición como un discurso directo en el que te comuniquen explícitamente que ciertos puestos de trabajo son para hombres. Este aprendizaje que configura nuestra estructura mental se produce en ocasiones a cuenta gotas y con razonamiento interno por el entorno que se observa. Así si cada vez que vas a un taller de mecánica las personas que te atienden son hombres o entre los referentes musicales no eres capaz de encontrar a mujeres que destaquen asumes inconscientemente que estos espacios están vetados para nosotras o no son los más adecuados e impondrás un nivel más alto de exigencia a las figuras femeninas que encuentres para que demuestren su valía profesional.
Criando a mujeres exitosas que cuestionan su valía
El sociólogo sociólogo y doctorando en estudios Interdisciplinares de Género de la UAM, Jose A. M. Vela, afirma que “ la socialización diferenciada, por la cual hombres y mujeres son educados en roles distintos y en valores distintos, crea el caldo de cultivo perfecto para que las mujeres sientan de forma masiva el síndrome de la impostora”. A este planteamiento se le suma lo que nos explica Coral Herrera, doctora en Humanidades y experta en Género y Comunicación, aporta que nuestra cultura "nos enseña que las habilidades femeninas no tienen tanta importancia como las masculinas. Por eso hay labores de cuidado, crianza y domésticas que no se pagan, ni tienen valor social, aunque son imprescindibles para la supervivencia”.
Incluso algunas de las mujeres más exitosas del panorama internacional se ven afectadas por esto. Jamás nos imaginaríamos que una persona que ha llegado a vender 70 millones de discos y que se ha coronado como una de las mayores reinas del pop latino puede llegar a sentir que no es buena en lo que hace. Al caso de Jennifer López se le suma otros personajes destacados como la actriz Kate Winslet que confiesa que "a veces me despierto en la mañana antes de ir a un rodaje, y creo que no puedo hacer esto, que soy un fraude” o la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, que comenta que " me despierto con la sensación de ser un fraude, no estoy segura de que deba estar donde estoy”.
Sindrome de la "abeja reina"
Otra de las cuestiones que se plantea ante este problema es el individualismo. Algunas mujeres que han conseguido escalar hasta posiciones de poder o espacios tradicionalmente masculinos asumen que sus logros se deben a que son "diferentes" al resto de mujeres" y que las demás no podrías cumplir con su función. La cuestión del asunto no reside en empequeñecer el talento y esfuerzo que seguramente hayan empleado estas personas para llegar hasta donde están, sino entender que el camino que han recorrido es especialmente complicado para muchas mujeres que, al igual que ella, desearían alcanzar sus metas. Por eso es importante comprender la lucha contra este problema como algo comunitario y compartido. Un cambio en el que deberíamos trabajar de manera global, ya que el empoderamiento tiene que ser colectivo y no individual.
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