Cuando la cara se pone roja… no siempre es por rosácea. Puede que sea flushing

¿Sueles enrojecer si tomas comidas picantes, con los cambios bruscos de temperatura o en una situación embarazosa? ¿Sientes como que la sangre se te sube a la cara repentinamente? Quizás lo tuyo sea flushing. Te contamos su tratamiento y cómo distinguirlo de la rosácea o la cuperosis.

El flushing es un enrojecimiento facial transitorio que obedece a múltiples causas
El flushing es un enrojecimiento facial transitorio que obedece a múltiples causas / Istock / istock

El mundo de las pieles rojas puede resultar confuso. El enrojecimiento cutáneo no obedece a una única causa y el éxito de su tratamiento depende de un correcto diagnóstico. La diferencia entre flushing (rubor facial transitorio), rosácea y cuperosis, para el ojo inexperto, no siempre es fácil y se suele caer en ese lugar común de considerar rosácea toda alteración de la piel que nos ponga la cara roja. Lo cierto es que los tres tienen algunos puntos en común que pueden inducir a error. Por ejemplo, todos acusan los cambios bruscos de temperatura, muy propios de este tiempo de interiores muy calefactados y bastante frío en el exterior. “La piel se hace más vulnerable tanto con el frio como el calor extremos. Las altas temperaturas favorecen la vasodilatación de los capilares, y con ello aumentan el enrojecimiento. También, la sensación de ardor y picor. Un gran porcentaje de estos pacientes con los tres trastornos sienten que empeoran en verano, debido al calor y la exposición solar”. Comenta el doctor Josep González Castro, miembro del GEDET (Grupo Dermatología Estética y Terapéutica) de la AEDV.

¿Te ruborizas fácilmente? Padeces flushing

 “Se trata de un enrojecimiento espontáneo, pasajero, sin motivo aparente, debido a una vasodilatación transitoria de los vasos sanguíneos superficiales cutáneos (capilares) y un incremento del flujo sanguíneo. Además del enrojecimiento de la piel se acompaña de sensación de calor”, describe el doctor González Castro, quien puntualiza que conviene distinguir el flushing del blushing o flushing emocional, más conocido popularmente como sonrojo y está originado por ciertas emociones como vergüenza o timidez.

Es una reacción que no podemos controlar y que a veces resulta embarazosa. Normalmente se ve en la cara, pero el flushing puede aparecer en cuello, escote y en la barriga, entre otros, aclara el doctor David Revilla, dermatólogo de la Clínica Dermatológica Internacional (CDI). Y añade: “Lo podemos ver parcheado o confluente. Puede producirse debido a diferentes estímulos como temperaturas altas o bajas, fiebre, comidas calientes o picantes, alcohol, embarazo, el uso de ciertos fármacos y diferentes emociones”. Los típicos sofocos propios de la menopausia son un buen ejemplo de flushing. Aunque normalmente no es una patología, este trastorno puede estar detrás de ciertas enfermedades o tumores y otras veces estar asociado a enfermedades psiquiátricas o neurológicas. También puede tener detrás causas hereditarias.

¿Cómo combatir el flushing?

Según el doctor Revilla, el flushing se puede combatir de diferentes maneras. “Lo primero es corregir la causa interna en el caso de que la haya. Luego, podemos camuflar la rojez utilizando cremas solares con color que tengan correctores verdes para difuminar esa rojez”. También se pueden utilizar cosméticos, de acción refrescante o calmante, que alivien el brote. Eso en cuanto a la corrección, pero ¿se puede prevenir el flushing? Pues aunque surja de forma espontánea y no se pueda controlar, algo podemos hacer. “Existen tratamientos tópicos que cierran los vasos sanguíneos y ocasiones utilizamos fármacos orales con grandes resultados”. La AEDV menciona, por ejemplo, la brimonidina, una crema que evita esta reacción durante unas doce horas. Asimismo, los láseres vasculares y la luz pulsada son grandes aliados para neutralizar estos vasos y disminuir el flushing. Paralelamente, la AEDV recomienda “evitar todos los cosméticos agresivos, que son los que llevan ácidos, como el glicólico o el retinoico, peelings o exfoliantes”. Pero también, añade Pedro Catalá, farmacéutico, cosmetólogo y el fundador de Twelve Beauty, evitar productos que contengan alcohol o fragancias, ya que pueden irritar la piel y empeorar las rojeces. Asimismo, recomienda lavar la cara con agua tibia, ya que las temperaturas extremas pueden afectar la integridad de los vasos sanguíneos; evitar el alcohol y las bebidas calientes porque que pueden dilatar los vasos sanguíneos y provocar rubor facial; evitar los alimentos picantes e intentar gestionar el estrés, puesto que es otro desencadenante habitual del flushing facial.

No confundir

Aunque flushing, rosácea y cuperosis puedan parecer lo mismo hay diferencias que los definen. El primero, como hemos visto, es un rubor pasajero, sin más complicaciones la mayoría de las veces, la rosácea es una afección inflamatoria crónica de la piel del rostro “que cursa con aparición de pústulas, así como pápulas y nódulos inflamatorios con marcado componente eritematoso, que muchas veces se acompaña de otros síntomas como picazón y escozor”, aclara el doctor González Castro.  Estas lesiones inflamatorias además pueden ir asociadas con la cuperosis, y más raramente con el flushing. También se asocia con la piel sensible y/o reactiva.

Aunque se desconoce cuál es la causa exacta que produce la rosácea, el doctor Revilla comenta que su problema de base es un exceso de grasa producido por un aumento de tamaño y función de la glándula sebácea, como en el acné. “Este exceso de grasa hace que la capa superficial de la piel vea alterada su función barrera y por eso parece que la piel es sensible o reactiva a todo”. Asimismo, puede deberse a un aumento del crecimiento de un ácaro de la piel, demodex, que todos tenemos. “Así, veremos que la piel de nuestra cara está más roja, a veces con áreas rojizas en las mejillas como chapetas o también en la nariz”. Para combatirlo será preciso un tratamiento tópico y/u oral, sin obviar unos cuidados básicos de correcta limpieza y exfoliación así como fotoprotección solar.  Aunque no se necesita una hidratación de rutina, según el dermatólogo de CDI, sí es importante aplicar compuestos que reparen la función barrera. “Cuando hay brotes importantes con muchos granos vamos a necesitar en muchas ocasiones antibióticos orales, láseres vasculares o luz pulsada. Y para el control general, y sobre todo el mantenimiento, necesitaremos retinoides tanto tópicos (iniciados progresivamente) como orales para controlar las glándulas grasas y restaurar nuestra piel”, comenta el doctor Revilla. Además, aconseja una alimentación variada, con consumo de frutas y verduras que aportan antioxidantes, y evitar bollería, procesados y otros productos industriales así como consumir alimentos con alto índice glucémico (pan, pastas o cereales) y de hacerlo mejor que sean integrales. Igualmente recomienda no consumir demasiada proteína de leche de vaca y evitar suplementos proteicos en polvo o en barritas. 

En cuanto a la cuperosis, explica el portavoz del GEDET, se trata de una alteración de los vasos sanguíneos superficiales que quedan permanentemente dilatados y se aprecian a través de la piel en forma de filamentos conocidos como telangiectasias o arañas vasculares. Es un fenómeno que empeora gradualmente y suele extenderse. Se manifiesta sobre todo en pieles claras y finas acompañando las pieles sensibles y reactivas. Según el dermátólogo del CDI en estos casos prácticamente el único tratamiento eficaz son los láseres vasculares o la luz pulsada. “Si está asociado a rosácea debemos intentar tener controlada esa patología con tratamientos tópicos, orales y cosméticos”. 

Es más, comenta Revilla, la inflamación crónica de la rosácea también puede producir cuperosis permanente; lo mismo que los episodios de flushing repetidos o cualquier enfermedad, irritación o tratamiento que aumente el crecimiento de pequeños vasos sanguíneos. 

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