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El poder del ejercicio en la lucha contra el cáncer

Profundizamos en el impacto del ejercicio físico en la enfermedad y el bienestar de los pacientes, un tema fundamental que ha ganado relevancia en la atención médica contemporánea.

Para muchas pacientes, el ejercicio físico bajo supervisión médica no solo es seguro antes, durante y después del tratamiento, sino que también se revela como una herramienta transformadora. Este enfoque mejora la calidad de vida incrementa la energía diaria, optimiza el sueño y ayuda a sobrellevar los efectos secundarios del tratamiento

Contrastando con estos beneficios, el sedentarismo puede desencadenar una pérdida en la función corporal y una debilidad muscular que afecta negativamente tanto el estado físico como emocional de las pacientes con cáncer. Estudios respaldan la relación directa entre la actividad física y el riesgo de mortalidad por cáncer, destacando que las personas menos activas tienen un mayor riesgo de aparición de la enfermedad.

En esta edición del podcast Woman Care y gracias a la colaboración de la Alianza MSD – AstraZeneca, nos centramos en la relevancia del ejercicio físico en la enfermedad y el bienestar del paciente, posicionándolo como una herramienta en la lucha contra el cáncer.

Soraya Casla, experta en Ejercicio Físico Oncológico, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y líder de un programa pionero en España diseñado para maximizar los beneficios de la práctica deportiva, se une al testimonio de Carmen Eleta, coach y especialista en inteligencia emocional, además de ser paciente de ASACO (Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario), nos proporcionan mensajes fundamentales que destacan la significativa relevancia del ejercicio supervisado en todas las fases del tratamiento contra el cáncer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido pautas claras, recomendando al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico a la semana para prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles, como ciertos tipos de cáncer. Siempre es necesario consultar a los profesionales sanitarios si se debe o no hacer determinados ejercicios, ya que cada caso es único. Más allá de los beneficios evidentes, incrementar o mantener la actividad física antes del tratamiento del cáncer de ovario puede mejorar significativamente los efectos del tratamiento e incluso reducir las complicaciones de la cirugía. Cada vez más, los médicos incorporan la recomendación de ejercicio físico en sus consultas, reconociendo su impacto positivo en la respuesta al tratamiento.

Los ejercicios cardiovasculares, como caminar, nadar, bailar o correr, son esenciales para mejorar la función cardiaca y pulmonar. Los ejercicios de fuerza no solo fortalecen el cuerpo, sino que también mejoran el equilibrio y la musculatura. Asimismo, los ejercicios de flexibilidad contribuyen al funcionamiento óptimo de las articulaciones, siendo un componente vital en el enfoque integral del tratamiento.


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