Pantoja lo hizo primero: sobre la moda de las cantantes de subir a sus hijos al escenario
Desde Madonna hasta Beyoncé, los iconos del pop han convertido sus conciertos en una celebración familiar. ¿Se han acabado los excesos en el mundo de la música? ¿Han ganado los smoothies a los brindis?
Hubo un tiempo en el que las estrellas musicales se caracterizaban por llevar una vida desenfrenada no exenta de sustancias tóxicas y televisores lanzados por la ventana, pero en la actualidad, nos encontramos inmersos en la era de la industria musical familiar. Desde Jennifer López, que este verano interpretó “A Thousand Years” con su hija Emme, hasta Beyoncé, que ha convertido a su hija Blue Ivy en la bailarina estrella de su gira, ‘Renaissance’ (hay infinidad de vídeos que comparan la evolución de sus coreografías desde su primera vez hasta el cierre del tour), las grandes no paran de subir a sus hijas al escenario, una fórmula que por cierto (y que nadie se nos eche encima por barrer para casa), ya popularizó Isabel Pantoja. Cierto es que la tonadillera lo hizo por motivos más sensibles. Subió a Kiko Rivera el 4 de diciembre de 1985 tras un año apartada de los focos a causa de la muerte del torero Francisco Rivera 'Paquirri', por lo que en su recital 'Reaparición', el debut de su hijo entonando ‘Mi pequeño del alma’ tenía un emotivo significado.
Pero, ¿qué está pasando con esta costumbre de hacer de la familia el epicentro del show? "Es un reflejo de cómo los roles de género han cambiado a lo largo de los años: la expectativa de una madre de estar en casa frente a la de construir una carrera, ya sea como artista o como ejecutiva", asegura a ‘Wall Street Journal’ Verónica Sanjinés, gerente general de Arista Records. "Gran parte de eso ha cambiado, y se trata más de incluir a los niños en su vida que de cambiar toda su vida por sus hijos", añade.
Esta tendencia no sólo está cambiando los shows, sino la forma en la que se organizan las giras y por descontado, el ambiente que se respira en ellas. Ahora los tours emanan una “atmósfera familiar” a la que hay que sumar el cambio de estilo de vida de muchos músicos, que han dejado atrás los copazos para abrazar los smoothies y que han hecho del bienestar su mejor nota musical. Ahora los horarios son rígidos y las fiestas no tienen cabida en las giras, pues muchos viajan con sus familias y ven cada actuación como trabajo, no como una excusa para continuar la noche.
La última en apostar por esta tendencia ha sido Madonna, pues el maravilloso voguing que se ha marcado Estere, de tan solo 11 años, es uno de los momentos más aplaudidos de su gira. Este tipo de apariciones vienen a lanzar un mensaje familiar que es el que ahora se impone, pues en tiempos convulsos, no es extraño que el desenfreno deje lugar a la estabilidad y a los lazos familiares. Por eso triunfan las docu series en las que los famosos presumen de su vida familiar perfecta (por ejemplo, el de Beckham o incluso ‘Soy Georgina’), pues frente a la ostentación y la fiesta, es el calor del hogar el que triunfa. Las cantantes lo saben y por eso, mandan de forma sutil mensajes de cohesión y tranquilidad que funcionan para el público como un bálsamo de calma y confort. Si antes lo habitual era que los cantantes hicieran bromas subidas de tono sobre el escenario, ahora no es extraño que hablen de sus familias y les hagan divertidos guiños, como hizo Pink en un concierto en el que estuvo bromeando con sus hijos, Willow & Jameson. En otro show, la propia Willow cantó junto a su madre.
"El hecho de que artistas suban al escenario a sus hijos no es nuevo. No es un hecho extraño que terminen formando parte de las giras de sus progenitores ya sea cantando, bailando, tocando o incluso trabajando como parte de la crew. Lo que sí es nuevo es el nivel de exposición que se genera encima del escenario, donde tienes a todo el público con grabando con el teléfono y subiendo el contenido en directo. Quizás lo que antes se quedaba con algo casi anecdótico o no se cuestionaba, hoy recibe otro escrutinio por parte de un público que ya forma parte activa de la conversación social gracias a la redes. Exposición temprana a la fama, presión mediática, acusaciones de nepotismo, cuestionamiento de sus capacidades o comparaciones con sus padres son cosas a las que estos chicos se van a tener que enfrentar. Teniendo en cuenta esto, ¿qué razones puede haber detrás de la decisión de subirlos? Pues más allá del amor de madre/padre, entiendo que a nivel marketing es una buena jugada. No sólo para el futuro artístico del vástago en cuestión, gracias a toda esa exposición, sino para generar valor en la propia imagen del artista o por algo tan sencillo como promocionar sus conciertos...", explica a 'Woman' Laura Estudillo agente de prensa de Panorámica Agency.
"Desde luego, ver a un artista de primer nivel con su hijo en el escenario, ya sea participando de manera activa o pasiva, siempre es un caramelo a nivel mediático. ¿Acaso no forma ya parte de nuestra memoria colectiva aquel concierto televisado en el que una sentida Isabel Pantoja le entonaba 'Mi pequeño del alma' a su hijo Kiko Rivera?", añade.
Tras la oleada de conciertos interrumpidos por objetos lanzados por los fans, ahora llega la calma y la paz familiar, cambiando por completo las fórmulas de las actuaciones y haciendo de las drogas y el rock and roll más asalvajado una fórmula obsoleta.
Las nuevas generaciones se caracterizan además por beber menos que las anteriores, por lo que el mundo de la música se está transformando y convirtiendo en un terreno apto para todos los públicos. Por eso, incluso un baile sensual de Aitana despierta comentarios: porque nos hemos convertido en una sociedad cada vez más calmada y puritana que huye de escándalos y busca contenido audiovisual y espectáculos familiares para relajar la mente y confiar en la unión y en la calma.
Confesamos que echamos un poquito de menos los titulares rocambolescos de músicos a los que la noche se les va de las manos, pero reconocemos que es más emotivo ver a las hijas de las cantantes actuar que un aluvión de sujetadores voladores.