Este es el nuevo tratamiento de efecto lifting para quienes odian las agujas y el quirófano

La ciencia ha dado un nuevo paso contra la flacidez con un tratamiento dos en uno de efecto lifting que además mejora la calidad de la piel desde la primera sesión, sin dolor y en 20 minutos. Jessica Simpson ya lo ha probado

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Es lo último en efecto lifting sin cirugía. Este tratamiento, que no necesita quirófano, ni agujas, ni anestesia, ni tiempo de recuperación, ha sido la sensación del último congreso mundial del IMCAS (International Master Course on Aging Science) celebrado en enero en París. Se llama Emface y viene a ser a la remodelación y firmeza facial lo que es Emsculpt Neo a la corporal. Levanta y tensa la frente, cejas y mejillas y redefine la zona mandibular. Jessica Simpson o Rebel Wilson ya han dado fe en sus redes sociales de su experiencia con esta nueva tecnología.

Pero a lo que vamos, ¿Qué tiene esta tecnología que no tengan otros métodos de acción tensora y reafirmante? “Hoy por hoy es la única tecnología que ha demostrado, mediante estudios clínicos, ser capaz de tratar la musculatura facial y con ello producir un verdadero efecto lifting de forma no invasiva, al tiempo que nos permite también, actuar directamente sobre la piel, mejorando la calidad de esta”, resume la doctora Raquel Moreno, especialista en medicina estética y nutrición y directora médica y CEO de Clínica ERES. Y es ahí, en su capacidad para abordar la capa muscular donde reside el quid de la cuestión y lo que marca la diferencia. Porque el envejecimiento afecta a todas las estructuras y para reafirmar el rostro hay que llegar a las distintas estructuras que lo componen. No vale con estirar la piel.

El rostro, explica la especialista, está constituido por una serie de estructuras anatómicas superpuestas, (hueso, músculo, fascias y ligamentos, grasa y piel), que se dan soporte unas a otras. La capa más importante es el hueso y la que determina cómo envejecemos, también lo que nos diferencia a unos de otros. Con la edad ese armazón óseo se hace más pequeño y, en consecuencia, el resto de las capas se vienen abajo. Pero es que además, la musculatura se atrofia: se vuelve más delgada y se alarga. Conclusión: también cae. La capa grasa, que actúa de soporte para la piel, se ve igualmente afectada, como si se diluyese. Y, por último, la piel se vuelve más fina y delgada. En definitiva, la flacidez del rostro es el resultado de un efecto dominó. “Cada una de esas capas sufre su propio proceso de envejecimiento, y el envejecimiento de cada una de ellas provoca el descolgamiento de las adyacentes”. Por eso, señala la doctora, el envejecimiento hay que tratarlo con un enfoque global, en todas las capas.

De esta forma, para abordar la merma de la estructura ósea se suele recurrir a inyecciones de ácido hialurónico de alta densidad, mientras que para tratar la pérdida de grasa se puede infiltrar ácido hialurónico de media densidad. En cuanto a las arrugas, hay un sinfín de tratamientos médico-estéticos, desde la toxina botulínica o los inductores de colágeno hasta distintas tecnologías (láser, radiofrecuencia, ultrasonidos…). Sin embargo, explica la doctora Moreno, para tratar la fascia (tejido conectivo que envuelve los músculos) y la capa muscular había muy poco. Y Emface ha venido a cubrir ese hueco con la tecnología HIFES (estímulos eléctricos de alta intensidad) que actúa sobre el nervio motor y ayuda a la contracción supramáxima, una contracción selectiva de los músculos elevadores que favorece la creación de fibras musculares. Esto es, una suerte de gimnasia pasiva pero intensiva que hace trabajar parte de la musculatura facial. Pero la cosa no queda ahí, porque gracias a su tecnología de radiofrecuencia sincronizada, reduce las arrugas y mejora la textura y suavidad cutáneas.

Concretando, “la ventaja de este método sobre otras técnicas de efecto lifting, es su acción sobre tres tejidos diana a la vez, músculo, fascias y ligamentos y piel, consiguiendo de forma sinérgica un efecto lifting de más del 20%, un aumento del tono muscular del 30%, y una reducción de las arrugas del 37%. Todo ello de forma no invasiva”.  Y añadimos: rápida. Las sesiones duran 20 minutos.

Quienes ya lo han probado aseguran que no duele (tan solo se aprecia una sensación rara, como de presión u hormigueo, que sorprende pero no molesta e, incluso, relaja). Se recomiendan cuatro sesiones, una por semana, aunque, como constatan los estudios clínicos, desde la primera se aprecia el efecto tensor. No solo eso, sino que además permite la incorporación inmediata a la vida cotidiana, “ya que no produce rojez, ni inflamación, ni molestias”. Tampoco requiere ningún cuidado especial ni antes ni después del tratamiento.

Otra de las grandes cualidades de este tratamiento es que puede utilizarse como técnica única, pero también es compatible y complementario a otros tratamientos de rejuvenecimiento, ya sean hilos, infiltrables, miomodulares, láseres, peelings, etc. “Está indicado para cualquier persona con signos de flacidez, pero también para pacientes jóvenes que quieran realizar un tratamiento preventivo”. Es una alternativa más que válida para quienes abominan de las agujas y puede ayudar en cualquiera de las etapas del proceso de envejecimiento. Lo importante, como siempre, es el ojo clínico del profesional para hacer un diagnóstico que determine cuál es la necesidad particular de cada paciente. 

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