Jennifer Aniston sabe cuál es la fórmula para ir elegante en cualquier situación

A Jennifer Aniston rara vez le verás con estampados o con colores estridentes. En su armario parece que solo tienen cabida las prendas lisas en tonos neutros o en negro, su gran favorito. No importa si es para ir a una alfombra roja, para aparecer en un acto promocional o para reencontrarse con sus compañeras de Friends, sus looks siempre cumplen con los mismos requisitos.

Ni siquiera varía demasiado en el tipo de prendas que escoge porque en pocas fotos vas a encontrar en la hemeroteca en las que no luzca un traje, una falda lápiz y una camisa, un mono o un vestido ajustado y un abrigo. Con ellas crea la que es su fórmula mágica para ir elegante en cualquier ocasión, aquella por la que lleva apostando desde hace más de dos décadas porque no le deja margen de error y que tiene una palabra clave: monocromatismo.

En las últimas horas ha demostrado una vez más lo mucho que le gustan estas sobrias pero sofisticadas combinaciones en un mismo color con motivo del inminente estreno en Netflix de su nueva película, la secuela de Murder Mystery en la que comparte protagonismo con el también actor Adam Sandler.

Jennifer Aniston ha vuelto a hacer gala de ese minimalismo tan favorecedor a su paso por el programa de Jimmy Fallon –el mismo show en el que hace unas semanas Shakira lució un look exposivo y aulló como nunca su Bzrp Music Sessions, Vol. 53– con un little black dress firmado por Bottega Veneta que contaba cpm escote asimétrico con original detalle dorado que hace las veces de tirante y sutil drapeado en la cintura, y que guardaba muchas similitudes con otros que había lucido en anteriores ocasiones.

Horas después de su aparición en televisión, Jennifer Aniston continuó con el tour publicitario de la cinta con otro estilismo perfectamente identificable en ella. En este caso era en un suave tono crema similar al que había elegido en un diseño de Celine días atrás durante la la premiére de la película en París.

En este caso se trataba de un vestido sin mangas de cuello cerrado que también jugaba con el drapeado en la parte central y quedaba coronado con una flor a tono en un lateral y que combinó con acierto con un abrigo largo recto y unas sandalias de tacón.

El resultado como se aprecia en ambos casos es un sí rotundo, no solo porque hacen gala de una elegancia sencilla sino porque, además, si algo tenemos claro sobre los looks monocromáticos es cómo son capaces de alargar la figura gracias al efecto de vestir de pies a cabeza de un único color.