Irene Guerrero, el sueño mundial de una niña en memoria de su padre

Nunca un apellido se ajustó más a una persona. Irene Guerrero, integrante de la selección española que este viernes ha debutado en el Mundial de Fútbol Femenino en Nueva Zelanda imponiéndose por 3 goles a 0 al equipo de Costa Rica, afronta su primera Copa del Mundo cumpliendo el sueño de su vida… y el de su familia. Eso sí, Irene jugará con el apoyo de su padre, fallecido durante esta temporada que, desde el cielo, empujará a la niña de sus ojos.

Y es que entender a Irene Guerrero no es posible sin entender a su familia. De entrada, porque sus inicios en el balompié se produjeron a escasos metros de su casa. Irene jugaba en las calles de Sevilla, como cada día. Su padre observaba cómo su hija disfrutaba de su pasión y en esas apareció una de las grandes leyendas de la historia del Real Betis Balompié: Rafael Gordillo. Con una frase convenció a todos: “¿pero qué hace esta niña que no está jugando al fútbol?”. Dicho y hecho.

Irene empezó a jugar en las categorías inferiores del equipo verdiblanco hasta llegar al primer equipo donde se consolidó como una de las estrellas del cuadro andaluz. “Tiene un carácter que le lleva a poder con cualquier cosa”, reconoce María Pry, la que fuera su entrenadora en el equipo verdiblanco. Un espíritu de lucha que no solo se ha forjado dentro del terreno de juego. 

Tanto la madre como el padre de Irene vieron crecer a su hija desde su silla de ruedas. Ambos, sin embargo, le demostraron a su pequeña que en la vida hay que luchar por lo que uno quiere. Recorrieron campos, estadios, pueblos y millones de lugares con el fin de ver a su hija. Y eso que había muchos recintos que no terminaban de estar adaptados a sus necesidades. Siempre que Irene levantaba la cabeza, allí estaban sus padres con un grito de aliento que le permitía hacer un esfuerzo más para salir victoriosa de cada disputa en el verde. 

La vida le llevó a ir dando saltos profesionales. De su debut con la selección, a su fichaje por el Levante y posterior llegada al Atlético de Madrid. De su consolidación en el equipo nacional a la presencia en la Eurocopa del pasado verano y en la Copa del Mundo en la que España aspira a hacer un gran papel. Un camino que siempre ha tenido como referente a las dos personas que forjaron en la sevillana un espíritu capaz de tumbar murallas. 

Este torneo, de hecho, será especial para Irene por muchos motivos. El primero es porque será el primero de este calibre que dispute con la selección. El segundo porque lo hace como una de las capitanas del equipo de Jorge Vilda, algo que para ella es muy importante: “Sigo siendo la misma de siempre. No cambia nada la capitanía. Obviamente no es fácil, pero es una presión que se asume con honor”. Y el tercero porque su padre empujará a la niña de sus ojos del cielo, hacia donde se marchó hace solo unos meses. Esa imagen en la grada estará más presente que nunca en la cabeza de una futbolista que ha tenido un año complicado a nivel de lesiones pero que cuenta con la confianza del entrenador y que esta lista para todo: “Venimos con mucha ambición de poder hacer algo importante”.