Dieta blanda: qué debes tener en cuenta, cuáles son sus beneficios y cómo seguirla de la forma adecuada

Es muy probable que hayas oído hablar de ella y, casi con total seguridad, te hayas visto obligado a seguirla durante un tiempo en alguna ocasión a lo largo de tu vida, pero, ¿realmente sabemos qué es la dieta blanda? ¿Para qué sirve? ¿Cuáles son los alimentos que debemos incorporar? Te explicamos, de la mano de las expertas Laura Jorge, Dietista-Nutricionista, fundadora y directora del centro de nutrición y psicología Laura Jorge y Sonia González, Dietista-Nutricionista del mismo centro, todo lo que necesitas saber sobre este patrón alimentario, los alimentos que están incluidos y los errores más habituales para quienes deben seguirla.

¿Qué es la dieta blanda y a quién está dirigida?

"Se llama dieta blanda a aquella obtenida a partir de la reducción o eliminación de algunos alimentos, así como bebidas, condimentos, aderezos y técnicas culinarias para mejorar la función digestiva principalmente", apunta Laura Jorge. "Recibe este nombre porque los alimentos que forman parte de esta metodología dietoterapéutica se basa en alimentos blandos, de fácil masticación, asimilación y absorción por parte del intestino. Por simplificar podríamos decir que requiere de poco esfuerzo por parte de nuestro cuerpo", apunta la nutricionista.

No es una dieta para compensar excesos, una idea que se ha extendido en los últimos años, sino para combatir virus o patologías digestivas. "El principal ámbito en el que se utiliza es en el área de la patología digestiva y puede aplicarse en diferentes casos; personas con diarreas, estreñimiento, inflamación/hinchazón digestiva tanto de vías altas como de vías bajas, gastritis, vómitos", apunta Laura Jorge, que además resalta la relevancia que ha ido ganando en estos años como dieta impuesta "después de operaciones o intervenciones quirúrgicas donde se presente observar el nivel o tipo de respuesta del paciente a la dieta oral".

¿Qué se puede comer en la dieta blanda? Los alimentos que se incluyen (y los que no)

En esta dieta se incluyen alimentos suaves, fáciles de digerir, exentos de grasas, ácidos, fibra y condimentos. "Los alimentos que sabemos que refuerzan este modelo: patata, arroz, caldos y sopas, cremas, fuentes de proteínas (carne, pescado, huevo), calabacín, judías verdes, zanahoria hervida, manzana asada, pera, plátano maduro", apunta Laura.

"Principalmente, se reducen aquellos alimentos y bebidas que puedan actuar como agentes 'agresores', es decir, que al llegar al estómago o al intestino le suponga mucho esfuerzo o que pueda ser un irritante o un potenciador del estado de inflamación y, por tanto, de malestar", explica. "Se debe evitar en la mayoría de los casos el café y el té, los refrescos y productos ultraprocesados (exceso de presencia de azúcares y harinas refinadas, así como de grasas de mala calidad), las frutas (se optan por algunas más concretas) y verduras más fibrosas (eliminar las verduras más crudas o más duras, como los espárragos o las alcachofas), en algunos casos se limita el consumo de integrales o de legumbres", apunta la experta en nutrición, a la vez que matiza que no hay un patrón fijo y que "la eliminación o restricción siempre se basará en función de estado del paciente, por tanto, no hay siempre un modelo 'exacto' para todo el mundo, ya que hay que tener en cuenta el porqué se aplica este sistema o si puede tener otras alteraciones como intolerancias, alergias, etc.".

Los errores más comunes sobre la dieta blanda

"El error más frecuente siempre suele basarse en no realizar una buena selección de los alimentos más apropiados para cada persona, porque, como he comentado, no existe siempre una certeza que sea igual para dos personas", apunta Laura.

Asimismo, otro de los más extendidos es el tiempo en el que seguimos la dieta blanda. Muchos, como hemos mencionado con anterioridad, deciden seguir esta dieta por su cuenta con el objetivo de hacer frente a los excesos, sin recomendación médica. Un grave error que puede ser contraproducente. "Lo habitual es que este tipo de dieta no supere los 2 o 3 días y poco a poco se vayan incorporando una alimentación más variada con el objetivo de que tu sistema digestivo vuelva a tolerarlo, pero siempre bajo la supervisión de un médico.