Qué es el trauma vicario y cómo nos podemos cuidar de él tras tragedias como la DANA de Valencia
Si tú también te has sentido impotente, ansioso y hasta culpable de lo que estaba sucediendo a cientos de kilómetros de tu casa tras la DANA de Valencia, puede que te haya afectado en forma de “trauma vicario” o trauma secundario. Y es muy importante cuidarse de él.
Lo sucedido hace unas semanas en Valencia, con cientos de muertos y un sinfín de daños de todo tipo, ha supuesto uno de los golpes más duros de nuestro país en cuanto a catástrofes naturales.
Tanto ha golpeado, que no sólo ha sido a los principales dañados, los compatriotas valencianos, sino a todos los demás que hemos vivido el minuto a minuto de la tragedia a través de las redes y los medios. Y esto, también daña. De esto habla la psicóloga y psicoterapeuta Sandra Navó en uno de sus vídeos divulgativos, poniéndole nombre y apellido: trauma vicario o “fatiga por compasión”.
“Los síntomas son similares a los del estrés postraumático”, explica. Y habla de ello precisamente, para recordar lo importante que es cuidarnos de todo este bombardeo de información e imágenes, que a menudo además viene acompañado de bulos y noticias faltas. Todo ello tiene consecuencias, especialmente para las personas más vulnerables emocionalmente. Y te explicamos en qué consiste, cómo identificarlo y sobre todo, cómo cuidarte de este tipo de situaciones.
Qué es el trauma vicario
El trauma vicario, también conocido como trauma secundario hace referencia al impacto emocional y psicológico que sufren las personas al estar expuestas a las experiencias traumáticas de otros. Esto sucede, por ejemplo, en los profesionales de la salud, trabajadores sociales, testigos o comunidades afectadas por eventos o sucesos traumáticos, como los desastres naturales. “También cuando vemos el sufrimiento de otras personas, aunque sea desde lejos y a través de la pantalla, lo sentimos profundamente y entonces experimentamos los efectos emocionales o psicológicos de acontecimientos o experiencias traumáticas”, dice Navó en su vídeo.
¿Por qué sucede y cómo en nuestro cerebro? La psicóloga lo explica a la perfección: “nuestro cerebro está diseñado para conectar emocionalmente con los demás y activa esta empatía profunda a través de las neuronas de espejo, que nos hacen experimentar el dolor ajeno”.
Pero añade que, si bien se activa esta empatía de forma profunda, también hace que se active nuestro modo alerta, “percibiendo el sufrimiento como una amenaza real, lo que desencadena reacciones de estrés y agotamiento emocional”, continua explicando.
La magnitud de lo ocurrido nos ha activado a todos. Nos ha desestabilizado. Nos ha hecho movernos de la comodidad de nuestro sofá, de nuestro radio de confort y nos ha recordado que en cualquier instante, la vida se destruye. Y lo que es peor: nos ha recordado que toda esta destrucción sin igual, ha sido provocada por años de ignorancia a un clima que nos venía avisando de que todo tiene un límite.
¿Cómo identificar los síntomas?
Tal y como decía la psicóloga, los síntomas son similares a los que se puede vivir en un estrés postraumático, es decir: ataques de pánico, falta de concentración, cambios de humor, desregulación del sueño, cambios en el apetito, hipervigilancia…
Y no sólo hay que prestar atención si estás viviendo estos síntomas, sino y muy especialmente, aquellos que ya han vivido algún tipo de trauma o ya padecen trastornos de ansiedad: “si ya tienes antecedentes de trauma, si ya padeces trastornos de ansiedad o alimentarios, es natural que la exposición a desastres como la DANA, te impacten aún más, desregulando tus emociones, reactivando patrones como ansiedad, atracones o que te generen cambios bruscos en tu alimentación”.
¿Cómo cuidarnos en este momento?
Pues bien, llegados a este punto, sólo nos queda ser conscientes de lo que ha pasado y de cómo lo estamos procesando, prestar atención a lo que nuestro cuerpo y mente nos está diciendo y sobre todo, no juzgarnos.
Y así lo recuerda Sandra Davó: “Por favor, no te juzgues, esto no es ni una debilidad, ni un retroceso, sino una respuesta normal de tu cerebro ante un estrés intenso y profundo.”
No invalides tus sentimientos, es importante tenerlos en cuenta. Y si sientes que te desbordan, no dudes en buscar apoyo emocional ya sea en familiares, amigos o profesionales de la salud mental, que no dudarán en brindarte un espacio seguro para ese procesamiento de información y emociones.
Por supuesto, es fundamental LIMITAR el cuándo y cómo consumes noticias. Aunque es importante estar informado, la sobreexposición a imágenes y relatos de desastres puede intensificar el malestar emocional. Establece límites, no consumas esta información antes de dormir, presta atención a cómo reacciona tu cuerpo cuando lees o ves noticias e imágenes de la catástrofe y ajústate.
No te olvides de aquellas pequeñas pero tan importantes actividades o cosas que te hacen feliz: forman parte de tu autocuidado y aquí, es fundamental. Deporte, hobbies, meditación, yoga… no sólo te ayudarán a reducir el estrés sino que te servirán para mejorar tu estado emocional general.
Es abrumador, pero tenemos que aprender a procesar todo lo que nos sucede de forma saludable para poder hacernos más fuertes como sociedad. Y esto, es vital.