Navegando con Sir Richard: nos colamos en los cruceros de lujo más top de la mano del fundador de Virgin
Richard Branson fundó Virgin hace ya 50 años. Su empresa aglutina no sólo la famosa discográfica que le dio renombre mundial. También medios de comunicación, editorial, discográfica, banca, tiendas, diseño, casinos, hoteles, gimnasios, telefonía, línea aérea, bodegas… y hasta vuelos espaciales. ¿Su última aventura? Reinventar la industria del crucero. Aquí las claves de un modelo a seguir.
Todo lo que toca lo hace oro y todo parece hacerlo bien (sin olvidar su compromiso con el planeta, la sociedad… a través de sus fundaciones). Una cuidada imagen, equipos creativos y la constante pregunta de cómo mejorar la oferta existente han sido claves en sus empresas. Virgin Voyages sigue esa estela (marina) y navega por aguas del éxito asegurado. Branson y su equipo han cogido lo mejor de los yates y de la industria hotelera y del entretenimiento y lo han puesto dentro de un barco (de momento tienen 3 “trillizos” y un cuarto nacerá en 2025) para crear un nuevo concepto de cruceros de lujo asequible y contemporáneo.
Ahoy sailor!
Al hacer una reserva en alguno de sus barcos la percepción de la experiencia de viaje es ya distinta frente a cualquier compañía de cruceros "tradicional". Todo se puede reservar a golpe de app (desde tratamientos de spa hasta excursiones en tierra) y todo el viaje puede ser constumizado a gusto del consumidor (pedir toallas, mantenimiento, resolver dudas en chat con alguien "real"...). Ya el lenguaje (aquí no hay huéspedes sino marineros -“sailors”-) lleno de sentido del humor y el diseño gráfico (con ilustraciones rollo vintage) dan pistas del repensado y divertido concepto.
Frente a camarotes fríos y tristes o recargados: color, simplicidad y funcionalidad; donde un gran sofá se transforma en cama (o se queda como cama toda la travesía), la terraza en un chillout con hamaca o el camarote en una escenografía fiestera con luces y música. Frente a espectáculos sacados de una anticuada revista; shows muy currados a lo Circo del Sol en un ambiente desenfadado en el que el público se sienta junto a los artistas o transita a pie de pista donde se realizan coreografías y acrobacias. Frente a un staff ampuloso; complicidad joven e internacional siempre dispuesta a ayudar. Frente a diseño hortera y cuestionable: interiores muy cuidados con camarotes, RockStar Suites (con zona exclusiva de solárium, bar y jacuzzis llamada Richard´s Rooftop), terrazas y restaurantes diseñados por nada más y nada menos que Tom Dixon.
Foodies a bordo
Y hablando de restaurantes, otro tópico desmontado. En un crucero (de Virgin Voyages) se come muy bien. No hay horarios fijos (siempre hay algo abierto, las 24 horas y servicio de delivery en cualquier punto del barco) y no hay un restaurante principal. Existe una zona con puestos en los que desayunar al cualquier hora del día (sí, sean las 9.00 o las 21.00) y lugares en los que servirse o (en cualquier momento) pedir sushi, noodles, tacos, hamburguesas, pizzas o helados pero todo bien hecho y de calidad.
Evidentemente hay experiencias más “formales” (dentro de su informalidad) incluidas en el precio del viaje y para repetir o pedir todo lo que uno quiera (eso sí, el alcohol y los cafés de especialidad se pagan aparte). Desde el restaurante de cocina de vanguardia The Test Kitchen (a la altura de un Michelin de tierra firme) hasta la barbacoa coreana Gunbae pasando por Pink Agave (un mexicano gastronómico con coctelería muy cuidada), el grill The Wake (con carnes a la parrilla como en cualquier buen asador), el italiano Extra Virgin, el mediterráneo-árabe The Dock (con la terraza exterior más bonita del barco o el brunch de Razzle Dazzle son solo algunas de las opciones.
Noche de fiesta
El entretenimiento y las fiestas también son una vuelta de tuerca con sentido del humor. Puede haber desde una sesión de karaoke con una drag queen como anfitriona o una clase de fitness con videos VHS y looks de los 80 (ojo a su equipado gimnasio, interior y exterior, con hasta cancha de basket y ring de boxing en una cubierta al aire libre). Las fiestas nocturnas (y diurnas con DJs, actuaciones en vivo e invitados de renombre -Boy George estuvo pinchando y cantando este mismo mes-) son míticas. La más conocida es la Scarlet Night en el que, hasta la tripulación, se viste de rojo por completo (además de todo el barco que pasa a modo fiesta con luces rojas hasta en el exterior).
El colofón a la secuencia, que transforma todos los espacios del crucero, es la “pool party” en la piscina central en la que bailarines y tripulación acaban bailando en el agua al más puro estilo “beach club”. Otra mítica es la fiesta de pijamas en la que la gente baila sin pudor con batas y camisones. También la fiesta “Studio 72” en la que solo se pinchan temas de los 70 y donde muchos de los “sailors” se visten con la estética de la época. ¿El público? Otra gran diferencia. No se admiten niños (only adults) y la atmósfera es muy transgeneracional, paritaria y diversa. Desde parejas de lesbianas hasta grupos de chicas celebrando un cumpleaños. ¡La diversión está asegurada!
Muy mediterráneo
Además de recorridos por Europa, Norteamérica y el Caribe una de las ventajas de Virgin Voyages es que sus barcos zarpan desde/hasta Barcelona durante varios meses al año incluyendo paradas como Ibiza (donde pernocta para poder salir de 'clubbing'), Palma u otras capitales mediterráneas como Marsella o Cannes.
En Marsella un plan es hacerse con una City Pass para acceder a sus visitas imprescindibles como el Museo de las Civilizaciones Europeas y del Mediterráneo (MUCEM) y el paseo panorámico en trenecito; sí, suena turístico pero merece la pena. El “petit train” llega a la Iglesia de Notre Dame de la Garde que domina toda la ciudad. Bajando desde allí y de regreso hacia el centro, el mejor lugar para comer con vistas es el restaurante y la terraza Le Carré del Sofitel Marseille Vieux Port que ofrece comida mediterránea con guiños locales con las mejores panorámicas del famoso puerto viejo marsellés.
En Cannes, además de pasear por el barrion de Le Suquet, hacer compras en su Mercado Froville, caminar por La croissete para hacerse un selfie en el famoso Palacio de Festivales (donde tiene lugar su festival de cine) o ver las tiendas de lujo, dispersas por todo el paseo marítimo, merece la pena hacer una excursión fuera del bullicio urbano. La isla de San Honorato (Isle Saint-Honorat), a pocos minutos en ferry del puerto, es un inesperado y sorprendente remanso de paz con bosques, viñedos, playas solitarias y hasta un monasterio donde comprar los productos de la huerta preparados por los propios monjes en su abadía. Su oficina de turismo ofrece información detallada.
Otro planón es también pasar al día en el recién estrenado La Plage, el club de playa del hotel de lujo Martínez. Con un look muy "french riviera" actualizado (por el interiorista Rémi Tessier, con guiños a las estrellas de cine que han pasado por la ciudad), pero manteniendo el chic francés de neochiringuito, tiene cocina del famoso chef francés Jean Imbert. Gastronomía gourmet playera y de lujo en la que no faltan los mariscos frescos, los pescados de lonja (muy rico el salmonete), las ensaladas... y platos que siempre apetecen junto al mar. Estupenda carta de cócteles además de vinos y champagnes por copas. Ojo a los postres como el milhojas o las islas flotantes (natillas con merengue). Dispone de servicio de hamacas y camas balinesas en su pantalán privado y en la playa.
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