¿De verdad los perfumes con feromonas tienen un efecto afrodisíaco? Los expertos se pronuncian
Crece el interés en las redes sociales por los perfumes con feromonas. La cuestión es si realmente este tipo de fragancias son capaces de despertar nuestro atractivo sexual. Exploramos la tendencia y su efectividad
Según la base de datos de tendencias Exploding Topics los perfumes con feromonas son parte de las metatendencias de productos de feromonas. Se trata de fragancias formuladas con este tipo de sustancias, sintéticas o naturales, que supuestamente aumentan el atractivo de quien las usa. A decir de la citada plataforma el interés de búsqueda de “feromonas”, impulsado por las redes sociales, ha crecido un 184% en el último año. Los productos de feromonas se han convertido en un tema popular en TikTok que bajo el hashtag #pheromones alcanzó este verano más de 282 millones de visitas. El caso es que los fabricantes de perfumes han encontrado en este concepto un filón para reivindicar el poder de seducción de sus creaciones. La idea no es tan nueva, desde hace décadas se habla de la posibilidad de estimular a través de los aromas las zonas del cerebro ligadas al placer. ¿Pero realmente existen los perfumes con feromonas? ¿Podemos despertar el deseo sexual utilizando este tipo de fragancias? Se ha estudiado y demostrado la conexión emocional de los olores, su poder de evocación y su capacidad para afectar a nuestro estado de ánimo. Conceptos como sensualidad y seducción son utilizados por los departamentos de marketing y publicidad como reclamos para la venta de fragancias. Y les funciona. Se ha demostrado que los perfumes puedan generar una respuesta positiva, pero su poder de atracción se debe sobre todo a su agradable olor, no a la inclusión de feromonas. La ciencia aún no ha constatado que añadir estas sustancias a un perfume tenga un evidente efecto afrodisíaco.
¿Qué son las feromonas?
Las feromonas se definen como unas sustancias químicas producidas naturalmente por animales y humanos para influir en el comportamiento y las interacciones sociales. Sin embargo, añadirlas a los perfumes con el fin de potenciar la atracción y el deseo parece que no tiene mucho sentido. “Se trata de compuestos químicos con más o menos densidad dependiendo de si son menos o más volátiles y que se procesan en el reino animal por una parte que se llama el órgano de Jacobson o vomeronasal que tiene que llegar a una zona del cerebro que no existe en los humanos”, explica Laura López-Mascaraque, neurocientífica del CSIC y Académica de Mérito Sillón Orquídea de la Academia del Perfume. “Nosotros tenemos otro tipo de procesamientos para los olores que nos puedan atraer o no, por lo que los perfumes con feromonas no tienen ese efecto en humanos”.
De hecho, el artículo ‘¿Los aditivos de perfume denominados feromonas humanas justifican ser denominados feromonas?’ publicado en 2004 por Science Direct realizaba un análisis de dos estudios que se referían a aditivos de perfumes como "feromonas humanas," y sugerían que estas sustancias pueden incrementar el comportamiento sociosexual en seres humanos. Sin embargo, el artículo establece que en ninguno de los estudios existe un aumento estadísticamente significativo en cualquiera de las conductas sociosexuales de los grupos experimentales. Y concluye: “no hay datos que respalden la afirmación de que las sustancias aumentan el atractivo de quienes las usan”.
¿Existen notas olfativas (naturales o sintéticas) que potencien la sensualidad?
La respuesta no es sencilla, dice Irati Herrero, directora de formación de la Academia del Perfume. “Si atendemos al significado de la palabra sensualidad, una de las acepciones que encontramos en la RAE es la ‘propensión excesiva a los placeres de los sentidos’. Y es evidente, que una de las funciones del perfume a lo largo de la historia ha sido precisamente generar placer olfativo. Por tanto, cualquier nota, dependiendo del gusto del consumidor, puede provocar ese gozo, ese placer, o esa sensación de sentirnos empoderados”.
Todos hemos experimentado, señala Herrero, que según nuestro gusto personal y vivencias, hay olores que nos atraen o nos repelen. A esto, dice, hay que añadir el propio contexto cultural. “El perfume, como elemento creativo elaborado por el hombre, responde a los valores de una época, un lugar y una sociedad concreta. No es lo mismo lo que resultaba sensual en la Europa del siglo XIX que en la de 2023. Los gustos y cánones imperantes en cada época condicionan los significados que se les da a las notas que se usan en perfumería”. Y cita unos ejemplos: según la mitología, de las lágrimas vertidas por Afrodita, diosa griega del amor, por el joven Adonis surgieron las rosas. “Por tanto, es una flor que en culturas que beben de la griega tiene un significado ligado con el amor y la seducción, igual que su fragancia. Por su parte, el Kama-Sutra, en su capítulo 7, desarrolla la importancia y los consejos sobre cómo perfumarse para las artes amatorias”. Esto, afirma la experta, constata que esta relación entre seducción y perfume ha existido en distintas épocas, culturas y lugares.
Por otro lado, una fuente de inspiración de la perfumería es la naturaleza y sus comportamientos, comenta Herrero. “Si observamos las plantas y las flores, veremos que han desarrollado la capacidad de emitir moléculas concretas para que ciertos animales o insectos las visiten y esto incremente las probabilidades de polinización. Quizás por eso, asociamos ciertos olores con lo sensual e incluso con el sexo, porque muy frecuentemente en el mundo botánico y animal las señales olfativas sirven precisamente para reproducirse”.
No obstante, aunque no se haya podido comprobar científicamente el poder afrodisiaco de distintos ingredientes usados en perfumería, la directora de formación de la Academia del Perfume apunta que hay notas que tradicionalmente se han asociado más a la seducción y la sensualidad como el sándalo, el ládano que se quemaba en el altar del templo de Afrodita, el jazmín, las especias y particularmente el azafrán y la vainilla. “En general, se consideran notas sensuales aquellas que se evaporan despacio de la piel, las que tardan en aparecer y desaparecer. Quizás por ese halo de misterio que crea su lenta evolución”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas connotaciones pueden variar dependiendo de la época, el lugar y la cultura a la que pertenezcamos, así como el gusto personal. “En España triunfan los perfumes cítricos mientras que en los Emiratos Árabes gustan los perfumes ambarados con notas opulentas como el oud o almizcle. En Japón tienen más éxito los perfumes sutiles y discretos y en la India abundan los perfumes masculinos repletos de notas florales opulentas como el jazmín, el nardo o la rosa”, apunta la experta.
Por su parte, Nuria Cruelles, perfumista de Loewe y Académica Sillón Narciso de la Academia del Perfume, asocia la sensualidad a las notas gourmand (vainillas) y amaderadas (cedro, sándalo, vetiver...). “Estas familias e ingredientes, además de sensualidad, dan calidez a las composiciones y aportan bienestar, confort y agradabilidad”.
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