¿Por qué nos gustan tanto los perfumes con olor a campo?

Huelen a primavera y a buen tiempo. Son perfumes que apelan en nuestra memoria olfativa a momentos de bienestar ligados al contacto con la naturaleza. Desciframos el olor a campo.

Los perfumes de notas verdes y aromáticas se inspiran en los olores del campo en primavera
Los perfumes de notas verdes y aromáticas se inspiran en los olores del campo en primavera / iStock

Los perfumes tienen un poder emocional extraordinario, y los que evocan el olor a campo, con sus matices verdes y aromáticos, suelen ser un 'must' en primavera. Con este tipo de fragancias sucede algo similar que con las que huelen a limpio. Ambas apelan a un lugar común en nuestros cerebros: el bienestar.

No es de extrañar su popularidad, porque los perfumes que huelen a campo son composiciones que invitan a la evasión, al contacto con la naturaleza y a revivir momentos de expansión al aire libre. Y por eso, porque ejercen en nuestro cerebro como una válvula de escape, nos gustan tanto. Son composiciones frescas y alegres que se inspiran en ese ambiente primaveral de hierba húmeda y tierra mojada, plantas aromáticas, flores silvestres, madera de bosque y de hojas, de las que emana una especie de energía vital.

Los perfumes con olor a campo son olores como muy limpios, muy sencillos. Me evocan sentimientos de libertad, de estar al aire libre, en medio de la naturaleza, donde se destacan los acordes de las plantas aromáticas. Estos perfumes nos despiertan los sentidos, nos traen buenos recuerdos: paseos por la montaña, días de vacaciones… Creo que eso es lo que define realmente el olor a campo. Son fragancias que transmiten bienestar y alegría. No resultan agresivos, son relajantes”. Así los explica Emilio Valeros, uno de los perfumistas de mayor renombre en España y académico de número Sillón Lavanda de la Academia del Perfume.

¿A qué huele el campo?

Pues depende. “Es como el olor de las casas, cada uno (cada campo) tiene un olor propio”; nada que ver el de Galicia con el de Extremadura, por ejemplo. “Cada zona de España te da un olor a campo diferente. El centro, por ejemplo, es muy rico en plantas aromáticas (lavanda, romero, tomillo). En el norte destaca el olor del pino o del eucalipto. El este se caracteriza por los cítricos (limones, naranjas) y en el área de Extremadura o Andalucía tenemos la jara y el ládano (la resina de la jara). Las plantas de cada zona son diferentes”, aclara Emilio Valeros, quien en la actualidad, tras tres décadas creando fragancias -muchas de ellas para Loewe- se dedica, precisamente, a potenciar el desarrollo de los campos de lavanda de Brihuega (Guadalajara) y preservar uno de los ingredientes más utilizados en la perfumería.

Lo mismo sucede con los países: el olor de la campiña inglesa (con matices húmedos) es diferente al de la Provenza (mucho más mediterráneo) o al de un bosque nórdico, más frío y metálico. No obstante, aclaradas las diferencias de lo que puede significar para cada cual el olor del campo según donde viva, los perfumes que apelan a este tipo de olores comparten un objetivo: evocar la naturaleza, decodificar sus aromas y meterla en un frasco. Una reproducción que los perfumistas logran a base de notas aromáticas, verdes o fougère, combinándose entre ellas o integrando otros matices florales o amaderados. Para Emilio Valeros, por ejemplo, el olor a campo de los perfumes mediterráneos se compone fundamentalmente de acordes de lavanda, romero, tomillo y flores silvestres, con notas de salida frescas.

Hay quien asocia el olor a campo al de hierba cortada, pero para Valeros son cosas diferentes. “Yo creo que el olor a hierba es una cosa y el de campo es otra. El olor a hierba se asocia al césped recién cortado. También es esa nota verde que se desprende con el rocío o cuando caen unas gotas de lluvia por la tarde en las montañas de Galicia, Asturias o el País Vasco”. Según este perfumista, las notas verdes puras (de hierba, gálbano o ciprés…) no suelen gustar mucho en fragancias. “Gusta olerlas, pero no ponérselas”.

Pero la magia de la perfumería es que todos los acordes son válidos y las notas verdes, combinadas con otros acordes, pueden conquistar, por su carácter alegre, todos los olfatos. “Las notas verdes aportan una cualidad vibrante, refrescante y energizante a las fragancias. Esta nota fresca recuerda a la naturaleza, evocando el aroma de las hojas, el follaje o el musgo, entre otras facetas vegetales”, tal como las describen en WikiParfum, la plataforma digital dedicada al mundo del perfume. Vent Vert, de Balmain (1947) fue el perfume pionero en dar protagonismo a este tipo de notas verdes en la composición. En la actualidad, esas facetas vegetales más clásicas y conocidas se han empezado a acompañar de acordes modernos como los de la hoja de la higuera o del tomate, también muy afines a nuestros gustos mediterráneos.

Pero si hay un tipo de notas especialmente vinculadas a nuestras preferencias son, además de las cítricas, las aromáticas. “Estas incluyen hierbas utilizadas en la cocina como el romero, tomillo, menta, estragón, mejorana, hinojo, albahaca (que es considerada una nota picante gracias a su contenido de eugenol) salvia y anís; así como el ajenjo, cálamo, angélica y espicanardo con una característica intensamente herbal que se distingue inmediatamente dentro de las composiciones a las que pertenecen”, tal como se expone en Fragrantica, el site especializado en fragancias.

Para recrear el olor a campo, los perfumistas también suelen recurrir a las notas fougère (helecho), un acorde que no se extrae directamente de la naturaleza y que, según Valeros, conecta muy bien con el gusto español, ya que lleva lavanda y geranio, dos olores muy nuestros, con un pequeño acorde chipre. El resultado de este tipo de notas es un olor que recuerda a un bosque verde y húmedo. Nuestro inconfundible Heno de Pravia es un ejemplo de un perfume fougère aromático.

Lo dicho, las fragancias con olor a campo siempre han estado entre nuestras preferidas, por esa dosis de evasión que proporcionan, pero la pandemia las ha impulsado aún más, ya que apelan a ese deseo (durante un tiempo frustrado) de salir y respirar el aire fresco de los jardines, los parques y el campo. Además, esa búsqueda del contacto con la naturaleza se ha ido haciendo más intensa y ha marcado un interés creciente por recuperar los productos naturales. “La gente estaba harta de vacunas, de medicamentos… y hubo un resurgir en la alimentación, como en la perfumería, a apreciar de nuevo los productos naturales (extraídos directamente de la naturaleza)”, comenta Emilio Valeros. “Cada vez hay más firmas que apuestan por hacer perfumes con ingredientes solo naturales. Eso limita un poco la creación, pero se pueden hacer grandes cosas con productos naturales”. Pero matiza: hacer un perfume totalmente natural es inviable. “Si todo el mundo utiliza en sus fórmulas ingredientes naturales, no habría tanta materia prima para hacer tantas fragancias. Lo que pasa es que ahora la investigación está creando moléculas con olores naturales maravillosos, son olores químicos pero que reflejan mucho la naturaleza. Y todo esto está creando esa nueva perfumería”. 

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