Alauda Ruiz de Azúa: “El público ha respondido en taquilla a las películas dirigidas por mujeres”

Nominada a once premios Goya, 'Cinco lobitos' parte como una de las favoritas y ha logrado hacer triunfar una historia sobre cuidados y familias. Algo relevante ya que, como recuerda su directora, “hasta ahora, como sociedad no poníamos en valor los cuidados”

La directora de cine Alauda Ruiz de Azúa, autora de 'Cinco lobitos'.

/ Marechal Aurore/ABACA

Con su ópera prima, Cinco lobitos, Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) acumula once nominaciones a los premios Goya, que incluyen a mejor directora novel y a los cuatro actores protagonistas del filme. Además, Pedro Almodóvar dijo que era el mejor estreno en cine que había visto en su vida. Pero, por encima de premios y piropos, lo que ha conseguido la directora vasca es conectar con el público y poner el foco en los cuidados algo que, considera, “estaba invisibilizado” porque “hasta ahora, como sociedad no poníamos en valor los cuidados”, ni se hablaba de “cómo se generan las dinámicas de los cuidados, del peaje que siempre recae en ellas, del coste emocional que tiene”.

La película fue seleccionada para la Berlinale y pasó también con éxito por el Festival de Málaga, donde se llevo la Biznaga de Oro a la mejor película española el año pasado, el premio al mejor guion y el del público, y la Biznaga de Plata a la mejor interpretación femenina para una Laia Costa extraordinaria, que mucho sorprendería que no se llevara el Goya. La actriz en una entrevista a WOMAN animaba a “reivindicar la figura del cuidador”.

Pero Cinco lobitos sólo ha gustado a la crítica especializada, el público se ha rendido y ha conseguido eso tan difícil de lograr que es el boca a boca. Este filme que habla del cuidado a tus padres y y de la maternidad. Aunque, como recuerda su directora, “no hace falta ser madre o padre para empatizar con la película”. Quizá, sobretodo, porque habla de las familias, algo que todos tenemos y de lo que “no podemos escapar, incluso aunque queramos”, explica Alauda Ruiz de Azúa,“podemos cambiar de pareja, de trabajo, de ciudad, pero no podemos cambiar de familia y creo que todo el mundo tiene cosas pendientes con la suya, quizá por eso la película se sienta como algo muy universal”.

¿Cuándo y cómo nace tu pasión por el cine, y cómo llega ese momento en el que decides dirigir?

Yo no soy consciente de si hubo un momento concreto, fue algo más progresivo. En mi casa desde pequeña siempre he vivido mucho amor por la cultura y, claramente, yo estaba fascinada con el cine, quizá algo más de lo normal. Me interesaba más que a mis amigos y amigas, o que a mi hermana. Eso fue derivando hasta que, ya con 18 años o así, tienes que concretar qué quieres hacer y me di cuenta de que lo que más me gustaba en el mundo era el cine. Podía pasar horas pensando o hablando sobre eso. Y, fui muy ingenua, porque le comenté a mis que que quería ser eso, directora de cine. Lo de cómo llegué a dirigir ya es otro periplo. No era fácil y yo no sabía cómo se hacía, pero el punto de partida fue este.

Con tu primer largometraje, Cinco lobitos, no sólo fuiste nominada para la Berlinale, sino que también arrasaste en Málaga y te ganaste el favor del público. ¿Qué crees que hace tan especial a esta película, qué te destacan la gente que la ve?

Verlo a través de los ojos de la gente ha sido otro de los regalos de la película. Veo que el público ha conectado muy bien con el relato, con todo lo cotidiano, con las contradicciones de ver esta familia imperfecta. Un viaje como muy emocional, pero que juega a ser muy honesto, muy del día a día. Mucha gente sí que me decía ‘esto es la vida, estoy viendo la vida?. Creo que les ha gustado mucho que era un mundo muy cercano. Creo que incluso en la familia más feliz hay contradicciones y preguntas sin resolver y creo que la gente ha conectado muy bien con esto.

¿Cuánto hay de ti misma, de tu experiencia, en Cinco lobitos?

Más que de una experiencia en concreto que me pasara, lo que sí intentaba trasladar era sensaciones o cuestionamientos vitales que yo estaba teniendo en ese momento. Cómo veía yo a la familia, cómo se construye una, o las dudas que tenía como madre. También sentía que estaba cambiando mi percepción sobre mis padres, por el paso del tiempo o una enfermedad… Y esas sensaciones que me parecían profundas y bonitas, intentaba plasmarlas, darles forma en la historia de Amaia [Laia Costa] y Begoña [Susi Sánchez].

¿Cuáles serían los principales males de los que adolecen las familias, lo mejor y lo peor?

Creo que más que males son contradicciones. Veo a las familias como organismos mutantes, con muchas cosas en juego a lo largo del tiempo y creo que, sobretodo, tienen muchas contradicciones muy interesantes. Una de mis favoritas quizá sea por qué con gente a la que queremos mucho, con la que nos hemos criado, de repente hay cosas que nos cuesta muchísimo hablar, cosas que son importantes.

La película habla de falta de comunicación, ¿qué daño nos puede hacer y cómo luchar contra ello?

Siento que las cosas que no hablamos no desaparecen, entonces son mochilas que llevamos y que nos generan soledades o incomunicación. Pensamos que por no hablarlas van a desaparecer y lo que hacer es irse acumulando más y más. Hasta que un día, salen. Hay que hacer el esfuerzo por hablar, pero en la familia y en cualquier convivencia. En el momento en que hablas algo, ya se hace más pequeño, uno se siente como más ligero. También das la oportunidad al otro de poder comprenderte.

Las y los actores de Cinco lobitos están espectaculares, y destaca una extraordinaria Laia Costa, más orgánica, imposible. Os imagino a las dos con el 'cabezón' para casa... ¿Cómo fue el trabajo con ella?

Una de mis mayores alegrías y de las cosas más emocionantes que me llevo es que he tenido el lujo de dirigir a estos cuatro actores. Que los cuatro estén nominados ha sido increíble, para una primera película. Trabajar con Laia es un placer, la verdad. El trabajo con ella fue muy fácil, muy de construcción, en el sentido de estar creando algo con alguien. Es muy bonito ver que las dos compartíamos visiones muy similares sobre las cosas. Es un gusto trabajar con ella porque es una actriz que, aparte de tener una verdad increíble, siento que hace elecciones muy personales, creo que por eso resulta su trabajo tan real. También fue muy divertido, nos reímos mucho y, también, lloramos mucho juntas.

Alauda Ruiz de Azúa y el elenco protagonista de 'Cinco lobitos' en el Festival de Málaga.

/ Jesus Briones

Entrevisté a Laia Costa por Cinco lobitos y le decía que es una película con la que cualquiera –sin importar tu género, o si tienes hijos o no– puede identificarse, en plan 'Cinco lobitos somos todos'. ¿Por qué crees que es tan universal?

Esto es muy bonito escucharlo, que la película deje esa sensación de universal, porque es cierto que la maternidad está presente, pero es como el desencadenante y la excusa para hablar de otras cosas. Es verdad que no hace falta ser madre o padre para empatizar con la película. Creo que tiene mucho que ver con el hecho de que todos tenemos una familia, todos sabemos cómo nuestra familia nos explica en muchas cosas, o aprendemos cómo no podemos escapar de ella, incluso aunque queramos. Yo había una cosa que pensaba mucho cuando escribía el guión, que podemos cambiar de pareja, de trabajo, de ciudad, pero no podemos cambiar de familia y creo que todo el mundo tiene cosas pendientes con la suya y, quizá por eso, esta película se siente como algo muy universal.

Tengo una teoría, a ver qué te parece: muchas y muchos espectadores teníamos ganas infinitas de ver temas así en la gran pantalla, tan cercanos y reales, de los que quizá hablamos menos de los que deberíamos... Como el de los cuidados. ¿Crees que hace falta hablar más de ello en la ficción, te parece importante hacerlo?

Me parece importante, sí. Lo que he descubierto con la película es que había muchas Amaias y muchas Begoñas. Me han escrito después de ver la película o hemos hablado. Me decían mucho algo muy bonito, ’yo sé que no has hecho la película pensando en mi historia, pero yo he visto mi historia’. Y me daba cuenta de que son historias un poco invisibles que, como ocurren dentro de las casas, no hemos contado, de cómo se generan las dinámicas de los cuidados, del peaje que siempre recae en ellas, del coste emocional que tiene. Y creo que no lo hemos contado hasta ahora, aunque cada vez hay más relato y es diverso. No lo hemos hecho porque igual hasta ahora como sociedad tampoco lo poníamos en valor. Lo teníamos como algo secundario, que estaba ahí, que hacía que funcionáramos como sociedad, pero a lo que, sin embargo, no le queríamos dar un sitio. 

Cuando creas una historia, ¿qué te motiva y cómo la investigas y desarrollas, qué temas llaman tu atención?

Yo hasta ahora he escrito cortometrajes, esta era mi primera película y ahora estoy con la historia que espero sea mi segundo largometraje escrito y dirigido por mí. En los dos casos surgen de la intuición y de cosas que primero me tocan en lo personal, y siempre pienso que si a mí me interesa, si siento que hay algo que explorar, algo especial en lo que no se ha puesto el foco, también puede ser que le pase a más personas. Pero es una motivación bastante intuitiva.

Este año creo que por primera vez en la historia, estáis nominadas el mismo número de mujeres directoras que de hombres en los Goya. Vosotras sois más en la categoría novel, pero bueno hay paridad al fin. ¿Qué te parece, cómo lo analizarías y qué sientes al estar haciendo historia?

 Siento que es un momento ilusionante. Hemos descubierto que estructuras y que inercias que no se podían cambiar, o que era complicadísimo hacerlo, hemos hecho este camino y este aprendizaje de que sí que se pueden cambiar. Por cuotas, por la conversación mediática, porque las sensibilidades ha cambiado, porque el público, también, nos ha respondido en taquilla a las películas dirigidas por mujeres. Pero, aunque lo siento como ilusionante, creo que todavía tenemos que ser algo precavidos, ya que estamos hablar de cambiar algo que va a llevar mucho tiempo hasta que haya una igualdad real, aunque cada vez lo tengamos más integrado. Pero creo que, por lo menos, hay motivos por los que ser optimistas.

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