Maternidad congelada: mi experiencia con la vitrificación de óvulos

Congelar óvulos se ha convertido en una opción a la que cada vez más mujeres recurren, pero todavía es un proceso que genera muchas dudas y prejuicios. Esta es mi experiencia contada desde dentro.

Congelar óvulos
Congelar óvulos / iStock

"Ojalá alguien me hubiera aconsejado congelar mis óvulos". Con esta frase tan contundente ponía fin Jennifer Aniston a años y años de preguntas incómodas por parte de cierto sector de la prensa sobre los motivos que la habían llevado a no tener hijos. No es la única, por supuesto, que se enfrenta a la (horrorosa, por otra parte) pregunta del '¿Y tú para cuándo?' cada vez que hay una reunión familiar, porque el tema del reloj biológico sigue siendo una presión social añadida a la que las mujeres nos enfrentamos en la treintena. Pero es que la precariedad laboral, el desorbitado precio de la vivienda y el hecho de que cada vez estamos menos dispuestas a sacrificar nuestra carrera profesional por dedicarnos a criar hijos, hacen que la media de edad para tener hijos no haya parado de subir en la última década (según los últimos datos del INE, pasados los 33 años).

En mi caso, nunca me ha preocupado ni cumplir años ni hacer tick en las casillas que se supone que debemos ir marcando en las determinadas fases de nuestra vida (casarte, tener una hipoteca, tener hijos...), pero la fertilidad no es eterna, y aunque me sienta joven (y lo soy), mis ovarios ya no lo son tanto. La idea de congelar óvulos ya había rondado alguna vez por mi cabeza, sin demasiado éxito, ya que creía que era un proceso frío y complicado por el que no me apetecía pasar.

Sin embargo, en cuestión de un par de meses hubo dos noticias que llegaron a mi vida para que me replantease el tema. En primer lugar, viví aquello de 'cuando las barbas de tu vecino veas cortar...' con un diagnóstico reproductivo poco favorable de una persona muy cercana a mí, y al poco tiempo, uno propio, que vino a dar explicación a muchas cosas, pero que cayó como una losa: "Tienes endometriosis".

Esas dos palabras me hicieron, no solo informarme sobre el tema, sino tomar la decisión de que quería congelar óvulos, más como un 'por si acaso' que como una intención firme de ser madre en el futuro, porque llegado el momento quiero tener opciones.

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Fase 1: Preparación

Una vez que te embarcas en esta aventura lo primero es hacerte los mismos tests que harías en una revisión ginecológica (con ecografía vaginal y citología) y un análisis completo en el que te piden, entre otras muchas cosas, la hormona antimulleriana, que no es otra cosa que una manera de medir tu reserva ovárica. Aquí vino mi primer shock. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI ni yo ni ninguna de mis amigas conociésemos este término cuando es tan determinante en nuestro futuro? David Sánchez Díez, Especialista en Ginecología y Obstetricia de la Clínica Eva de Santa Engracia (el responsable de que yo ahora tenga 16 óvulos sanos, congelados y listos para ser usados cuando yo quiera), me dio la respuesta: falta mucho trabajo de divulgación desde las consultas ginecológicas. "Desde que comencé mi labor asistencial en la reproducción asistida llevo desarrollando programas de difusión sobre la importancia de la vitrificación de ovocitos pues lo considero algo fundamental en el momento actual. Es muy necesario que las mujeres tengan la posibilidad de embarazarse cuando lo deseen y poder elegir desarrollarse profesionalmente sin preocuparse de que su reloj biológico les persiga. La mujer no debería tener que elegir entre desarrollarse profesionalmente y ser madre, tenemos que darles la capacidad de que hagan ambas cosas cuando ellas decidan", asegura.

Este es el momento de resolver todas las dudas que tengáis, y es muy importante que desde el centro de reproducción donde lo hagáis sean empáticos, cercanos y te den todas las facilidades para aclarar todas tus preguntas. Las mías, casi siempre, estaban relacionadas con mi endometriosis. ¿Iba a influir esto en el proceso? Pues sí, aunque yo todavía no lo sabía. "Las pacientes con endometriosis son precisamente candidatas mas que adecuadas para congelar óvulos, ya que es una patología que implica alteración de la calidad de los ovocitos. Cuanto antes vitrifiquemos en una paciente con endometriosis, mejor calidad tendrán los ovocitos que se obtengan", afirma el doctor.

Cuando llegaron los resultados de las analíticas fueron todo buenas noticias: no había patologías más allá de mi endometriosis y mi antimulleriana era buena, así que había llegado a tiempo.

Fase 2: Estimulación

Siendo sinceras, esta es la fase que más me preocupaba, y no solo porque tuviera que pincharme a diario yo sola en la tripa, sino porque pensaba (erróneamente) que iba a ser una montaña rusa de emociones con tanto cóctel de hormonas. He de reconocer que el primer día frente a frente con la aguja y la medicación impresiona, pero al tercer o cuarto día ya estás más que hecha al proceso y no te supone ningún trastorno ni aunque seas aprensiva.

La metodología es muy sencilla, las agujas son finas y cortas y tanto David como su enfermera, Pilar, estaban a un whatsapp de distancia dispuestos a resolver todas mis dudas, así que los días fueron pasando sin sentir nada más que una ligera hinchazón en los ovarios y, eso sí, muchas ganas de hacer pis continuamente. Al sexto día tuve una ecografía y, buena noticia, todo estaba yendo según lo previsto, tenía 12 ovocitos y a partir de ese momento me haría ecografías cada 2-3 días para hacer seguimiento y decidir el día más idóneo para la punción.

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Fase 3: Punción

Llegó el día D. La punción me la programaron a primera hora de la mañana, ya que para realizarla, tu último pinchazo de medicación tiene que ser 36 horas antes de la extracción. Fui tranquila y acompañada, ya que me habían advertido de que el proceso es muy corto, dura unos quince minutos, pero como se hace con anestesia general no es recomendable acudir sola. Todo el personal fue súper amable conmigo y en cada paso del proceso te iban explicando qué estaban haciendo para que yo estuviese relajada y calmada. Una vez que ya estás preparada te acompañan a quirófano, te colocan en la camilla y una vez que te inyectan la anestesia no te enteras absolutamente de nada.

Cuando desperté estaba de nuevo en el box en el que me habían puesto la vía y preparado, y ya acompañada por mi pareja, algo muy de agradecer en esos momentos en los que te levantas desorientada y solo quieres ver una cara conocida.

A los pocos minutos vinieron a incorporarme, asegurarse de que estaba bien y darme el desayuno (como en cualquier otra intervención se tiene que hacer sin haber comido ni bebido nada desde la noche anterior). Una vez que ya estaba bastante espabilada pasó a verme la doctora que me había realizado la punción para contarme que todo había salido bien pero que solo habían podido extraer 7 de los 12 ovocitos (de los cuales solo 5 fueron válidos al final) porque el resto tenían tejido endometrioso. Otra vez la dichosa endometriosis.

Efectivamente, no eran suficientes óvulos. "Lo recomendable en rangos generales es vitrificar entre 12 y 15 ovocitos con pacientes de edades inferiores a 38-39años, pero es cierto que si incrementamos ese número de ovocitos, las probabilidades de conseguir un embarazo posteriormente aumentan. Este es el motivo por el que recomendamos repetir ciclos de estimulación hasta alcanzar un buen número de ovocitos", asegura David Sánchez.

Fase 4: Repetir

Llegados a este punto no estaba dispuesta a rendirme con solo 5 ovocitos, así que siguiendo las recomendaciones del equipo médico decidí probar suerte de nuevo con un segundo ciclo. Así, que esperé dos reglas (el tiempo que me recomendaron para poder empezar una nueva estimulación de forma segura) y me lancé a por un nuevo intento.

Esta vez la medicación fue algo diferente, más centrada en ir a por todas, y aunque sí que noté más molestias durante la estimulación que la vez anterior (hinchazón, el pecho más sensible, algún que otro dolor de cabeza), el resultado mereció totalmente la pena.

Llegué al quirófano con 11 ovocitos y todos ellos pudieron ser extraídos y congelados, los que sumados a los 5 anteriores hacían un total de 16.

Ahora ya tengo una cantidad suficiente para poder ser madre cuando lo desee, y si tú que estas leyendo esto estás pensando en cogelar óvulos, no te puedo recomendar más el proceso, ya que es una forma ideal de asegurarnos el futuro y no tener que depender de ningún reloj biológico. ¿Y hasta cuándo puedes disponer de ellos? "Los óvulos vitrificados no tienen fecha de caducidad, ya que se conservan de forma muy eficaz. Por consenso la edad tope que se ha estipulado es los 50 años pero probablemente veamos cambios en este aspecto durante la próxima década", afirma el doctor.

Dónde congelar óvulos: Clínica Eva Santa Engracia (Calle Santa Engracia, 153, Madrid)

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