Por qué todo el mundo habla de Charlene de Mónaco
La ex nadadora sudafricana ha cautivado a Mónaco con su presencia y su dedicación a diferentes causas benéficas
Nacida el 25 de enero de 1978 en Bulawayo, Rodesia (Zimbabue), Charlene Wittstock inició su camino en el mundo del deporte como nadadora olímpica sudafricana y su destreza en la piscina la llevó a participar en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
Pero fue su conexión con Alberto II de Mónaco lo que capturó la atención del mundo diez años más tarde, cuando anunciaron su compromiso el mes de junio de 2010, marcando el inicio de una nueva etapa para la atleta convertida en princesa. La boda real, en julio de 2011, fue seguida por millones de personas en todo el mundo y desde entonces su historia no ha dejado de interesar a la opinión pública.
Pero más allá de su papel como princesa, Charlene ha destacado siempre por su compromiso humanitario. Fundó la Fundación Princesa Charlene de Mónaco en 2012, centrándose en programas enfocados a promover la enseñanza de la natación y la concienciación sobre la seguridad acuática.
Con su elegancia innata, se ha hecho hueco como icono de estilo en el ámbito de la realeza de Mónaco gracias a que ha sabido fusionar la elegancia clásica de su suegra, Grace Kelly, con toques contemporáneos y siempre recurriendo al minimalismo (prueba de ello es que la hemos visto con vestidos de líneas limpias, colores sólidos y cortes sencillos).
Siguiendo también los pasos de su cuñada y su sobrina, Carolina y Carlota de Mónaco, referentes de estilo mundiales, no ha escatimado nunca en la elección de diseñadores de alta costura.
La hemos visto luciendo creaciones de casas de moda icónicas como Dior, Armani o Akris; y optando siempre por colores sobrios y atemporales (blancos, negros, azules y grises son sus elecciones frecuentes).
Una separación forzada por motivos de salud
Charlene alcanzó su máxima felicidad con el nacimiento de sus gemelos, la princesa Gabriela y el heredero Jacques, en diciembre de 2014. Pero en el verano de 2021, la Familia Real de Mónaco anunció que la princesa Charlene estaba experimentando problemas de salud que requerían tratamiento médico.
Así, se sometió a una operación en Sudáfrica, su país natal, para tratar una infección de oído, sinusitis y agotamiento físico. Tras la cirugía, el proceso de recuperación exigía un período de descanso prolongado, alejándola de su vida cotidiana en Mónaco.
Uno de los aspectos más difíciles de este episodio fue la separación forzada de su marido, el Príncipe Alberto, y sus dos hijos, la Princesa Gabriela y el Heredero Jacques. Además, la limitación de los viajes debido a las restricciones médicas prolongó su ausencia de Mónaco, un desafío emocional añadido del que la prensa estuvo constantemente pendiente y que generó rumores (sobre su relación matrimonial) que nunca llegaron a confirmarse.
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