Este material, muy importante en la electrónica, lo es también para tu piel y tu salud

Puede que suene raro, pero el cobre es un elemento esencial para el buen funcionamiento de tu organismo y un ingrediente cosmético de primera, incluso más potente que la vitamina C, capaz de ralentizar el envejecimiento de la piel o de tratar el acné.

El cobre es un poderoso ingrediente para tener una buena piel y una buena salud
El cobre es un poderoso ingrediente para tener una buena piel y una buena salud / Istock

Utilizado en todo tipo de industrias, desde la electrónica hasta la construcción o la del automovil, este metal dúctil y maleable, excelente conductor térmico y eléctrico es un potente antioxidante también. En efecto, el cobre es un elemento químico tan apreciado para fabricar tuberías, cables o dispositivos electrónicos como para formular cosméticos, con importantes efectos también en nuestra salud. Está en todas partes y aunque suele pasar inadvertido, los antiguos egipcios ya intuían sus bondades cosméticas. La ciencia ha demostrado después que no estaban equivocados y que el cobre puede hacer mucho por nuestra piel.

“Entre los beneficios principales del cobre, están sus efectos cicatrizantes, antioxidantes y antiinflamatorios. Además, es un ingrediente que ayuda a mejorar síntesis de colágeno y elastina”, explica Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD. Es más, a diferencia de otros activos, cualquier piel puede beneficiarse de sus ventajas, incluso las más comprometidas, las acneicas o con tendencia a la rojez.

Otro punto a su favor comenta Sonia Ferreiro, cosmetóloga y biotecnóloga en Byoode, es que los derivados del cobre se pueden combinar con casi cualquier otro activo cosmético, y especialmente con aquellos de función calmante. Además, ayuda a contrarrestar los efectos irritantes de otros ingredientes más potentes, como los retinoides o los hidroxiácidos. “Solo hay un activo con el que no se debe combinar en una misma rutina: la vitamina C”, dice Mireia Fernández, directora técnica de Omorovicza, y esto se debe a que ambos componentes se oxidan y se neutraliza la acción antioxidante que de primeras tienen estos activos.

Las distintas formas del cobre

Existen varias maneras de trabajar el cobre en una fórmula cosmética. Por ejemplo, con sales de cobre o combinándolo con péptidos. “De esta manera, tenemos por un lado opciones como el cobre PCA, que ayuda a asegurar el rendimiento del cobre sobre la piel haciendo que penetre mejor en ella. Es la forma óptima del cobre y ayuda a la cicatrización y a proteger el tejido” aclara Raquel González, que subraya que el cobre PCA puede ofrecer acción antioxidante hasta 40 veces mayor que la vitamina C, considerada como uno de los mejores antioxidantes del sector cosmético.

Por otro lado, añade González, está el gluconato de cobre, que se forma al combinara una sal de cobre con ácido glucónico, lo que permite una mejor penetración y trabajo del ingrediente. Tiene una función calmante, antioxidante y equilibrante de la piel. 

En cuanto a los péptidos de cobre, gracias a su afinidad con los receptores de la piel permiten que el cobre se libere en las células y actúe a un nivel más interno, trabajando sobre todo en la síntesis de colágeno y elastina.

¿Por qué el organismo también necesita cobre?

“El cobre es necesario para producir energía y para el normal funcionamiento de la hemoglobina que transporta el oxígeno, para los huesos y el tejido conectivo de sostén, los vasos sanguíneos, el sistema nervioso central y periférico. También favorece el proceso de absorción de hierro y la activación de ciertos genes”, explica el doctor Vicente Mera, responsable de medicina interna y anti-envejecimiento en SHA Wellness Clinic. El organismo también lo necesita para el desarrollo del cerebro. Pero el cuerpo no fabrica cobre, debe obtenerlo a través de los alimentos.

“Las principales fuentes alimentarias de cobre se encuentran en el hígado, los mariscos (especialmente las ostras), los anacardos, las semillas de sésamo y girasol, el chocolate, el salvado de trigo y los productos integrales, las patatas, los champiñones, los aguacates, los garbanzos y el tofu” comenta el doctor Mera.

¿Pero, qué pasa, entonces, si andamos escasos de cobre? Pues nada bueno. El doctor Mera nos ilustra: los síntomas de la deficiencia de cobre son fundamentalmente debilidad y fatiga acompañados de los derivados de la disminución de las defensas, como fiebre, tos productiva, disuria (molestias o ardor al orinar) o deposiciones más numerosas y de menor consistencia. También pueden presentarse osteopenia/osteoporosis, deterioro cognitivo, ataxia (alteración de la marcha o el equilibrio), dificultad para caminar, hipersensibilidad al frío o disminución de la agudeza visual. En cualquier caso, la manera fehaciente de demostrar un déficit de cobre es medir la concentración en sangre (cupremia) en orina (cupruria) y en heces.

Según Medlineplus, la publicación de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el cuerpo solo necesita una pequeña cantidad de cobre para funcionar. Los requerimientos diarios de este elemento (1 mg/día, de media) varían en función del sexo y la edad. Las mujeres embarazadas y lactantes son las que necesitan más cantidad pero una dieta equilibrada y variada suele ser suficiente para no andar escasos.

Cuando la dieta no es suficiente (que no suele ser habitual), suplementos alimenticios, pero ¡atención con pasarse!. Mejor consultar con un experto, porque en exceso, el cobre puede resultar tóxico. Según el doctor Mera, la suplementación exagerada de cobre puede ocasionar un exceso del metal en sangre. Sin embargo, la forma más sintomática del exceso de cobre ocurre en algunos pacientes con incapacidad para realizar una correcta eliminación hepática debido a un defecto genético (enfermedad de Wilson). En ambas circunstancias (exógenas y genéticas) el resultado es el mismo: acumulación del cobre en el hígado, los núcleos de la base de cerebro y la córnea, ocasionando desde hepatitis y cirrosis hepática hasta movimientos anormales con la marcha o unos depósitos corneales bastante característicos.

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