Todo lo que el iluminador puede hacer por ti a partir de los 50
Te aseguramos que este paso va a convertirse en un imprescindible en tu maquillaje.
Con el paso del tiempo, nuestra piel se va apagando y, poco a poco, va perdiendo su luminosidad natural. Afortunadamente, existen infinidad de productos destinados a devolverle parte de su vitalidad pero, por si esto no es suficiente, el maquillaje nos tiene reservado un ‘as’ en la manga: hay un paso en nuestra rutina ‘beauty’ que puede recrear ese efecto ‘glossy’ que se ha visto mermado con la edad. Estamos hablando, por supuesto, del iluminador, ese producto milagroso con el que conseguiremos rejuvenecer (casi) al instante. Y es que, si normalmente este consigue un resultado de lo más favorecedor, en las mayores de 50, logra restar varios años de un plumazo (o ‘brochazo’, mejor dicho). Eso sí, también debes tener en cuenta que, en el caso de las pieles maduras, lo mejor es optar siempre por la naturalidad, por lo que no es recomendable que ese efecto ‘glow’ quede demasiado artificial, ya que, si así fuera, lo único que conseguiríamos sería enfatizar las líneas de expresión y pequeñas arruguitas de nuestro rostro. Por eso, elegir la textura correcta va a marcar la diferencia. Al igual que ocurre con productos como el colorete o contorno, lo preferible es elegir fórmulas líquidas, en gel o en crema, ya que van a tender a fundirse mucho mejor con la piel. Por el contrario, los polvos, dejan un aspecto mucho más seco y pueden, incluso, acumularse en los pliegues que forman las arrugas (algo que siempre tenemos que tratar de evitar).
Otra de las claves a la hora de utilizar el iluminador, es conocer los puntos en los que conviene aplicarlo y las zonas a las que debes prestar especial cuidado. Y, ojo, porque, para las pieles maduras, estos no van a ser los típicos que vas a encontrar en cualquier tutorial de TikTok. La norma básica, independientemente de la edad, es que debe aplicarse tan solo en las zonas altas del rostro. Con esta premisa, las áreas estratégicas son tanto debajo de los ojos como los pómulos. En el caso de las pieles maduras, la recomendación pasa por restringirlo a la zona del lagrimal –aportando luz a la mirada y un aspecto más descansado– y a los pómulos, aplicándolo un poquito más abajo de lo habitual, ya que, si lo colocamos en la parte superior, marcaríamos las líneas de expresión de los ojos. Algo así ocurre también con los labios, ya que, en vez de aplicarlo por toda la línea superior de estos, lo aconsejable es ceñirse al arco de Cupido.
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