Todo lo que aprendí de mí misma a través del cuidado de mis plantas

No pensé que de mi Maranta o mis cintas podía llegar a aprender tanto... sobre mí misma.

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Siempre me han gustado las plantas. El mundo natural es mi inspiración. Lo bebo desde que tengo uso de razón. Mi madre convertía nuestra casa en auténticas junglas naturales con sus macetas de mil colores y especies y variedades que hacían que un pequeño espacio, existiera todo un planeta. No tuve tanta mano con las mías cuando crecí hasta que durante la pandemia, me encerré con ellas. Apenas tenía 3 o 4 macetas de especies que ni sabía sus nombres y que me habían regalado. Bastante pachuchas. Como todos en aquellos momentos de encierre. Pero fue tan mágico pasar tanto tiempo con ellas que sin duda, me llevé un aprendizaje brutal no sólo sobre lo que necesitan y cómo lo necesitan, sino también sobre mi misma. Y entendí que todo partía de la observación. 

Eva Durán define a este tipo de meditación a través del mundo natural y de las plantas en particular como 'plantfulness' en el libro 'Plantas para ser feliz'.

"Cultivar plantas nos ayuda a desarrollar muchas facetas de nuestra personalidaad, como por ejemplo la paciencia, la observación, la constancia, el respeto por los tiempos de la naturaleza, la celebración de los pequeños logros, la mejora de la autoestima... Cuidar plantas es también un acto de autocuidado y una especie de yoga mental", dice Durán, que afirma con rotundidad que sin duda, las plantas nos mejoran. Y estoy de acuerdo. 

A través de ellas, conseguí profundizar en muchas áreas que tenía descuidadas de mi propia naturaleza y saqué muchas conclusiones.No hace falta ir a darse un baño de bosque o shinrin-yoku, como lo llaman los japoneses. Basta con observar de forma consciente y con atención plena a tu pequeño mundo natural de interior para que te des cuenta de que son capaces de romper tu propia fatiga mental y reponer tu energía. 

Todo parte de la observación

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¿Por qué las plantas nos hacen sentir TAN bien?

Para responder a esta pregunta, Durán recuerda que el ser humano siempre ha estado ligado a la naturaleza durante milenios. Y recuerda un dato escalofriante que ya aportó el medioambientalista Jules Pretty: durante 350.000 generaciones -sí TRESCIENTAS CINCUENTA MIL-, la gente vivió en estrecha proximidaad con la naturaleza y sin embargo, hace muy poco que la gente vive y se aglutina en las grandes ciudades repletas de edificaciones de cemento y color gris: unas 6 generaciones. 

Nuestra vitalidad se ha desorientado entre tanto asfalto y tecnología y ni qué decir sobre el tiempo que pasamos bajo techo. Algunos estudios hablan de que aproximadamente el 90%. Así que rescatar el concepto de la biofilia ha pasado a ser necesario. Este concepto define "la necesidad biológica de los humanos de conectar con la naturaleza. Estamos condicionados genéticamente para que nos guste el mundo natural. Está en nuestro ADN. Del mismo modo que sentimos los beneficios cuando disfrutamos de la naturaleza, nuestra salud sufre cuando vivimos separados de ella", explica Eva. 

No es la única que piensa que esto es absolutamente necesario. Que debemos reposar más en nuestro pequeño mundo natural para volver a conectar con nosotros mismos. También lo cree Nena Von Flow, como así se hace llamar la fotógrafa y divulgadora botánica detrás de @nenaplantsflow y autora del libro 'Cuida tus plantas para que ellas cuiden de ti'.

"El objetivo es que a través de las plantas te conozcas mejor, te cuides, te cultives, analices tus propios ritmos, te dejes llevar por ellos y consigas disfrutar de la paz que transmiten las plantas", dice. Y cuenta su propia experiencia, muy similar a la mía: "el cuidado de las plantas me ofreció un refugio para escapar del ruido exterior. Conseguían emocionarme y me mantenían despierta. Me enamoré perdidamente de ellas, caí rendida ante su magia y su belleza. Me volví más constante, más curiosa y más creativa. Sus raíces calaron hondo en mí y me aportaron conocimientos, ampliaron mis intereses y me dieron seguridad para emprender nuevos proyectos". Y casi hace perfectamente una transcripción de todo lo que me pasó exactamente a mi durante ese confinamiento. A partir de entonces, comencé a construir una nueva versión. 

"Para tener un bonito jardín, primero debes cultivarte tú, conocer tu propio terreno y retarte a crear algo único y natural por y para ti", dice Nena Von Flow. Ella ha cambiado el nombre a lo que Eva Durán llamaba 'plantfulness' para llamarlo "instinto planternal", pero en esencia, describen lo mismo: "ese sentimiento que brota dentro de ti cuando te permites volver a conectar con tu parte más real y primitiva".

Plantfulness para ser feliz

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Por supuesto, todo esto es poco a poco, como el crecimiento de un brote verde. Disfrutando de los procesos, del camino, aprendiendo de los avances y retrocesos y sobre todo, respetando los tiempos. 

No sólo mejoré mi mano con ellas, sino también conmigo misma. Obtuve muchas mejoras que son extensibles a todo aquel que se permita crecer ayudándose de sus plantas. Desde la mejora de la concentración, puesto que no son tareas mecánicas y requieren de una activación de todos los sentidos, a la mejora de la fatiga mental que, a su vez, es la responsable de matar, en muchas ocasiones, a la creatividad. "Tener pequeños momentos de 'fascinación suave' con tu planta, te descarga mentalmente y luego es más fácil retomar el foco y la energía", explica Eva Durán. 

También logré mejorar mi observación, mi intuición y mi auto-observación. Ver los pequeños brotes verdes cuando todavía son apenas visibles. Y también los míos propios. 

Pero este plantfulness, este instinto planternal que despertó en mi, también logró que entendiera y aceptara mejor la frustración, los ciclos de vida y muerte y cómo todo sigue cuando algo termina. Cómo afrontar ese tránsito. Cómo la constancia, tiene recompensa o cómo la autoestima también se fortalece cuando ves los avances que consigues con los cuidados. 

En definitiva, logré una paz mental que, desde entonces, no he querido dejar ir. Y mi casa ahora, también es una jungla. Pero sobre todo, un refugio.