Las 10 tendencias que triunfaron en la Semana de la Moda de París

La Semana de la Moda en la capital francesa se esperaba con gran expectación, ya que su calendario contaba con el primer desfile de Paco Rabanne desde la muerte del diseñador, la vuelta de Balenciaga a la pasarela tras los escándalos que levantó la firma a finales del año pasado y el homenaje de Andreas Kronthaler a Vivienne Westwood, director creativo de la firma y viudo de la reina del punk, que quiso recordar a su mujer, fallecida el pasado diciembre, con una colección que cerró la propia nieta de la diseñadora, Cora Corré. 

Con el cierre de la Semana de la Moda parisina se pone fin al calendario de desfiles de la temporada otoño invierno 2023, que ha confirmado oficialmente la caída del ‘streetwear’, masivamente sustituido por las prendas formales sobre la pasarela. 

La sobriedad y el utilitarismo que inundaron la pasarela no eximieron a la moda de su espectacularización creciente, como los robots amarillos de cuatro patas que abrieron el desfile de Coperni y arrancaron la ropa de las modelos o la increíble performance de Anrealage que pintaba las prendas sobre la propia pasarela con emisores de rayos ultravioleta –una tecnología que la firma lleva desarrollando más de una década–.

Con todo esto, hubo 10 tendencias que dominaron la Semana de la Moda de París:

En materia de abrigos esta temporada hay un claro ganador. Se trata de la gabardina, que ha sido interpretada en tejido vaquero en Acne Studios, en piel en Alexander McQueen o en su versión de algodón más clásica en Dior.

Esta prenda, que data de finales del s.XIX –cuando Thomas Burberry dió con el tejido impermeable que rápidamente se popularizaría por todo el territorio británico al ser mucho más ligero que las prendas de lluvia que se utilizaban por aquel entonces–, se ha consolidado a lo largo de la historia como un clásico de la temporada de entretiempo, siendo la máxima representación del espíritu atemporal y utilitario que ha dominado la pasarela este mes. 

Tagwalk registraba una bajada del 72% de la presencia del estampado animal en la Semana de la Moda de Milán; la desaparición de una tendencia que llevaba en alza varias temporadas y que ha sido corroborada una semana después en París. 

Sin embargo, la temática animal no ha desaparecido del todo. De hecho, uno de los elementos que ha protagonizado más de un desfile en la capital parisina (véase Didu, Ann Demeulemester o Chanel) son las plumas, que no sólo han decorado los bajos de los vestidos o de las mangas siguiendo un estilo más convencional, sino que han cobrado forma de ‘total looks’ en Céline o en Loewe, han decorado botas militares en Valentino, e incluso se han teñido de metálico en Coperni. 

Las diferentes interpretaciones de la pluma y su adaptación siguiendo los códigos de la estética dosmilera muestran una variante de la tendencia del pelo sintético que impulsó la vuelta del Y2K, que se ha sofisticado esta temporada a través de un nuevo material. 

La vuelta post pandémica de Paco Rabanne a la pasarela coincidió con la primera colección que Julien Dossena, director creativo de la firma, ha diseñado tras el fallecimiento del célebre diseñador que revolucionó la moda allá por los años 60. Dossena ya tenía la intención de honrar al creador español en esta colección, en la que desfilaron varios diseños originales de Paco Rabanne (los icónicos vestidos mini de malla metálica que catapultaron su carrera en la época del ‘space age’). 

Sin embargo, que los metálicos sean tendencia va más allá de este desfile tributo. La estética futurista lleva inspirando colecciones más de una temporada y así lo han demostrado diseñadores como Dries Van Noten, Coperni o Giambattista Valli.

La vuelta a los códigos formales de la vestimenta ha incrementado la presencia de la sastrería. En Balenciaga, Demna se decantó por una propuesta con guiños surrealistas a través de una serie de trajes ‘oversized’ en los que la cinturilla del pantalón decoraba los bajos de las chaquetas y los pantalones tenían cuatro perneras. 

Sin embargo, lo que tienen en común las distintas propuestas que desfilaron en París es la exageración de las hombreras. En Milán su presencia aumentó un 36%, y la capital parisina no se ha quedado atrás. Esta tendencia nos retrotrae a los años 80, momento en el que las mujeres empezaron a adquirir una presencia considerable en el mercado laboral y las hombreras se popularizaron como sinónimo de empoderamiento, un espíritu que firmas como A.W.A.K.E. Mode, Alexander McQueen y Balmain han sabido capturar a la perfección.

En la colección de Andreas Kronthaler para Vivienne Westwood se encuentra una de las propuestas más divertidas de esta tendencia, reinterpretada en trajes tartán, el estampado fetiche de la diseñadora. La imagen de Vivienne estampada en una camiseta, los guiños historicistas en la construcción de las prendas, las elevadas plataformas, la presencia de la rejilla y, finalmente, el punk como línea conductora de la colección, fueron todo un homenaje al inmenso legado de esta diseñadora 

En la pasarela parisina no sólo crecieron las hombreras. Desde faldas maxis a vestidos que casi engullen a las modelos, pasando por mangas que medían lo mismo que el largo del vestido, las prendas tres tallas más grandes es lo que se lleva esta temporada. 

El drapeado, técnica de modelaje que lleva triunfando varias temporadas, sigue dominando la pasarela. Jugando con las transparencias como en Givenchy o Nina Ricci, o con reminiscencias dosmileras como en Acne Studios, Coperni o Atlein, han sido sus interpretaciones más habituales. 

La tendencia de las transparencias que lideraba las colecciones de primavera-verano 2023 ha aumentado el interés por las prendas interiores, convirtiendo el encaje en la terminación favorita de muchos diseñadores. Mientras Mugler, Chloé o Lanvin presentaron looks de encaje de cabeza a los pies, Vaillant propuso una versión deconstruida y Giambattista Valli tuvo el cuidado de añadirlo en pequeños detalles. 

La vuelta a los básicos esta temporada no trata sólo sobre siluetas y cortes, sino que también ha afectado a la pantonera.  La combinación de blanco y negro ha tenido una fuerte presencia en la pasarela, notablemente en los desfiles de Valentino, Alexander McQueen, Balmain, Chanel, Comme des Garçcons e Issey Miyake, encontrando su máxima expresión en Nina Ricci, una colección capitaneada por Harris Reed que en su debut en la firma francesa eligió un estampado de rayas gruesas en blanco y negro para enmarcar sus diseños, así como para realizar los looks más ‘camp’ de la colección. 

A pesar de la predominancia del blanco y negro, hay un color que no sólo ha triunfado en París sino que ha liderado la paleta durante todo el mes de la moda. El rojo ha teñido las pasarelas en su versión más saturada. Y una vez más, es la firma Patou quien se hace cargo del color de la temporada, vistiendo a las modelos de rojo de pies a cabeza, creando un ‘color block’ que incluye hasta el carrito de la compra. 

 La corbata, que junto a una camisa blanca ha servido en Valentino como base para todos los looks; desde un jersey oversized de rayas negras y rojas al estilo Kurt Cobain hasta vestidos de lentejuelas y delicadas transparencias, ha demostrado su gran versatilidad esta temporada apareciendo con seriedad en el desfile de Alexander McQueen, siguiendo una estética andrógina en Dior y subvertida por la estética punk en la colección de Andreas Kronthaler para Vivienne Westwood.

A diferencia de otras pasarelas, la Semana de la Moda de París se ha distanciado de la estética Y2K más que ninguna otra, con una presencia más reducida del ‘cut out’, de las minifaldas o del tiro bajo, en favor de propuestas más formales, donde la experimentación se ha centrado más en la calidad de los tejidos y en la construcción de las prendas frente a una estética más desenfadada que firmas como Blumarine, Diesel, Coach o Mark Fast presentaron unas semanas antes.