Meghan Markle vuelve a vestirse de novia en Nueva York, con polémica familiar y guiños a su boda incluidos

La gran noche de Meghan Markle y el príncipe Harry en Nueva York ha quedado eclipsada por la polémica. Los duques de Sussex eran, sin duda, los invitados estrella de la gala, una ceremonia convocada por la organización sin ánimo de lucro Robert F. Kennedy Human Rights a la que acudían para recoger el premio Ripple of Hope -una distinción que en otras ediciones han recibido personalidades como Joe Biden, Barack Obama, Hillary Clinton, Kamala Harris, George Clooney o Bono- como reconocimiento a su labor humanitaria a través de su fundación Archewell y su trabajo en torno a la justicia racial y a la salud mental. 

Estos asuntos, que aluden directamente a su enfrentamiento con la monarquía británica y al sonado Megxit, no han pasado desapercibidos para los miembros de la Casa Real, como tampoco el hecho de que el evento se haya celebrado tan solo cuatro días después de que los príncipes de Gales viajaran hasta Estados Unidos, concretamente a Boston, con motivo de los premios Eartshot, uno de los galardones ecológicos más prestigiosos del mundo (y en los que Kate Middleton deslumbró con un vestido de alquiler que pone el foco en su compromiso con el medio ambiente). 

Tampoco parece casual que Meghan y Harry hayan decidido posar en una alfombra roja justo la misma semana en la que se estrena su docuserie (8 de diciembre en Netflix). Lo han hecho, además, haciéndose esperar unos minutos como la novia que llega tarde al altar y cogidos de la mano, un gesto que repiten constantemente en público y una señal de unión que parece anunciar que están preparados para el revuelo que prometen traer los seis episodios de su documental al mostrar el lado más íntimo de su historia de amor y ahondar en temas espinosos de Buckingham Palace. 

El nuevo vestido de novia de Meghan Markle

En este contexto, no es de extrañar que la exactriz haya escogido un look cargado de significado para su aparición en el ‘photocall’. Su elección ha sido un vestido personalizado de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton (una vez más, evita las firmas inglesas) de color blanco, un tono al que recurre habitualmente para sus compromisos y que simboliza pureza y verdad, que destaca por su patrón de hombros al descubierto, un escote que, además de estar de plena actualidad este invierno, recuerda al bautizado como ‘escote Meghan’ en honor al que llevó el día de su boda con el príncipe Harry. 

Y no es el único elemento que nos traslada hasta aquel 19 de mayo de 2018; también lo hace el anillo que luce en su mano derecha, una pieza de aguamarina que perteneció a la colección personal de Lady Di y que llevó como homenaje a su suegra el día de su enlace.

Los stilettos y el bolso de mano satinado, ambos en negro, ponen la nota distintiva en este look de inspiración nupcial al mismo tiempo que enfatizan el mensaje que ya lanzan el pronunciado escote y la abertura frontal del vestido: la nueva Meghan Markle, más atrevida y audaz, se desentiende por completo del protocolo real y ahora se compromete con otras causas que nada tienen que ver con la corona.