¿Qué hace Kim Kardashian en un pub londinense? La tendencia ‘bloke core’ y su controversia
Cómo se han convertido las camisetas de fútbol retro en la última tendencia y por qué han generado tanta polémica.
Hace casi un mes Kim Kardashian protagonizó un post viral en el que posaba con sus amigas en un pub británico con una cerveza Guinness en la mano. Lo que más sorprendió al público fue el aura de normalidad que desprendían estas imágenes, que localizaban a la multimillonaria en un ambiente cotidiano dentro de la cultura británica. Dejando al margen su condición de celebrity y los números de su cuenta bancaria, Kim parecía una chica cualquiera saliendo a tomar algo con sus amigas un viernes cualquiera.
Pictured is @KimKardashian visiting a pub with her best friend, Allison Statter, in London, England recently! pic.twitter.com/zrVUF5OhXw
— KIM K FORMATION (@KIMKFORMATION) March 30, 2023
Sólo que no era un viernes cualquiera. Kim acababa de llevar a su hijo Saint y a sus amigos a Londres en su jet privado a ver un partido del Arsenal, donde todos recibieron una camiseta del equipo y conocieron a los jugadores. Tampoco ella es una chica cualquiera. Es difícil imaginarse a esta Kardashian caminando por las calles de Londres y entrando tranquilamente a un pub sin ser acosada por cientos de fans.
El look y las fotos de Kim gritaban ‘british girl culture’, causando una incomodidad generalizada por redes sociales que denunciaba la capitalización de esta imagen de cotidianidad, vista como un intento de la celebrity de acercarse a sus fans, desprendiéndose de su condición aspiracional para presentarse como "una más".
Esta táctica es de manual del famoseo: Gwyneth Paltrow y la pasarela de ‘lujo silencioso’ que se marcó durante su juicio viral a principios de este mes, el multimillonario Jeff Bezos adoptando el uniforme de vaqueros y jersey de cuello alto negro ad infinitum, y ahora, Kim Kardashian reviviendo la tendencia del bloke core, en un intento de volver a ganarse el favor del público ahora que la familia Kardashian se encuentra sumida en un episodio de menor popularidad.
Pero ¿qué es exactamente el bloke core?
El estilo consiste en usar camisetas de fútbol retro, pantalones anchos y deportivas –si son Adidas, especialmente el modelo Sambas, mejor–. La tendencia no es precisamente revolucionaria, pues este look lo han llevado tanto jóvenes como padres de familias trabajadoras durante décadas. De hecho, la palabra ‘bloke’ se utiliza en inglés británico para referirse de manera casual a un hombre (una traducción más literal sería ‘tío’ o ‘tipo’).
La tendencia, que se viralizó–como no podía ser de otra forma– en Tik Tok, ya cuenta con 167 millones de visualizaciones. A pesar de que el fútbol y la moda siempre han estado en contacto, lo que disparó el auge del bloke core fue la popularidad que ganó hace un año la cultura británica, y, en concreto la cultura del fútbol británico, entre los usuarios de esta aplicación y los fashionistas, que eventualmente convirtieron en objeto de deseo las camisetas de fútbol vintage.
Aunque la estética se asocia en los medios con la cultura británica del pub, en España, por ejemplo, también ha sido un estilo frecuente de la clase trabajadora durante los 2000. De hecho, la clave del look es que no imita a la vestimenta de la clase trabajadora actual, sino que mantiene el aura nostálgica que invadió nuestro vestidor con el revival del Y2K, recuperando la estética más precaria de principios de siglo.
De la mano de iconos de estilo como Bella Hadid, la tendencia se ha adaptado a la vestimenta femenina, bajo el nombre de ‘blokette core’, que consiste en mezclar prendas deportivas con otras de carácter más formal, dándole un toque ultra femenino al bloke core, mezclando, por ejemplo, una chaqueta de la Roma con una minifalda de tablas, unos tacones con calcetines deportivos y rematando el look con una coleta adornada con un lazo.
¿Cómo se convierte en tendencia la estética de la clase trabajadora?
En los últimos años se ha dado un reposicionamiento de firmas que buscan ser percibidas como ‘lujo accesible’, haciendo cada vez más amplio el rango de marcas que se consideran de alta calidad. En este escenario, en el que el clásico 'Neverfull' de Louis Vuitton se puede adquirir por 1.5000 euros, el lujo empieza a perder su carácter esencial; la exclusividad.
De esta forma, nacen otras formas de exclusividad que van más allá del logo, como la autenticidad o el valor cultural asociado a las prendas. El auge del streetwear no es más que eso, una operación masiva que consiguió convertir en tendencia y generalizar un estilo previamente criminalizado (históricamente emerge de la estética del hip hop y del rap, movimientos racializados y, en un principio, marginalizados).
En el caso particular del bloke core, la estética futbolera ha conseguido colarse en las colecciones de múltiples firmas de lujo en los últimos años, desde Balenciaga a Patta. Además, las colaboraciones han sido clave para fomentar la relación entre el fútbol y la moda (véase Stella McCartney y Gucci con Adidas), mientras otras firmas como Moncler han optado por trabajar directamente con los equipos de alta división (la firma lleva trabajando con el Inter de Milán desde 2021).
La controversia
La problemática que ha dinamitado esta estética se sustenta sobre la idea de las clases altas apropiándose de la estética de la clase trabajadora, capitalizando su imagen para conseguir aquello que se conoce como la aceptación de la calle ('street cred' en inglés), es decir, que una comunidad cultural te incluya como parte de la misma por tu estilo, tu lenguaje y tu comportamiento.
Algunos consideran este camuflaje del poder adquisitivo como un mecanismo de supervivencia: por ejemplo, cuando una persona con recursos cambia su estilo durante la universidad para mimetizarse con el ambiente alternativo, pero una vez termina sus estudios y consigue un trabajo con un salario elevado gracias a su capital cultural, social y económico, vuelve a un estilo más conservador.
Otros alegan que no se puede pretender que los ricos se limiten al estilo tradicionalmente asociado con las clases altas, pues la idea de que cada persona debe vestir como dicta su clase social es cuanto menos radical.
Sin embargo, es imposible escapar del desequilibrio de poder que genera la apropiación estética de otra clase social; mientras la apropiación de la cultura burguesa por parte de la clase trabajadora permite un escapismo momentáneo de la permanente condición de desventaja en la que viven estas comunidades –véase la logomanía que dinamitó entre la clase obrera la industria de la imitación de firmas de lujo como Louis Vuitton o Gucci–, cuando la clase burguesa adopta la cultura de la clase trabajadora, no sólo lo hace para beneficiarse socialmente de esta estética, si no que después siempre vuelve a su posición de privilegio.
Otro argumento en contra de la glamorización del estilo de la clase trabajadora es que cuando se convierte en objeto de deseo una firma o una prenda que estos llevan vistiendo durante décadas, los precios suben y se vuelven prohibitivos para este grupo. En el momento en el que Balenciaga presenta sus camisetas de fútbol en colaboración con Adidas por 750 euros, la estética de la clase trabajadora se vuelve inaccesible para los propios productores de este estilo.
De esta forma, te guste o no la tendencia, estés o no a favor del uso generalizado de la estética de la clase trabajadora, la operación contiene una relación de poder que generará fricciones de manera casi inevitable.
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