‘Quiet luxury’ : Los multimillonarios de ‘Succession’ nos dejan la tendencia más revolucionaria de 2023

El lujo discreto va más allá de las camisetas grises de Mark Zuckerberg a 400 dólares la pieza.

portada quiet luxury

De izq. a dcha. Stella Mccartney FW23; Stella Mccartney FW23; Bottega Veneta FW23; Gabriela Hearst FW23 y The Row SS20.

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Si bien el ‘quiet luxury’ (o lujo discreto, como hemos bautizado el término en esta redacción) hace referencia a la tendencia más elitista que haya testimoniado el s.XXI, es posible que acabe convirtiéndose en el talón de Aquiles del ‘fast fashion’. 

La conversación acerca del ‘quiet luxury’, se remonta a los años 90, década en la que Steve Jobs empezó a construir su imagen pública de la mano de un sencillo jersey de cuello alto negro. Su nuevo uniforme, que el empresario justificaba en términos de practicidad, estaba confeccionado por el diseñador –nada discreto– Issey Miyake, más conocido por la exploración vanguardista de la técnica del plisado. 

Steve Jobs 2008

Steve Jobs dando una conferencia de Apple en 2008.

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Un jersey que en apariencia podría haber sido comprado en cualquier centro comercial realmente había sido confeccionado a partir de los materiales más lujosos y en las fábricas de la más alta calidad. Y esta es precisamente la esencia del lujo discreto, un armario de básicos de la más elevada calidad, cuyo valor real sólamente los ‘connoisseurs’, aquellos que saben mirar y apreciar los detalles, sabrán reconocer.

En el vestuario de ‘Succession’ encontramos la clave del espíritu de esta tendencia; todos y cada uno de los hijos del multimillonario Logan Roy comparten una seguridad tan poderosa sobre su fortuna que no necesitan exhibirla. Ausencia de logos, joyas discretas y un aluvión de básicos que a los ojos de un inexperto no son más prendas banales, pero que al mirar de cerca se revelan como selectas camisetas de Maison Margiela, gorras de cachemira de Loro Piana o cinturones ‘Intrecciato’ de Bottega Veneta.

Sarah Snook en la serie 'Succession'

Sarah Snook es Shiv Roy en la serie 'Succession'.


/ D. R.

En un momento en el que el ‘fast fashion’ es un claro dominante en el mercado, cualquier firma que se salga de esta dinámica es percibida con cierto grado de calidad por el consumidor. De esta forma, múltiples marcas se han reposicionado como ‘lujo accesible’, haciendo cada vez más amplio el rango de firmas que se consideran de alta calidad. En este escenario, en el que por ejemplo el clásico 'Neverfull' de Louis Vuitton se puede adquirir por 1.5000 euros, el lujo empieza a perder su carácter esencial; la exclusividad

Sin lugar a dudas la sensación de pertenecer a un club secreto es inseparable del lujo discreto. The Row, la firma de las hermanas Olsen, es un claro ejemplo de ello. Sus diseños carentes de logos, sus jerseys de cachemir y sus cómodos pantalones de punto sólo son reconocibles por unos pocos, jugando con esta idea de “el que sabe, sabe” y adquiriendo cierto aura de intelectualismo; un capital cultural definitivamente más elevado que aquel que necesita presumir del dinero que tiene logo mediante. 

The Row SS20

The Row, desfile primavera verano 2020.

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Las prendas del lujo discreto son simples, minimalistas, atemporales y pensadas para ser llevadas temporada tras temporada. Se trata de una forma de vestir que hace referencia al estatus de manera muy sutil a través de los materiales, el corte y significantes muy discretos, dejando a un lado los diseños llamativos y reconocibles por la mayoría así como la logomanía. 

Al poner el foco de atención en cómo las prendas están confeccionadas y a partir de qué materiales, es pertinente la pregunta de si el lujo discreto es sostenible. A priori comparte sus mandamientos básicos; invertir en prendas de alta calidad con la idea de vestirlas durante mucho tiempo

Stella Mccartney FW23

Desfile Stella Mccartney otoño invierno 2023.

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Este enfoque nos empuja a cuidar más las prendas, a arreglarlas si se nos rompen, a llevarlas a la sastrería para modificarlas cuando nuestro cuerpo cambia, e incluso a preocuparse por quién hará uso de estas prendas cuando nosotros dejemos de llevarlas, propiciando el mercado de segunda mano o el traspaso de prendas de generación en generación.

Está históricamente demostrado que aquello que las clases altas hacen acaba siendo imitado por aquellos que se encuentran debajo en la escala social. Sólo cabe esperar que esta nueva mentalidad centrada en la calidad frente a los logos, ese interés por saber cómo se confeccionan las prendas y de qué materiales están hechas, se filtre también al resto de la sociedad.

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