Madres arrepentidas: ¿Por un instante de placer, tienes que sufrir tantos años?

Con una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales’, la socióloga israelí Orna Donath ha levantado ampollas al darle voz a las mujeres que lamentan haber tenido hijos. 

Orna Donath, autora de 'Madres arrepentidas'

Orna Donath, autora de 'Madres arrepentidas'. 

/ D.R.

Mujeres que ponen voz a un sentimiento que, a priori, podría rompernos (como hijos) el corazón. Al menos lo haría si piensas en tu madre solamente como eso, TU madre. Pero, ¿y si te pones en su piel como ser humano? ¿Y si tratas de entenderla? Eso es lo que hizo la socióloga israelí Orna Donath y, con los resultados de las entrevistas que realizó a 23 madres, de entre 26 y 73 años, que se arrepienten de serlo nos ha puesto frente a un espejo que no por oscuro deja de ser real.

"¿Por un día de felicidad, por un instante de placer, tienes que sufrir tantos años? Y a veces el sufrimiento no tiene fin, encima. Ahí está, la sensación de sufrimiento interminable. Así pues, ¿qué tiene de bueno?”, se pregunta Erika, madre de cuatro hijos de entre 30 y 40 años y abuela. Por su parte, Charlotte, madre de dos hijos, uno de entre 10 y 15 años y otro de entre 15 y 20 años reconoce que ama a sus hijos pero se arrepiente de haberlos tenido: “No es algo que pueda explicar. Porque si lo lamentara, entonces no querría que estuvieran aquí. Pero yo no querría eso, lo único que no quiero es ser madre". También impacta, y mucho, el testimonio de Sophia, madre de dos hijos pequeños, entre 1 y 5 años: "Soy una buena madre, de veras. Me da vergüenza decirlo. Soy una madre para quien sus hijos son importantes, los quiero, leo libros, recibo asesoramiento profesional, hago todo lo que está en mi mano para educarlos y darles amor y afecto. Los niños me adoran, me quieren. Tienen una vida feliz y placentera. Es absurdo. Porque no quiero tenerlos, en serio, no los quiero a mi lado. (...) Aunque murieran, Dios no lo quiera, seguirían estando conmigo en todo momento. El duelo por ellos, su recuerdo y la pena serían insoportables. Pero perderlos ahora supondría cierto alivio”. Todas ellas son madres arrepentidas.

Hace unos años, la socióloga israelí Orna Donath realizó un estudio sobre mujeres y hombres israelíes que no deseaban tener hijos. Aquella fue la semilla que le hizo plantearse si había mujeres que lamentaban haberlos tenido. Lo convirtió en el tema de su doctorado y hoy es el controvertido libro ‘Madres arrepentidas. Una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales’ (Reservoir Books) que se publica en España que llega precedido por la polémica. Solo en Alemania, su publicación desató una oleada de críticas a favor y en contra que se convirtieron en trending topic mundial con los hashtag #regrettingmotherhood o #madresarrepentidas. Muchos se echaban las manos a la cabeza, pero también muchas mujeres salieron de un armario que nadie quiere ver, el de quienes, si volvieran al pasado, decidirían no tener hijos. No se trata de ser malas madres, o de tener o no el llamado instinto maternal, sino de una compleja mezcla de convenciones sociales, de lo que se espera de una mujer y de tratar de cumplir con ello, que, a veces, conduce al arrepentimiento. Este cuestionamiento de la maternidad con declaraciones que sorprenden por su crudeza y su honestidad supone afrontar el que, quizá, sea el mayor tabú al que se enfrenta la mujer: la maternidad.

Orna Donath -que ha sido tan alabada por destapar un tema tan complejo como oculto y por darle voz a las mujeres, también ha recibido durísimas críticas de quienes la culpan por (sic) estar creando monstruos egoístas-, prosigue dando clases sobre la maternidad y la opción de rechazarla en las más importantes universidades israelíes.

Mi madre siempre dice que soy muy afortunada por no tener hijos… ¿Podría ser mi madre una madre arrepentida?

El primer criterio que he usado en mi estudio fue que la definición de arrepentida fuera por parte de la propia mujer. Eso significa que sólo tu madre puede decir si lamenta o no de haber sido madre. Yo jamás lo afirmaría por ella. Se que puede ser duro hablar abiertamente de ello, como también creo que se debe apuntar que ser una madre arrepentida no significa no amar a los hijos como seres humanos. Como las mujeres tienden a pagar un alto precio por su maternidad, puede que se arrepientan de ello -de la maternidad- y anhelen ir al pasado, cuando no eran la mamá de nadie, pero al mismo tiempo se preocupan mucho por sus hijos.

¿De dónde sacaste la idea de hacer el libro ‘Madres arrepentidas. Una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales’?

Al final de mi primer estudio sobre hombres y mujeres israelíes judíos que no deseaban tener hijos, que se llevó a cabo entre 2003-2007, se me quedó una frase que seguía preocupándome y que suele atormentar sobre todo a las mujeres: ‘Te arrepentirás. Lamentarás no ser madre’. Para mi era duro dejarlo en esa elección dicotómica que arrincona a la mujer ya que utiliza el arrepentimiento como un arma que acorrala a aquellas que no quieren ser madres, mientras que al mismo tiempo cualquier posibilidad de arrepentimiento una vez que te conviertes en madre parece quedar, simplemente, excluida. Como yo estaba segura de que hay mujeres que lamentan de haber sido madres, decidí escribir mi tesis doctoral sobre ello. No quería aprender ‘sólo’ sobre madres arrepentidas, sino estudiar las relaciones entre la sociedad y las emociones, y también el uso político que se hace de ellas.

¿Fue fácil para las mujeres a las que has entrevistado abrirse ante un tema tan controvertido? ¿Cómo las persuadiste?

No necesité persuadirlas porque he entrevistado a las mujeres que se acercaban a mi y querían hablar sobre ello. Como ya sabían cuál era el tema de mi estudio y querían hablar, no fue duro para ellas. Pero para un número indeterminado de mujeres es muy duro hablar sobre este tema y muchas puede que nunca lleguen a verbalizar su arrepentimiento.

¿Genera rechazo escuchar a una mujer decir que se arrepiente de haber tenido a sus hijos?

Las reacciones ante la maternidad arrepentida tienden a oscilar fundamentalmente entre la negación de la existencia de madres así, al reconocimiento más profundo de ello. Hay personas que dicen que no son verdad, o que es indignante o incluso peligroso hablar de ello. Y luego hay gente en general y mujeres en particular que comprenden la importancia de hablar de ello en relación a su contexto social.

¿Qué testimonios te han impresionado más?

Todos los testimonios de las mujeres que han participado en el estudio me parecen significativos. No me sorprendía lo que decían porque yo asumía que había mujeres que pensaban y sentían de esa manera. Lo único que me ha sorprendido hasta el día de hoy es que la sociedad rechace saber que las madres arrepentidas existen. Es una sorpresa, aunque no del todo real porque ya sabía lo sagrada que es la maternidad para nuestra sociedad.

Mientras estabas haciendo las entrevistas, ¿sentiste rechazo en algún momento?

Por las mujeres no, en ningún momento. Estaba preocupada escuchando lo que me contaban porque imaginaba lo difícil que debe de ser no querer ser madre cuando ya lo eres. Como una de ellas me dijo, es como estar en la cárcel para el resto de tu vida sin posibilidad de libertad condicional. Mi rechazo siempre apunta hacia la sociedad. Es a la sociedad a la que hay que culpar por forzar a las mujeres a convertirse en madres en contra de su voluntad (me refiero a cuando ellas no desean serlo), y es la sociedad la que hace que las mujeres se sientan culpables y avergonzadas debido a esa imagen mítica de la ‘buena madre’, la cual está desconectada de las experiencias de las mujeres de carne y hueso.

¿Crees que tenemos demasiadas ideas preconcebidas sobre la maternidad, más cercanas a un cuento de hadas que a la realidad?

Creo que para muchas mujeres la maternidad es lo mejor que les ha pasado jamás y que aman ser madres, incluso aunque conlleve dificultades. Para ellas, esas nociones románticas son una realidad y no debemos ser cínicos al respecto o pensar que se han abandonado a sí mismas porque consideren ser madres como su identidad principal. Lo que intento decir en el libro es que la maternidad no es un reino sagrado para todas las mujeres y madres. Las mujeres somos distintas unas de otras y por eso no debería de sorprendernos que cada una de nosotras perciba y experimente la maternidad de forma diferente. Otra cosa que se debe tener en cuenta es que la maternidad sirve para fines diversos a las mujeres de los distintos grupos sociales.

Se puede tender a pensar que las madres arrepentidas son ‘malas madres’, pero tu libro demuestra que nada más lejos de la realidad. ¿Cómo son y cómo se sienten?

Si marcamos un estándar rígido para definir lo que significaría ser una ‘buena madre’, es lógico que muchas de las mujeres que han participado en el estudio se sientan malas madres porque están arrepentidas de serlo. En el libro he intentando repensar esos dictados tan rígidos mientras me centraba en cómo las reglas de la sociedad etiquetan a las madres que se arrepienten de serlo como criminales emocionales. Esas etiquetas no se lo ponen fácil a las madres.

¿Crees que les ayudaba verbalizar sus sentimientos, su arrepentimiento?

Muchas de ellas me dijeron que sí. Para muchas era la primera vez que expresaban en voz alta su arrepentimiento y podía suponer un alivio para ellas -aunque fuera a corto plazo- ser capaces de decir exactamente cómo se sentían sin ser juzgadas por ello. Sin el lenguaje, sin las palabras y sin poder nombrar tus sentimientos, las emociones pueden ser como el agua: si las bloqueas, encontraran su camino para brotar y, entonces, provocar una inundación que destruya todo.

Tu decidiste no tener hijos. ¿Te han cuestionado mucho por ello?

Sí, a lo largo de los años he conocido a mucha gente que no podía entender que no quisiera ser madre. Pero para mi tiene sentido que haya mujeres que realmente deseen serlo y otras que no.

¿Crees que la maternidad es el mayor tabú social al que se enfrentan las mujeres?

Sería complicado para mi, y quizá innecesario, medir el peso de los tabúes sociales. Lo que se es que hay muchas mujeres en todo el mundo que sufren por la reacción social que provoca que no quieran ser madres y un número desconocido de mujeres que sufren porque se arrepienten de serlo y no se les permite expresarlo.

¿Te han criticado por escribir sobre este tema?

Sí. Me han acusado de ser un monstruo, de exagerar, de animar a ser egoístas y quejicas o de intentar justificar mi propio rechazo a ser una madre.

¿Cómo crees que podremos realmente liberarnos como mujeres?

La sociedad debería acabar con la idea de que las mujeres no somos las dueñas de nuestros cuerpos, vidas, sueños, pensamientos, emociones y decisiones. Y la sociedad debería abandonar la creencia de que no merece la pena reflexionar sobre las mujeres de grupos sociales oprimidos. Aunque cada vez haya más mujeres trabajando, yendo a las universidades, desarrollando una carrera y ganando más dinero, y decidiendo si desean, o no, casarse o divorciarse, eso no quiere decir que todas las mujeres estemos liberadas. En todo el mundo hay mujeres que sufren y mueren, que experimentan la violencia como parte de su vida cotidiana. Eso está muy lejos de la liberación.

¿Crees que hay muchas más madres arrepentidas de las que podemos pensar?

Absolutamente sí. No estoy diciendo que la mayoría de las madres se arrepientan y no se cuántas lo hacen, pero sí que pienso que son más de las que queremos saber.

¿Crees que las mujeres israelíes y las españolas tenemos mucho en común?

Es una cuestión difícil de responder porque ni siquiera se si se puede catalogar a las ‘mujeres israelíes’ en una misma categoría, todas somos muy distintas unas de otras. Pero lo que sí puedo afirmar es que la semana pasada, durante la presentación de mi libro en Madrid, conocí a españolas que han experimentado las mismas dificultades que yo como mujeres que no desean ser madres. Ellas también han sido estigmatizadas por ello.

¿Demuestra un gran valor decir en voz alta que te arrepientes de ser madre?

Intento no relacionar las cosas que debemos hacer con la valentía. Quizá sería más adecuado relacionarlo con una necesidad de supervivencia. Si siento que debo decir que no quiero ser madre porque sufriré si lo hago, no soy valiente, más bien estoy intentando no morir en vida.

¿Qué recomiendas para intentar comprender a las madres arrepentidas, incluso si lo es la tuya propia?

Te respondo con una historia: Hace unos años, tras una lectura que di sobre el tema, una estudiante se acercó a mi y me dijo que había entendido porqué su madre se arrepentía de ser madre. La estudiante me dijo que era la primera vez que era capaz de verla como a una mujer en la sociedad que quizá no deseaba ser madre y se había visto empujada a serlo. Me dijo que verla como a un sujeto, como a una mujer y no solo como a su madre, le había permitido sentir empatía hacía ella y no solo ira, culpa y decepción. Comprendo perfectamente porqué las hijas podemos enfadarnos con nuestras madre y sentirnos desilusionadas. Y creo que tenemos derecho a sentirnos así, pero quizá también hay una habitación donde verlas por sí mismas y no solo como nuestras progenitoras. Esto no es una recomendación, porque quién soy yo para dar consejos. Lo único que se hacer es tratar de ver los complejos mapas emocionales en los que nos movemos como seres humanos para intentar aprender algo de ellos como parte de la sociedad.

Portada del libro 'Madres arrepentidas'

Portada del libro 'Madres arrepentidas'. 

/ D.R.

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