¿Y si tu obsesión por conseguir el sueño perfecto es lo que te impide dormir bien?

Si conciliar el sueño se ha convertido en tu peor pesadilla, quizás sufras ortosomnia. Te contamos sus síntomas y tus opciones para no dar más vueltas en la cama.

La ortosomnia es la obsesión por alcanzar el sueño perfecto
La ortosomnia es la obsesión por alcanzar el sueño perfecto / iStock

En un contexto que nos empuja a vivir artificialmente, alejados de los patrones circadianos de nuestro reloj biológico, el sueño (mejor dicho, la falta de él) se ha convertido en uno de los problemas del día a día de muchas personas. A pesar de que para algunos este tiempo de reseteo nocturno es una pérdida de tiempo, una gran mayoría ha entendido que conseguir dormir bien es un pilar del bienestar. Sin embargo, hay quien ha convertido esa búsqueda y captura del sueño perfecto en una obsesión. Y aquí nos adentramos en el terreno de la ortosomnia. “Es un trastorno que consiste en una excesiva preocupación por disfrutar de un sueño reparador en perfectas condiciones de calidad y cantidad”, explica el doctor Vicente Mera, jefe de medicina interna y antienvejecimiento de Sha Welless Clinic, donde cuentan con una Unidad del sueño.

Muchos pacientes con insomnio tienden a focalizar demasiado los pensamientos en la necesidad de dormir bien y en las posibles repercusiones que tenga hacerlo de forma inadecuada, y esto, comenta el doctor Javier Albares, director médico de la Unidad de Sueño del Centro Médico Teknon y colaborador de Petit BamBou, no funciona. “Cuanto más intentemos controlarlo peor dormiremos”.

¿Padeces ortosomnia? Atención a estos tres síntomas

El principal síntoma, avanza el doctor Mera, “es la presencia de rituales compulsivos (realizados de forma rutinaria y cuya no ejecución sistemática provoca gran ansiedad) orquestados alrededor de un supuesto trastorno del sueño, que se ve magnificado (o creado artificialmente), debido a la autoimposición de una meta inalcanzable (el sueño perfecto)”. El segundo, es la ansiedad generada, bien por no poder seguir el método autoimpuesto (rituales como irse a la cama a unas horas determinadas, permanecer acostado aunque no se pueda dormir, monitorización constante de los parámetros del sueño o búsqueda de ayuda médica), o bien por no poder conseguir los objetivos (sueño perfecto). Y en tercer lugar, destaca un grupo de síntomas que viene dado porque la propia ortosomnia empeora todavía más el problema y sus consecuencias (falta de energía, vitalidad y creatividad) debido a la ausencia de un sueño reparador de calidad.

Como señala el experto de Sha, el primer paso para tratar la ortosomnia pasa por discernir si ese insomnio es un trastorno en el contexto de una patología orgánica de las vías aéreas (apneas obstructivas), hormonal (menopausia, disfunción tiroidea), circadiana (trabajos nocturnos, viajes interoceánicos frecuentes), neurológica (deterioro cognitivo) o tóxica (fármacos, drogas, alcohol, café), que están produciendo secundariamente la necesidad de buscar un sueño reparador. En estos casos, hay que ir a la causa que lo desencadena. Cuando esta desaparece, mejora el sueño.

Sin embargo, si el problema deriva de una personalidad obsesivo-compulsiva, el tratamiento, dice Mera, debe hacerse desde una perspectiva psicosomática: moderando las exigencias en los objetivos para evitar frustraciones, apoyarse en todo tipo de medios para evitar la aparición de rituales obsesivos que se autoalimentan así como recurrir a técnicas de psicoterapia, procedimientos cognitivo-conductuales, psicofármacos o mindfulness.

Si te despiertas por la noche, no mires el reloj

Uno de los gestos habituales, señala el doctor Albares, es mirar el reloj para ver cuántas horas hemos dormido, o si es en mitad de la noche, para ver cuántas nos quedan, y es totalmente desaconsejable, pues nos obsesionaremos más. “Nos fijamos mucho en cuántas horas necesitamos dormir. Un adulto entre 7 y 8 h, un adolescente 9 y un niño según la edad, pero no es lo único que debe ocuparnos. Los tres factores importantes son cantidad, calidad (sueño profundo) y continuidad (despertares)”.

Ortosomnia o la obsesión por conciliar el sueño


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Según un reportaje del New York Times, los dispositivos para monitorizar el sueño pueden, paradójicamente, empeorarlo porque ese afán de chequear y lograr el sueño perfecto está creando ansiedad. Estas pulseras inteligentes nos dicen no solo cuánto hemos dormido sino también las distintas fases, el sueño ligero, el profundo, los despertares, el sueño REM, el tiempo total de sueño… “son datos muy útiles para Big Data, para obtener datos poblacionales del sueño. Sabemos que la población duerme menos horas de las que necesita”, apunta del doctor Albares. Y continúa: nos dan la pista de si el sueño es superficial y fraccionado y esto podría hacer sospechar que estamos ante una patología del sueño, como la apnea del sueño. Muchas personas no son conscientes de ello, y estos dispositivos si bien no te dan un diagnóstico pueden llevar a consultar con un especialista. “El problema viene cuando la persona se fija demasiado en los datos de los dispositivos y se cree que no duerme bien cuando en realidad sí lo hace”. Según el doctor Mera cuando la ortosomnia se adentra en el terreno de la obsesión, el uso compulsivo de dispositivos electrónicos puede generar un círculo vicioso en personalidades anancásticas (obsesionadas por la perfección), generando rituales que producen frustración y ansiedad al no alcanzar la meta de un sueño perfecto. En personalidades equilibradas, apoyadas por expertos, sin embargo, pueden ser una herramienta muy útil con fines diagnósticos, y como evaluación de los resultados terapéuticos. “El problema no son los dispositivos en sí mismos, sino la personalidad de quien los usa”.

La mejor manera de averiguarlo asegura el doctor Albares, es fijarnos en cómo nos encontramos por la mañana, ¿estamos frescos y descansados? ¿con energía y buen humor? Nuestro estado nos lo da la conexión con nosotros mismos, con nuestra biología y esto no lo consigue del todo un dispositivo, cada vez estamos más dejando de escucharnos a nosotros mismos. Por ello, recomienda la práctica de la meditación, el mindfulness. “Parar y observar, no hacer, nos falta parar a lo largo del día porque vivimos en una sociedad ocupada sin momentos de conexión y esto es fundamental para dormir bien”. A la cama, dice, hay que llegar descansados y aplicaciones como Petit BamBou resultan también muy útiles.

Por otro lado, duermas bien o mal, destierra el mito de que las siestas son malas o propias de gente perezosa. “Una pequeña siesta de menos de media hora en un sillón cómodo (nunca en la cama) es una gran ayuda para rendir mejor física e intelectualmente durante la tarde y dormir mejor por las noches”, asegura el doctor Mera.

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