Las 10 razones definitivas por las que sigues sin perder peso

No ponemos en duda que vas al gimnasio tres veces por semana, que no comes alimentos hipercalóricos y que, por supuesto, bebes dos litros de agua al día y no tomas azúcar. Pero si esos cinco kilos siguen ahí, impertérritos, es que, reconócelo, algo no está funcionando.

Las dietas ricas en ácido oleico contribuyen a mantener el peso corporal
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Revisa nuestro TOP TEN de razones por las que parece que esos kilos nunca quisieran separarse de ti, sé honesta y pon un chek in cada vez que hayamos acertado.

1. Haces siempre lo mismo en el gimnasio. Si llevas más de seis meses sin cambiar de entrenamiento y repites una y otra vez las mismas tablas y rutinas, el cuerpo ya se habrá adaptado al ejercicio y ya no supondrán un desafío físico para el organismo. Así que cambia, incluso, entre los días de la semana. Mientras más variada sea la actividad más reto supondrá para el organismo que acabará finalmente adelgazando.

2. Apenas te mueves el resto de día. Es cierto que vas una hora al gimnasio tres veces por semana pero el resto del tiempo lo pasas sentada o en el coche, con lo cual siegues teniendo poca actividad física. En resumen, eres una persona sedentaria. Intenta subir todas las escaleras que encuentres en tu camino, bájate una parada antes de tu destino y aficiónate a dar paseos diarios. No es suficiente con una hora de gimnasio tres veces por semana.

3. Estás afiliada a la ley del menor esfuerzo. Quieres ejercicios fáciles que no eleven demasiado tu ritmo cardíaco y que no te agoten. No quieres pasarlo mal en el gimnasio porque, claro, no vas a pagar y encima pasarlo fatal. Si es posible, prefieres no sudar, ¡que no se te vaya a correr el rimel! Pues, querida lectora, la mala noticia es que si no hay esfuerzo no hay beneficio ni cambios en el cuerpo. Si quieres conseguir beneficios debes cambiar la intensidad del ejercicio, aumentar el peso o entrenar más tiempo.

4. Pierdes tiempo en el gimnasio. Haces acto de presencia en la sala de máquinas pero tu prioridad es socializar, andar de aquí para allá, hablar con uno y con otros. Eres una atleta de alto rendimiento en el arte de escoger la play list perfecta, colocarte en la cinta que mejor visibilidad tiene a la televisión y ligar con el chico que te queda más a la mano. El entrenamiento es lo de menos.

5. Comes demasiado … y lo sabes. Después de entrenar necesitas una recompensa, así que te das licencia para comer todo lo que te apetece, porque, dices, te lo has ganado. Pero no, machacarse en el gimnasio no es suficiente para perder esos kilos resistentes, también hay que cuidar la dieta y no descuidar el tamaño de las raciones. Ir al gimnasio no significa una barra libre. Se siente.

6. No descansas entre los entrenamientos. El cuerpo necesita recuperación entre los entrenamientos para que el músculo crezca, se recupere y no se lesione. Cuando sobre entrenas los músculos empiezan a construir lactato y trifosfato de adenosina que ocasionan dolor y no dejan que el cuerpo funcione bien ni que el ejercicio tenga un resultado eficaz.

7. No te has marcado un objetivo cardiovascular. La mejor medida que tienes de la intensidad de tu ejercicio es cuánto sudas, pero la única medida objetiva para saber si progresas en el entrenamiento es chequear la frecuencia cardíaca, la resistencia cardiovascular y pulmonar. Además es también el modo más seguro de saber hasta dónde puedes pedir a tu cuerpo sin ponerlo en situación de riesgo.

8. No llevas una rutina equilibrada. Tu entrenamiento debe componerse de ejercicios variados, que incluyan cardio, resistencia y elasticidad. Si estás cargando el entrenamiento en una de estas zonas probablemente te cueste más adelgazar. Combinar estas tres áreas es lo ideal para conseguir que todos los músculos entrenen y alcanzar así los objetivos de peso y masa muscular.

9. No te lo pasas bien en el gimnasio. Si ves que hacer ejercicio es una nueva obligación o una nueva carga en tu vida, debes cambiar de actividad y probar con algo que te resulte más divertido y te motive. Entrenar supone colocar al cerebro en otro escenario que se acerca más a la diversión y al ocio que al trabajo y a la obligación.

10. Necesitas cambiar el chip. A entrenar se va con una actitud positiva y determinada. Deja los elementos de estrés en casa y libérate de ellos durante el entrenamiento. Este es un tiempo tuyo al que debes sacar todo el partido posible. Si después de tres minutos de entrenamiento ya estás mirando el reloj y contando el tiempo que falta para terminar, quizás necesitas cambiar de gimnasio o dedicarte a otra actividad.

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