Por qué cuesta creerse a Meghan Markle y al príncipe Harry en el papel de víctimas

Por más que se esfuercen los todavía duques de Sussex hay algunos momentos en que es difícil empatizar con su historia de víctimas. Además no muestran ninguna prueba de la veracidad de sus acusaciones.

Meghan Markle a punto de llorar

Meghan Markle a punto de llorar en el funeral de la Reina Isabel II

/ Gtres

El documental de Meghan y Harry tiene un punto débil. Muy débil. No aporta pruebas de ninguna de sus acusaciones. Hemos de creer en ellos como si estuviéramos ante un acto de fe.

En la segunda parte Harry nos cuenta detalles del día D, cuando el MEGXIT se hizo oficial y ellos informaron que se iban al otro lado del mundo y renunciaban a sus responsabilidades en la familia, a los títulos de Alteza Real y a la financiación de los fondos del estado.

William es el villano de esta historia. Cuenta Harry que su hermano se puso a gritar como un energúmeno. También su padre dijo “cosas que no eran verdad”. Mientras Harry cuenta estas cosas Meghan asiente con cara de circunstancia. Según la versión de los duques de Sussex, el MEGXIT sucedió porque alguien del gabinete de William filtró los planes privados de Harry y Meghan a la prensa. También según ellos, William emitió una declaración conjunta de los hermanos sin consultar a Harry.

El sonriente Guillermo se ha convertido en el victimario de los indefensos duques que, en su documental, se regodean en las imágenes de la desastrosa gira del príncipe heredero por Jamaica para dejar claro que la guerra es larga. Esto no le habría gustado a Diana que preferiría a sus hijos juntos contra la familia real que enfrentados entre ellos.

Harry resulta más creíble cuando se muestra temeroso de que se repita la historia de su madre con Meghan. Su odio a los tabloides británicos es comprensible, su deseo de proteger a su familia, también. Cuesta más creerle cuando se marca como el blanco de toda la corte, víctima hasta del último funcionario de Buckingham y Kensington Palace. Harry fue siempre un niño consentido, el nieto preferido de la reina. Cuesta creérselo en el papel de víctima.

Y aunque los aludidos no respondan -el protocolo y su clase social se lo impiden- sí están dejando muy claro que nada une más que un enemigo común. Y las celebraciones navideñas están sirviendo para posicionar a los bandos. Si los duques de Sussex acusan a María Cristina de Kent, premia de la Reina, de ser racista, una semana después los duques de Gales la invitan a un concierto en la Abadía de Westminster, y ella acude con sus pieles, sus cashmeres y sus perlas. Todos, juntos y muy bien vestidos, posan desde el invierno londinense con una media sonrisa para la soleada e irreverente California.

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