Nadia Comaneci regresa a los Juegos Olímpicos

Su nombre adquirió tintes sobrenaturales a finales de los 70, cuando Nadia Comaneci, una gimnasta rumana de 14 años, dejó boquiabierto al jurado de los Juegos Olímpicos de 1976 y al mundo entero con rutinas que obtuvieron la nota máxima (diez puntos, la calificación que denota que una prueba ha sido "perfecta") y que dieron una nueva visibilidad a ese deporte de curvaturas posturales imposibles y giros sobre barras mortales.

Más tarde, en los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, ganó cuatro medallas olímpicas antes de despedirse de su carrera de élite.

A lo largo de su trayectoria, Nadia Comaneci obtuvo nueve medallas olímpicas, cinco de ellas de oro. Antes, con solo 13 años, ya había ganado tres medallas de oro y una de plata en el Campeonato Europeo de Gimnasia en Skien (Noruega) y en 1975 superó a la soviética Liudmila Turíshcheva, pentacampeona, en las competiciones preolímpicas de Montreal.

Pero fue sobre todo en los Juegos Olímpicos de 1976 en Canadá cuando hizo historia con ejercicios que estrenaron la matrícula de honor (hasta entonces, la puntuación existente más alta había sido 9,95; la joven rumana logró hacer fluctuar los parámetros) y adquirió el apodo de 'la novia de Montreal'. En 1984 se retiró oficialmente de la competición.

Tras desertar de Rumanía, que entonces tenía un régimen comunista, se instaló en 1989 en Estados Unidos. Allí es donde actualmente vive, donde se casó con el gimnasta olímpico estadounidense Bart Conner y donde fundó junto a este una escuela de gimnasia. También donde tuvo a su hijo, Dylan.

"Hui de la Rumanía comunista porque quería ser libre", declaró después en distintas entrevistas, donde explicaba el estricto control al que la sometía el gobierno de su país.

En 1999 se convirtió en la segunda deportista invitada para hablar ante Naciones Unidas.

Actualmente, con 62 años, alterna la filantropía con las empresas Academia Conner de Gimnasia o la Compañía para Producir el 10 Perfecto, así como con tiendas de material deportivo. También es vicepresidenta de Dirección de Olimpiadas Especiales y Embajadora de Deportes en Rumanía. Y mantiene gran parte de la elasticidad que le dio reconocimiento mundial hace casi medio siglo gracias a una rutina que consiste en unos 40 minutos de ejercicios en bicicleta, pesas y ejercicios para preservar la elasticidad, según ha explicado.

Zara: su vínculo con el público centennial

Su última aparición ha sido en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde ha acudido para apoyar a los atletas. Hace una semana realizaba unas declaraciones sobre la decisión de la gimnasta Simone Biles de retirarse en los anteriores Juegos para priorizar su salud mental y bienestar, y de volver, después, a París. "Fue muy valiente", ha opinado en ambos casos.

Hoy su rostro aparece en la espalda de una camiseta y una sudadera con las que la homenajean desde Zara coincidiendo con la celebración de los Juegos Olímpicos de París, reconociendo a ese nombre que suena a mito y a éxito, aunque también a una vida compleja y tenebrosa en la que se habló de entrenamientos hasta la extenuación, disciplinas tan estrictas que rayaban la tortura, malnutrición (el hacer pasar hambre y sed a las gimnastas, a las que se castigaba si engordaban unos gramos, estaba a la orden del día) maltrato psicológico y un control férreo por parte del gobierno comunista, que utilizó la imagen triunfadora de Nadia Comaneci como heroína del régimen.

Nadia Comaneci huyó de su país el 27 de noviembre de 1989, solo un mes antes de que cayera el régimen comunista.