Halloween y Todos los Santos

Durante este fin de semana se celebran estas dos festividades: la anglosajona Halloween y la versión cristiana, Todos los Santos. Sin embargo, ambas ocultan un significado parecido que nos explica el psicólogo Ricardo Ros.

Halloween y Todos los Santos
Halloween y Todos los Santos

Este fin de semana se celebran tanto Halloween como la festividad de Todos los Santos, y a pesar de sus distintos orígenes (el primero pagano y la segunda católica) ambos son evoluciones de rituales ancestrales. Según los celtas, el 31 de octubre se abren las puertas del otro mundo para que los vivos y los muertos puedan comunicarse. Los católicos creen que si rezan el uno de noviembre la estancia en el purgatorio de sus muertos se acortará. ¿Supersticiones? ¿Rituales? ¿Creencias? Según el psicólogo Ricardo Ros: “En realidad son pensamientos mágicos que nos ayudan a superar y asimilar acontecimientos que escapan a nuestro control. La muerte y lo que nos espera después de ella es uno de los aspectos más desconocidos para el ser humano y, por ello, uno de los que más ansiedad genera. Para intentar neutralizar esta ansiedad, revestimos la muerte de numerosos rituales que apoyen y limiten nuestras emociones y sentimientos.”

Antiguamente, en estas celebraciones se bebía y se comía en abundancia y se bailaba y cantaba con frenesí, “pues se buscaba desdramatizar el hecho de la muerte. Esta es otra de las características de cualquier ritual, facilitar la asimilación de episodios que nos parecen negativos, quitarles importancia y añadirles un valor de costumbre que los haga conocidos”, explica Ricardo Ros, especialista en ansiedad y estrés.

Con las supersticiones ocurre lo mismo, nos ayudan a sentir que tenemos el control sobre nuestra vida. Ricardo Ros aclara: “Las supersticiones son prejuicios de nuestro cerebro para juzgar la información, modelos falsos de aspectos de la vida sobre los que no tenemos control. Por ello suelen surgir en momentos de ansiedad, pues puede parecer que la reducen al generar conexiones entre un acto aislado y un acontecimiento importante. Ante el miedo a lo desconocido, buscamos relaciones entre hechos que no tienen relación entre sí para poder prever y cambiar el futuro de una manera sencilla”. Y advierte: “Hay que tener cuidado si nuestras supersticiones aumentan, pues estaremos evitando hacernos dueños de nuestra vida y responsables de nuestras acciones. Si pienso que por pasar por debajo de una escalera ya no voy a poder evitar tener un mal día, evidentemente no voy a hacer nada por mejorar mi día, dejándolo todo en manos del destino o el azar en lugar de actuar responsablemente. Además existe el riesgo de acabar dominados por nuestras supersticiones, que les acaban generando angustia. Hay personas que si se cruzan con un gato negro o se les rompe un espejo desarrollan una ansiedad tremenda. Incluso pueden llegar a no presentarse a un examen o a una entrevista de trabajo porque han perdido su amuleto. La superstición pierde ahí su sentido tranquilizador y se convierte en un generador de angustia más.”

Para evitar que las supersticiones y rituales se apoderen de nosotros, “lo mejor es mirar la realidad de frente y ser conscientes de que somos nosotros con nuestras acciones y actitudes quienes acabamos decidiendo nuestra buena o mala suerte. Toquemos o no madera, nos pasarán cosas buenas y malas. Pero tampoco hay que ser muy radical, si nuestras pequeñas supersticiones nos aportan cierta tranquilidad y no interfieren en nuestra vida diaria, no tenemos por qué cambiarlos”.

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