Leonardo DiCaprio, a por su segundo Oscar con 'Los asesinos de la luna': "Tenía que contar esta historia con tanta verdad como fuera posible"
Hablamos con el actor de su trabajo en 'Los asesinos de la luna' (ya en Apple TV), uno de sus papeles más complejos y fascinantes de su carrera. Sólo podía hacerlo junto a Scorsese.
Después de tres décadas en Hollywood, Leonardo DiCaprio sabe muy bien que su leyenda se acabará midiendo por la fuerza de sus grandes papeles. Tras coronarse con 'Titanic' (1997), convertirse en ‘chico Scorsese’ con 'Gangs of New York' (2002) y ganar el Oscar por 'El renacido' (2015), DiCaprio quiere más, ¿quizá su segunda estatuilla de la Academia? No cabe duda de que, con 'Los asesinos de la luna' el actor se acerca aún más al estatus de 'mito viviente' de la gran pantalla, una condición que el actor de 48 años luce con un fuerte sentido de la responsabilidad. Leo propone, con su último trabajo, una punzante reflexión sobre las heridas históricas de la nación americana y su curación a base de diálogo entre pueblos. ¿Le escucharán?
Es su sexta colaboración con Scorsese: ¿cuándo trabaja para él siente que está haciendo historia?
No hace falta decir que he hecho unos cuantos biopics con el señor Scorsese basadas en historias reales, pero esto tenía un nuevo nivel de responsabilidad. Martin tiene un talento particular para hacer aflorar la humanidad de los personajes más retorcidos y siniestros que uno pueda imaginar. Su maestría reside en la ferocidad con la que persigue la verdad, por muy incómoda o grotesca que sea. Sus películas son un testimonio valiosísimo de la condición humana. El Reino de Terror que sufrió la comunidad Osage, al igual que la Matanza de Tulsa, son hechos que nos obligan a revisar nuestra historia y nuestra cultura. Muchas cosas podrían haber sido nuestro propio punto de vista sobre esta historia, pero sabíamos, basándonos en lo importante que era históricamente, que se trataba de un capítulo muy oscuro de la historia estadounidense que necesitábamos contar correctamente, y esto significaba que teníamos que escuchar.
No bastaba con leer el libro y profundizar en toda esta investigación que David Grann hizo, teníamos que ir a la comunidad de Osage y escuchar su perspectiva. Hubo momentos en los que miré a Marty en el plató y pensé: "Siento la historia en mis huesos, siento la increíble responsabilidad de contarla correctamente", y sobre todo después de investigar cómo Hollywood ha representado estas historias en el pasado desde el punto de vista de los nativos. Era un tema muy delicado, generacional, la comunidad sigue afectada por este momento de la historia, sabíamos que era nuestro trabajo y nuestra responsabilidad conocer su punto de vista. Después de hacer la segunda versión, volvimos a darle forma y se convirtió en la película que es hoy.
¿Y de dónde sacaste material para encarnar a Ernest, tu personaje? No había demasiada información, ¿quizás en las visitas al pueblo Osage?
Sorprendentemente, para una historia que tiene 100 años, sentí que tenía mucho con qué trabajar. Esto es generacional y hay generaciones que todavía están afectadas dentro de los Osage. Mucho de ello proviene de nuestra investigación inicial, y de hablar con los verdaderos testimonios. También leí muchos de los escritos de Ernest, que eran casi ilegibles, definitivamente no podía escribir bien; igualemente tuve la oportunidad de hablar con su sobrina, que todavía estaba en Oklahoma. Condujimos dos horas hasta un rancho, y pude ver un video de Ernest con sus noventa años hablando de Molly y la única cita que dijo fue: "Era una de las buenas". Así que desarrollamos esta historia de amor basándonos en gran medida en esas historias, y curiosamente sentí que tenía más que suficiente para trabajar en la creación de Ernest como personaje. Todo esto nos llevó a intentar realizar una película heredera de aquellos films épicos de la década de 1940, películas que, en su centro dramático, albergaban historias de amor bastante retorcidas.
Es increíble...
Y como he dicho antes, estamos aquí cien años más tarde, después de la masacre de Tulsa, cien años más tarde después del comienzo del reinado de terror de Osage, cien años más tarde de cuando salió la luna de flores... Empezamos en 2021, y sentimos como que esto era una especie de momento existencial y una gran responsabilidad. Teníamos que contar esta historia con tanta verdad como nos fuera posible.
¿Qué le sorprendió más de rodar esta película?
Yo sabía lo inteligente que era Lily Gladstone después de conocerla en nuestra primera reunión, pero la capacidad de habitar el alma de Molly... eso fue increíble. A menudo llegaba al set y uno podía sentir cómo la esencia de Molly estaba allí. La idea de que yo fuera el embaucador, el coyote, el diablo guapo y esta corrupta y retorcida relación de amor entre estos dos personajes -un hombre blanco que quiere erradicar su linaje y una mujer Osage- fue todo idea suya... Fue increíble la cantidad de texturas que aportó no sólo a su personaje, sino a toda la estructura y forma de la película que se ve hoy. Todo surgió de estas pocas escenas en el borrador original donde vi a este hombre confesando a la mujer que amaba que él era una parte erradicando a toda su familia, y me dio la sensación emocional más extraña y pensé: ¿cómo podría siquiera existir esta historia? Y Marty y yo empezamos a hablar y, ya sabes, todo el acto de equilibrio de esta película era hacer que esta relación fuera creíble y funcionara.
'Los asesinos de la luna', en su denuncia de los intereses económicos generados por el petróleo, ¿conecta con su sensibilidad como activista medioambiental?
Por desgracia, este tipo de avaricia no es un fenómeno únicamente americano. Los lugares bendecidos con la mayor belleza y recursos naturales suelen ser aquellos que sufren con mayor ahínco delitos de sangre. En este sentido, 'Los asesinos de la luna' no solo recrea un episodio esencial de la historia no contada de los Estados Unidos, sino que también construye un microcosmos en el que resuenan grandes temas universales, como el respeto a la naturaleza y a los pueblos originarios. Son cuestiones todavía vigentes no solo en América, sino también en Brasil, en los países asiáticos…
Pese a su larga y exitosa trayectoria, ¿tiene la impresión de que Ernest Burkhart puede ser uno de esos papeles que marcan toda una carrera?
Me resulta difícil aislar mi trabajo en 'Los asesinos de la luna' de la experiencia que supuso preparar y filmar la película. Pudimos hablar con personas que podían dar cuenta del extraño vínculo que unió a Ernest y Mollie Burkhart, un matrimonio unido por el amor y destruido por una cultura de violencia. Recrear esa relación, de un modo realista suponía un desafío mayúsculo. Resulta difícil entender que pudiese existir una conexión tan profunda entre ellos, y que Ernest, con sus pocas luces y su cobardía, pudiese intoxicar tanto esa relación. Es la dualidad de la naturaleza humana, porque él amaba de verdad a su esposa. No deja de asombrarme el modo en que Mollie se mantuvo fiel a Ernest durante su tragedia familiar, el asesinato de sus tres hermanas. Fue así de verdad, pero no tenía claro cómo podíamos hacer que esta historia pareciera creíble hasta que Lily Gladstone y yo fuimos encontrando la esencia de esa relación. No fue fácil interpretar a ese personaje tan manipulable y corto, pero al mismo tiempo, consciente de lo que hacía.
En esta película coincide de nuevo con Robert De Niro. ¿Hay algo en esa relación de mentor y aprendiz de los personajes que refleje la relación que usted ha mantenido con él a lo largo de los años?
Es curioso, ahora que lo comentas, pienso que podría establecerse un paralelismo entre las tóxicas relaciones de nuestros personajes en 'Los asesinos de la luna' y en 'Vida de este chico' (1993). Aquella película significó un cambio profundo en mi carrera y mi vida. Yo venía del mundo de la televisión y no tenía un marco de referencia claro de lo que era la interpretación en cine. Había ido a clases de actuación, había leído libros sobre la materia, pero nada podía compararse con la experiencia iniciática que supuso ver a ese hombre entrando en el set de rodaje y, siendo ya una leyenda, demostrar un compromiso absoluto con su oficio y su arte. Y, luego, que Bob me recomendara a Martin Scorsese me abrió la puerta a lo que soy ahora, 30 años después.
Síguele la pista
Lo último