Por qué todas necesitamos dedicarnos premios a nosotras mismas (tal y como ha hecho Úrsula Corberó)

La psiquiatra María Inés López-Ibor reflexiona sobre la importancia de la gratitud

Úrsula Corberó recoge su premio en Barcelona
Úrsula Corberó recoge su premio en Barcelona / GTRES

"Me lo dedico a mí también por ser tan trabajadora, tan valiente, porque estuve a esto de decir que no a este personaje y por ser tan maja". Con estas palabras, Úrsula Corberó se dedicaba a sí misma el Premio Ondas como "Mejor Intérprete Femenina en Ficción de Televisión" por su papel en El cuerpo en llamas de Netflix. Una frase que, a las más cinéfilas, nos recuerda inevitablemente a ese diálogo recurrente en Señoras y Criadas en el que la actriz Viola Davis, en el papel de Aibileen, le recuerda a Emma, la niña a la que cuida, unas sabias palabras: "Tú eres buena, tú eres lista, tú eres importante".

Hay quien tachará el discurso de la actriz española de narcisista, pero nada más lejos de la realidad: el mensaje de Úrsula Corberó nos ha hecho un favor porque nos recuerda que todas necesitamos dedicarnos premios a nosotras mismas de vez en cuando..., porque nada está por encima de tu dignidad y autoestima.

El filósofo romano Marco Tulio Cicerón decía que "tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero sí es la madre de todas las virtudes". María Inés López-Ibor, catedrática de Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que aprender a ser agradecido por lo que somos, por lo que hemos conseguido, nos hará sentirnos mejor con nosotros mismos y, por tanto, más alegres.

La actriz Úrsula Corberó

La actriz Úrsula Corberó

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Sí, la gratitud puede entrenarse y potenciarse: "El ejercicio de reflexión personal e íntimo que nos lleva a reconocer las cosas buenas que tenemos y que nos han sucedido tiene más importancia de la que parece para hallar bienestar y sentirnos más conectados con nosotros mismos y con el entorno. Además, la gratitud invita a la comunicación; a darnos a los demás y, en consecuencia, a recibir. Ya lo dijo Albert Einstein: Solo hay dos formas de vivir la vida, una es pensando que nada es un milagro y la otra creyendo que todo lo es".

López-Ibor recoge en su libro En busca de la alegría que felicitarnos a nosotros mismos por el trabajo bien hecho, sin perder la objetividad, puede ser de gran ayuda cuando se trata de mejorar la autoestima y cambiar la actitud para dirigirla hacia la alegría. "En ese sentido, también es importante mirarse al espejo y sonreírse. La imagen que veremos reflejada nos acompañará durante todo el día y nuestras acciones y decisiones estarán motivadas por una mayor sensación de bienestar", añade.

La experta advierte de la importancia de trabajar nuestra salud mental ya que "si seguimos alimentando esos sentimientos negativos, lo más probable es que lleguen a dominarnos e incluso nos impedirán ver e identificar otros que también experimentamos pero que permanecerán ocultos mientras no demos el paso de reconocerlos o prestarles atención".

Además, explica que es precisamente esto lo que propone la psicología positiva de Martin Seligman: "Es decir, centrarnos en sentimientos positivos tales como el agradecimiento, la bondad o la alegría, y en fortalezas como la gratitud, el optimismo, la templanza o la resiliencia". "La práctica del pensamiento positivo es beneficioso para la salud. Las personas alegres y optimistas se enfrentan mejor a las situaciones estresantes y su salud física y psicológica es mucho más estable y robusta: su dieta suele ser más equilibrada y tienen menos problemas para conciliar y mantener el sueño", asegura López-Ibor.

Sin embargo, reconoce que para aprender a controlar y gestionar nuestras emociones, también debemos aprender a hacerlo con nuestros pensamientos. De ahí la importancia del mensaje de Úrsula Corberó: "Las personas que con frecuencia tienen pensamientos negativos tienden a magnificar en exceso los contratiempos normales de la vida, y esa exageracion les produce angustia y preocupación. Esas personas suelen ver las cosas en opuestos, en blanco o en negro, sin término medio, y esta falta de flexibididad conduce a una mayor irritabilidad e intolerancia hacia sí mismas y hacia quienes les rodean. Esa visión de la vida sólo puede evitarse o minimizarse mediante la búsqueda activa de aspectos positivos, siendo amables con nosotros mismos y fomentando el sentido del humor", concluye María Inés López-Ibor.

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