Rosalía, esperarte hasta la madrugada mereció la pena para cerrar Primavera Sound Madrid 2023

La cangtante Rosalía en el Primavera Sound Madrid 2023
La cangtante Rosalía en el Primavera Sound Madrid 2023 / N.M.

Vuelvo en el autobús lanzadera que me lleva al Cívitas Metropolitano, donde todo empezó para los que omitieron el VTC, el taxi y el metro, donde todo ha acabado tras dos días tan intensos como si hubiera existido un tercero en el Primavera Sound Madrid 2023, tal y como estaba planeado. Tras una primera jornada cancelada por un barrizal inasumible en el que este sábado se reflejan pisadas y neumáticos, el caos reinó en el que fue su segundo día —primero realmente en el recinto— y se despejó en el tercero y último.

Todo fluía alrededor de la Ciudad del Rock, el reconvertido Rock In Río que nos hizo recordar que 2008 fue hace mucho y que empiezan a hacerse cuesta arriba horarios infinitos y verdaderas rutas turísticas entre escenario y escenario, donde tan pronto nos reencontramos con aquel amigo que llevamos años sin ver o acabamos por toparnos con una cola demasiado numerosa para comer algo. Daba igual.

Esta era la noche en la que muchos veíamos por primera vez a Rosalía en directo, uno de los grandes reclamos del festival y motivo por el que muchos adictos a la música han viajado hasta Madrid. Eso, al menos, es lo que se comenta de vuelta al estadio, donde los que no duermen, aprovechan para publicar vídeos del concierto de la artista. Lo importante no es ni cómo se ven ni cómo se escuchen: lo relevante es haber estado ahí.

Es eso lo que horas antes se respiraba en el ambiente, cuando grupos de amigos, parejas y hasta familias enteras se hacían un esquema para ir cada uno por su lado, sin perderse nada de lo que allí habían ido a ver, hasta llegada la una y media de la madrugada, cuando parece se produce la migración hacia el escenario Estrella Damn. Los vídeos de sus conciertos han pululado tanto que hasta buena parte de los presentes se prepara, móvil en mano, para dirigir su cámara al escenario y grabar ese momento.

Pasadas las 2.05 de la madrugada —otra opinión compartida fue que Calvin Harris debería haberse subido al escenario justo después de la catalana, como colchón final y a la par que Bad Gyal—, la cantante aparece acompañada de sus bailarines, de quienes a mitad de su concierto recuerda que llevan año y medio alejados de sus casas, cosa que cuesta, pero no apaga. 

Mantiene su fuerte puesta en escena

Tras el rugido de 'Saoko', con 'twerking' incluido, vienen temas de su último disco, 'Motomami', como 'Bizcochito' y 'La fama', ofreciendo un único momento de gloria a los que se enamoraron de la cantante por 'Los Ángeles'. De aquel no suena nada pero, a cambio, propone una mezcla entre 'De aquí no sales' y 'Bulerías'. A partir de ahí, abandona el sonido flamenco —que no la actitud, porque Rosalía mantiene fija la mirada en la cámara, un trabajo de realización de nuevo admirable— con el matiz desafiante de este género- para dar paso a 'Despechá', 'LLYLM' o 'Hentai'. Para cerrar, una de nostalgia ('Malamente'), más coreografía ('CUUUUuuuuuute') y amor ('Vampiros'), tres aspectos que siempre funcionan en el repertorio de cualquier artista y más en el caso de la catalana.

Detalle a destacar fue el del momento de 'La combi Versace', tema que firma junto a Tokischa, también presente ese día en el festival, motivo por el que muchos esperaban verlas a ambas sobre el escenario. Eso sí sucedió, en cambio, el la pasada edición del Coachella. No habían pensado, quizá, que todo lo que sucede en él está medido al milímetro y que es eso mismo lo que, por un lado, impide la improvisación y, por otro, consigue que el concierto sea perfecto.

No obstante, imprevistos como el de sus In-Ear, que se han mojado por primera vez después de tantos conciertos como acumula en esta última gira, mantienen la perfección de su 'show' y le añaden la naturalidad que tanto gusta de Rosalía. "A ver si me voy a electrocutar", ha dicho. Por suerte, no fue así. Por suerte, su música sí que atravesó nuestros cuerpos como un rayo. El que necesitábamos para aguantar hasta las más de 3 y media de la mañana después del éxodo a Arganda que habíamos hecho.

Síguele la pista

  • Lo último