Bimba Bosé

Sus piernas infinitas se suben a los zapatos de tacón con tanta facilidad, que parece haber nacido con ellos puestos. Se muestra más sensual que nunca: la madurez y la maternidad le han sentado muy bien.

Bimba Bosé
Bimba Bosé

Se muestra más sensual que nunca: la madurez y la maternidad le han sentado muy bien. alió con una sonrisa de nuestra sesión, en la que quisimos descubrir su lado más femenino. Y es que Bimba tiene muchas ganas de ser Eleonora. De hecho, confiesa que se sorprende a sí misma cuando da ese nombre a la hora de presentarse.

Luego, reflexiona y acepta que, desde hace un tiempo, está poniendo sus cinco sentidos para construir una nueva mujer. Su reciente maternidad ha impulsado ese cambio, pero también lo ha hecho su trabajo en Davidelfin, empresa de la que es socia y a la que agradece insistentemente el haberla llevado por el buen camino.

Porque antes, la cotizada modelo era una niña rebelde de dudosos modales, y ahora se siente más madura y comprometida. No reniega del punto «borde y macarra» que la definió en los inicios de su carrera, pero ahora sabe que Eleonora es muchas cosas más: inteligente, dulce (cuando quiere) y capaz de reírse de sí misma.

El ‘look’ andrógino ha sido siempre tu carta de presentación. ¿Ha llegado la hora de que el público conozca tus otras caras?

Me he sentido muy identificada con la imagen que ha creado para mí el equipo de Woman. Creo que en otro momento de mi vida no hubiera sido capaz de asumirla. Me he sentido muy mujer, y ésa es la dirección hacia la que estoy trabajando.

¿Qué es lo que pasa por el interior de Bimba para que su exterior se haya ‘suavizado’?

Estoy permanentemente activa, y eso me nutre. Mi maternidad ha hecho que me comprometa más con las cosas de la vida.

¿No te da vértigo mirarte al espejo y darte cuenta de que aparece una nueva arruga? Todo lo contrario. Sólo tengo treinta años, pero lo que en realidad me apasiona es imaginarme en un futuro y pensar que voy a parecerme a mujeres como Monica Bellucci, Demi Moore o Marisa Berenson. Me encanta la belleza serena que transmiten.

¿Te has reencontrado con tu feminidad?

Desde que era muy joven, la coquetería ha sido una de mis armas. Algunos no lo entenderán, pero se puede tener un carácter fuerte y ser muy femenina.

La herencia familiar

Has crecido en un entorno de mujeres influyentes. Entre ellas, tu madre, Lucía Dominguín; tu abuela, Lucía Bosé; y tu tía, Paola Dominguín. ¿Qué valores te han inculcado en casa?

Pues me han enseñado a ser una mujer... mandona (ríe) y un tanto autoritaria. Crecer entre mujeres de tanto renombre ha condicionado mis relaciones personales.

¿En qué sentido?

Bueno, no sé si ése es el análisis correcto, pero nunca he conseguido conservar una amistad (femenina, especialmente). De todos modos, las mujeres de mi familia me han enseñado cosas muy buenas. Por ejemplo, a tener sentido del humor... y a cocinar (ríe). Tampoco quiero restar importancia a mi padre y mi tío Miguel, que son dos grandes currantes.

Cuando se entrevista a un Bosé, es inevitable preguntarle por el resto del clan. ¿Te incomoda o te enorgullece?

Para mí es un reto pertenecer a él: hay que trabajar duro para dejarlo donde se merece. Por otro lado, mi apellido es muy útil. Son muchas las herederas de moda que han tomado el nombre de sus familiares. ¿Por qué no iba a utilizar yo el mío?

Da la sensación de que en una reunión de los Bosé, deben de predominar los temas creativos. ¿Hasta qué punto ese ambiente ha influido en tu desarrollo profesional?

Mi familia nunca me ha condicionado para introducirme en el mundo de la moda. Por otro lado, mi objetivo, es volcarme en mi faceta como empresaria, un área que mi entorno familiar todavía no ha explotado. Aunque he seguido a una saga, lo cierto es que quiero encontrar mi sitio.

Trabajo más amor

¿Hubieras seguido en el mundillo ‘fashion’ de no topar con Davidelfin?

Obviamente, no. Hubiera acabado cansada y asqueada. Empecé desfilando porque tenía la necesidad de trabajar. Pero, como todo, la moda es de usar y tirar y tiene un ciclo. Además, yo jamás tuve la sensación de ser una top, como Gisele Bündchen.

Dice el diseñador David Delfín que acabarás dirigiendo la empresa… Sí, eso es lo que él dice, pero ya veremos (ríe). De hecho, creo que tengo madera porque siempre digo las cosas tal y como son.

Trabajas todo el día al lado tu pareja, Diego Postigo. ¿Cómo conseguís separar la vida emocional de la laboral?

Cuesta, pero puede hacerse. Ambos somos conscientes de que el trabajo es síntoma de salud y forma parte de nuestra vida. Planteado así, es más fácil afrontarlo.

Hace diecisiete meses trajiste al mundo a Dora. Con tanto trabajo de por medio, ¿fue una decisión premeditada?

Nunca me había planteado la maternidad en serio, quizá porque no había dado con la persona adecuada. Pero conocer a Diego fue una explosión de creatividad, y Dora fue otra manera (y muy bella) de crear. Muchas veces me digo a mí misma: «¡Jo! Qué bien que lo he (hemos) hecho!» Dora ha cambiado la vida a todos los que la rodean.

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