Así castigaba Sarah Ferguson a las princesas Eugenia y Beatriz de York "para enseñarles empatía"

La duquesa de York no soportaba que sus hijas se quejaran por nimiedades cuando vivían rodeadas de privilegios, y cada vez que lo hacían las castigaba así para que entendieran que había personas con problemas reales.

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Sarah Ferguson junto a sus dos hijas, Eugenia y Beatriz de York
Sarah Ferguson junto a sus dos hijas, Eugenia y Beatriz de York / Gtres

Sarah Ferguson, exmujer del príncipe Andrés y duquesa de York, siempre se ha sentido orgullosa de haber logrado darle a sus dos hijas, las princesas Eugenia y Beatriz, una infancia relativamente normal a pesar de que crecieron en el seno de la familia real británica, o al menos más normal que la que tuvieron sus primos Guillermo y Harry.

Por una parte, era importante que les enseñara a seguir el protocolo en presencia de su abuela Isabel II y en los actos oficiales; pero, por otra, no quería que se acostumbraran a un mundo de privilegios que les eran dados sin esperar nada a cambio. Su principal preocupación era inculcarles un interés auténtico por la labor humanitaria que desempeñan los miembros cercanos al monarca y hacerles entender que su posición implica que "han nacido para dar". Como madre, estaba dispuesta a recurrir a métodos poco convencionales para lograrlo.

"Cuando eran pequeñas, si se quejaban y se lamentaban, les ponía a la intemperie, con un frío que pelaba... Entonces se quejaban y se lamentaban, y yo les decía: 'Bueno, imaginaos lo que es estar en medio de la nada, sin abrigo y sin poder conseguir uno para abrigaros'. Dejaban de quejarse muy rápido. La mayoría de la veces no se quejaban por nada serio. Era porque estábamos viendo Barbie, y querían ver otra cosa".

Sarah lleva más de tres décadas trabajando con refugiados y también quería que Beatriz y Eugenia aprendieran a desarrollar la fortaleza necesaria para escuchar historias trágicas, con la esperanza de que eso les impulsara a buscar formas de ayudar. Por eso, en cuanto sus hijas cumplieron 18 años hizo que las acompañaran a la unidad oncológica para adolescentes de la organización Cancer Trust. "Quería enseñarles a coger la mano de una persona que se está muriendo".

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