¿Por qué la exfoliación química puede ser la mejor amiga de tu piel?
Hay quien todavía piensa que puede ser una amenaza para la integridad de la piel, pero en realidad la exfoliación química (y también la enzimática) es una gran aliada de una barrera cutánea sana y de una piel bonita.
¿Aún crees que la exfoliación química es más agresiva para la piel? Que lleve el apellido ‘química’ y se realice básicamente con ácidos, no significa necesariamente que este tipo de peeling perjudique el equilibrio de la barrera cutánea. De hecho, según Deborah Kilgore, directora de programas de desarrollo de conocimientos sobre el cuidado de la piel de Paula’s Choice,una exfoliación química periódica no solo no es destructiva para la piel sino que mejora su funcionamiento natural y ayuda en el proceso de renovación celular. Eso sí, al principio hay que introducirla poco a poco y observar cómo reacciona la piel. La clave, dice, está en la concentración de activos.
No obstante, todavía existe mucha reticencia hacia este tipo de exfoliación. “Aún hoy existe confusión acerca de los ácidos, ya que es una palabra que la gente relaciona con productos agresivos e irritantes. Por eso optan por la exfoliación mecánica, quizás más conocida, creyendo que actúa a nivel más superficial”, comenta Elsa Vilá, del departamento de formación de Natura Bissé.
¿Qué hace la exfoliación química?
Como cualquier otro tipo de peeling, su objetivo último es renovar la superficie cutánea y eliminar la capa de células muertas para que la piel quede más lisa y suave. “Es química cuando usamos sustancias químicas, normalmente ácidos, que son responsables de favorecer ese pelado y alisado de la piel” resume la dermatóloga Paloma Borregón, miembro del GEDET (Grupo de dermatología estética y terapéutica) de la AEDV.
El empleo de ácidos, añade Elsa Vilá, acelera el proceso de descamación natural de la piel, disolviendo inmediatamente la cohesión que mantiene unidos los corneocitos (células de la epidermis) sin tener que realizar ningún tipo de fricción. Y esto último (la ausencia de fricción) es en opinión de esta experta una de las ventajas del peeling químico.
Los ácidos más utilizados en la exfoliación química son los alfahidroxiácidos (AHAs) derivados de frutas y sustancias naturales: málico (manzanas, peras, o uvas, entre otras frutas), láctico etc.. Todos ellos, explica la portavoz de Natura Bissé ayudan a renovar las capas más deterioradas de la epidermis. ¿Su preferido? el ácido glicólico “por su gran capacidad de penetración. Es muy eficaz renovando el estrato córneo, la capa más externa de la epidermis, y haciendo que las células nuevas más sanas emerjan a la superficie, revelando un cutis más liso, uniforme, fresco y luminoso”. Otro tipo son los betahidroxiácidos (BHAs). De estos, el más usado en cosmética es el ácido salicílico (obtenido de la corteza del sauce), que a diferencia de los AHAs se disuelven en aceite y no en agua. “Por este motivo penetran mejor en las pieles con tendencia seborreica, oleosa y grasa, limpiando el interior de los poros en profundidad. A nivel cutáneo, son menos irritantes que los AHAs y su composición les permite penetrar en el folículo pilosebáceo donde descomponen la grasa y la suciedad, gracias a su acción lipofílica”, explican desde 5th Essence Square. Además, existe una nueva generación de ácidos: los polihidroxiácidos (PHAs), idóneos para pieles sensibles o con tendencia a irritarse. “Su peso molecular – aquí está la clave- es mayor que el de los AHA o BHA y su capacidad de penetración en la piel es más limitada, actuando solo en la última capa de la epidermis. Al igual que los AHA o los BHA, unifican el tono y la textura de la piel. También mejoran la penetración de los activos de otros cosméticos aplicados a continuación, estimulan la renovación y reparación de la epidermis y son antioxidantes e hidratantes”.
Química o enzimática ¿conoces la diferencia?
Similar a la exfoliación química pero no igual, existe un tercer tipo, la enzimática. “Ambas actúan gracias a las propiedades de sus compuestos y no por acción mecánica”, explica Elsa Vilá, pero se diferencian tanto por los activos utilizados como por su forma de acción. Mientras que el peeling químico se basa en la acción de los ácidos que rompen los enlaces entre las células muertas y la piel, el segundo se realiza con enzimas que se disuelven y adhieren a células inactivas ricas en proteínas. Estas enzimas, que proceden principalmente de frutas, sobre todo de la piña y la papaya, también del aloe vera o la calabaza, se descomponen y favorecen el desprendimiento de esas células muertas.
¿Qué elegir, entonces? En esto de la exfoliación no hay buenos ni malos, todo depende de las circunstancias de cada piel. “Mas que decir que es mejor, decimos que la exfoliación enzimática es más segura para todo tipo de piel, incluso las más sensibles”, explican desde Sisley. De la misma opinión es la doctora Borregón, quien, sin embargo, se declara fan de la exfoliación química, “siempre que sea posible. Y es que como puntualiza Elsa Vilá, los ácidos, al tener menor peso molecular, se absorben rápidamente y pueden penetrar un poco más en profundidad, lo que, por otro lado, puede producir picor o irritación en las pieles más delicadas. En el caso de la exfoliación enzimática, explican desde Sisley, las enzimas deshacen de forma natural los corneodesmosomas (el cemento intercelular) sin alterar la capa córnea
Sea cual sea la opción elegida, siempre conviene que el producto contenga activos calmantes o aplicar después una fórmula que suavice la piel; ser cautelosas con la exposición solar y aplicar factor de protección al salir de casa.
¡Ojo a la sobreexfoliación!
La exfoliación es un paso esencial para tener una buena piel. Sin embargo, en ese afán por lograr una luminosidad extra, por deshacernos de impurezas o por acelerar la renovación celular siguiendo prácticas, a veces más virales que ortodoxas, se puede caer en la sobreexfoliación con los consiguientes perjuicios para la piel. Y eso no solo puede ocurrir con un peeling químico, si es demasiado potente para nuestra piel, sino que como señala la doctora Borregón, si una fórmula mécanica (que exfolia arrastrando) se aplica con demasiada fuerza, frecuencia o partículas grandes o cortantes nos llevamos también la capa superficial y podemos hacernos incluso heridas.
En los casos de sobreexfoliación, “la piel reacciona inmediatamente, mostrando rojez, inflamación y sensibilidad. A largo plazo puede manifestar alteraciones pigmentarias y aspecto de piel irregular, por lo que es muy importante seguir las pautas de aplicación de cada producto. Cuando exfoliamos estamos eliminando células muertas de la superficie cutánea, pero si no respetamos los tiempos de aplicación, no le damos tiempo a la piel de regenerarse y podríamos sensibilizarla”, advierte Elsa Vilá. No solo eso, sino que como efecto colateral, al alterarse la barrera cutánea, “la piel queda desprotegida frente a infecciones, se deshidrata más porque perdería agua y se vería menos bonita”, resume Paloma Borregón.
Reglas de uso
La exfoliación también debe ser un gesto personalizado, tanto a nivel de ingredientes como de frecuencia atendiendo a las características de la piel. No existe una regla universal a la hora de exfoliar la piel. Aun así, la doctora Borregón da unas pautas para no dejarnos la piel en el intento. “En la exfoliación mecánica hay que optar para la cara por un exfoliante de grano más fino que para el cuerpo, con partículas suaves sin aristas. Se debe humedecer la piel previamente y realizar durante un minuto un masaje muy suave, circular y evitando el contorno de los ojos. Aclarar con agua y usar una o dos veces por semana. Si la exfoliación es enzimática, en ocasiones se incluye en limpiadores faciales diarios, que actúan de manera progresiva y suave. En cuanto al peeling químico, su uso depende de la concentración y el tipo de producto”. Además, según esta especialista, un buen exfoliante mecánico combinado con retinol es un buen mix, “el retinol hace que se despeguen las células muertas y la mecánica las arrastra”.
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