Simon Miller x Mango, o cómo encapsular el verano en una colección de moda

Cinco secretos y siete compras triunfales –de boca de sus creadoras– de la que se postula como la colección más codiciada del verano.

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Simon Miller x Mango 7 / D.R.

Hoy (por fin) a la venta, hace tres meses y medio que la noticia de la colaboración entre el gigante catalán y la firma californiana llegó a los titulares. Y diez desde que empezó a fraguarse.

“Parece mucho tiempo, pero no lo es”, nos cuenta Justi Ruano, directora de producto de las colecciones femeninas de Mango. “En Mango buscamos siempre alianzas con personalidades o marcas con las que compartimos ADN”, explica Ruano. Al caso, las que han firmado con Leandra Medine, Chufy, Pernille Teisbaek y, estas navidades, Camille Charrière. Simon Miller, la firma fundada en 2002 como una enseña de denim masculina que hoy capitanea y diseña Chelsea Hansford, es el último nombre de la lista.

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Chelsea Hansford y Justi Ruano en uno de los fittings de la colección.

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Fue un fichaje obrado gracias a Instagram, escaparate por excelencia en lo que a descubrimientos sartoriales se refiere hoy.

Y no es el primero, ni el último: así descubrieron Kylie Jenner los vestidos de Erika Maish y la estilista Katie Grand las creaciones de Tomo Koizumi –un DM, y un año después el diseñador japonés ya estaba desfilando en Nueva York bajo el ala de Marc Jacobs–. “El mundo es digital, y las redes sociales han cambiado cómo funcionan la moda y la industria. Ha dado espacio a muchas firmas más pequeñas que antes no habrían podido competir para hacerse un hueco”, dice Hansford.

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Elegir una firma del otro lado del mundo relativamente nicho –aunque con más de un nombre prominente entre sus acolitas, de Rosalía y Miley Cyrus a Bella Hadid y María Bernad– fue absolutamente intencionado.

Mientras otros grupos se centran en compartir cartel con nombres de calado estratosférico, en Mango prefieren centrarse en las afinidades. “Nunca hacemos colaboraciones con primeras marcas, es bastante complicado. Pero sí buscamos conectar con marcas medianas con las que compartimos algo, y así dimos con Simon Miller. A pesar de estar tan lejos, nos dimos cuenta de que tenemos muchas cosas en común. La visón de una mujer femenina. La interpretación del color, los estampados. La idea de las prendas relajadas para el verano”, explica Ruano. Y la idea de dar a conocer el universo creativo de Simon Miller a su público era un filón interesante para ambos flancos.

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"El reto, y a la vez lo más emocionante de todo, ha sido llevar una colección tan atrevida a una escala tan grande”, explica Hansford.

Ellos lo llaman “lujo accesible”. “Simon Miller es una firma muy nicho, pero a la vez tienen una visón muy comercial. En ese sentido, son muy americanos”, dice Ruano, que desde hace varias temporadas ve en esa línea el futuro de Mango. “Queremos dejar claro que también tenemos una propuesta de moda, que no solo las marcas caras pueden crearla. Después de la pandemia hicimos un giro en las colecciones. Empezamos a darle más personalidad y más al producto, reposicionándonos pero sin alejarnos de lo que somos, que es una firma masiva y global”. Simon Miller x mango aparte, la colección Capsule que estrenaron en marzo es un ejemplo flagrante. “Permitirme hacer vestidos de 200 euros y ver que se agotan en 48 horas es la confirmación de que ese es el camino”.

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Es muy distinto crear una colección junto a una influencer que crearla con una directora creativa. Al final hablamos el mismo idioma”, explica Ruano.

La conexión fue inmediata: bastaron un puñado de reuniones y una viaje transatlántico en cada dirección para fraguar la que –con permiso de H&M y Mugler– se postula como la colección más codiciada del verano. Cruzar las visiones de un gigante global del mass market y una firma de autor relativamente nicho del otro lado del planeta fue “sorprendentemente fácil”, afirma Hansford. Primero pusieron en común los moodboards. Con ese punto de partida se plantearon los materiales. A partir de ellos se desarrollaron los diseños. Y para terminar la guinda del pastel, los complementos. “Desde el minuto uno estábamos alineados”, cuenta la diseñadora. “Hay algo del Mediterráneo y algo de California. Un punto arty y cierta estética surfera. Está el color. El crochet. Las redes. Es un cóctel de lo suyo y lo nuestro, y el resultado es súper original y divertido”, defiende Ruano.

¿El best seller de la colección? El vestido de red multicolor con cuentas, por unanimidad.

“Lo puedes llevar con biquini a la playa o ponértelo para ir a una fiesta por la noche con culotte y un taconazo. Es una pieza de la que no te vas a querer desprender”, dice Ruano. “No soy muy fan de los vestidos, así que cuando veo uno que me gusta es una doble victoria. Y este me encanta”, secunda Hansford. Los otros grandes éxitos en sus listas: los sombreros de paja mayúsculos, el vestido de rejilla plateado, las chanclas de goma, el bolso de rafia oversize y las gafas de sol de colores. “Todas ellas”, apuntala Hansford. “Me llevé un par de viaje a Grecia y una chica me paró por la calle para preguntarme dónde las había comprado. Le dije que mirara en mayo en Mango”.

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