Con F de funcionalidad y feminidad: las claves de la semana de la moda de Nueva York

Ya se sabe que, como reza el dicho popular, cuando no está el gato, los ratones bailan. Un aforismo que se puede aplicar a la perfección a esta última edición de la Semana de la moda de Nueva York, que acaba de terminar tras cinco días consagrados a las tendencias que nos vestirán de cara al próximo otoño/invierno 2023. Aunque la cita estaba programada en el calendario desde hacía meses, en esta ocasión han sido algunos de los nombres más destacados (y mejor considerados del panorama) los que han destacado por haberse ausentado de la convocatoria. Ni Peter Do, Ralph Lauren, Tom Ford o Marc Jacobs han decidido pisar la pasarela en esta ocasión.

Pero lejos de dar lugar a una sequía estética, este vacío ha permitido que muchos otros nuevos nombres emergentes hayan tenido la posibilidad de mostrar su propuesta y recibir además algo de luz del foco mediático. Las ausencias notables han dejado paso a un brillo joven que permite que el lustre de la industria norteamericana (algo apagado durante los últimos años, y al que la pandemia tampoco ha ayudado) pueda sacar brillo de nuevo. Luar, la firma del diseñador dominicano Raul Lopez, o Elena Velez, originaria de Milwaukee, ciudad del estado de Wisconsin, o Eckhaus Latta han convivido junto a pesos pesados del panorama en el que también se han vivido celebrados regresos como el de Rodarte o aniversarios como los veinte años de Proenza Schouler.

Lo que sí está claro es que el mensaje que se ha querido lanzar al unísono ha sido el de convertir a la moda del próximo otoño/invierno 2023 en una oda a la practicidad, materializada en forma de infinidad de patrones sartoriales donde el traje de chaqueta es el eje central. Ya sea combinada con pantalones de pinzas anchos, bermudas o abrigos rectos hasta el suelo de hombreras exageradas. También los tiros bajos, las prendas de cuero, especialmente los vestidos largos y las faldas de largos asimétricos. Aunque el toque de ensoñación y fantasía también ha estado presente gracias a Rodarte o Thom Browne, que elaboraron efectos llamativos de volúmenes y estampados naïf con los que ensalzar el poder escapista de la moda.

Proenza Schouler

Coincidiendo con el vigésimo aniversario de su primera colección, Jack McCollough y Lazaro Hernandez quisieron evitar la nostalgia y no convertir su desfile en un repaso a las dos décadas que les han convertido en uno de los nuevos emblemas de la moda norteamericana. Sin embargo decidieron enfocarse en esas mujeres que han adoptado su visión estética y casi la han convertido en una forma de vida, como la actriz Chloë Sevigny, seguidora de la firma desde sus inicios y con la que quisieron contar para lucir la primera salida del desfile. “Nuestra única intención es construir un armario de esenciales", declaraban. Lo que se manifestó en una revisión de vestidos blancos y negros que rozan los tobillos, pliegues inspirados en el origami, chaquetas de traje abiertas hasta el ombligo y ceñidas con lazos de cuero, una sudadera con capucha combinada con una falda midi de cuero y botas de cuero con tacón cuadrado. 

Gabriela Hearst

El minimalismo y la sobriedad se han convertido en dos de los puntos de apoyo principales sobre los que la uruguaya ha depositado el grueso de su propuesta. La sastrería de cortes impecables y la gama de tonos negros, blancos y beiges son inconfundibles a los que añade texturas como el punto en jersey con faldas a juego, estampados gráficos de referencias bohemias y bloques de colores combinados en una de sus prendas fetiche: el poncho. 

Carolina Herrera

El opulento universo estético al que la firma nos tiene acostumbrados tiene un reflejo exquisito en manos de Wes Gordon, director creativo de la marca y digno heredero de la casa fundada por la diseñadora venezolana, estandarte de la clase adinerada de la Gran Manzana. En esta ocasión la inspiración ha sido la princesa Isabel de Babaria, Sisí, y su repertorio aristocrático. Gordon presentó vestidos con estrictos escotes y suntuosos pliegues en espiral, brillantes brocados y estampados florales inspirados en la tapicería. La paleta giraba en torno a ricos tonos amarillos y morados, con telas decadentes, como terciopelo y tafetán, y bordados dorados ornamentados.

Coach

La comodidad y la sencillez se ponen en manos de Stuart Vevers al servicio de una feminidad sobria y seductora de una forma nada obvia. La nostalgia de los años 70, materializada en prendas como abrigos de cuero con forro de borrego y las maxigabardinas de efecto desgastado conviven con un giro hacia el grunge donde destacan vestidos de gasa en tonos vibrantes como morado, verde y amarillo. Además el tejido vaquero aparece coordinado en looks de cazadoras de talle alto con pantalones y faldas hasta el suelo de tiro muy bajo. “Estos diseños no solo muestran los códigos clásicos de Coach y nuestro amor por la artesanía, sino que también redefinen el patrimonio dentro del contexto de la sostenibilidad, creando piezas para que duren, sino con un ciclo de vida circular en mente”, escribió Vevers en sus notas de prensa.

Michael Kors

Redefinir los códigos que hicieron de los años 70 un emblema icónico del armario se ha convertido en uno de los ejercicios creativos favoritos del diseñador en las últimas temporadas. Ese desenfadado estilo americano mira a las aceras de la ciudad y se nutre de piezas de corte masculino como los trajes de chaqueta cruzados de doble botonadura y de pierna muy ancha añade además prendas de punto y canalé donde los shorts se combinan con cinturones fajín muy anchos, abrigos rectos hasta el suelo y botas a la altura de la rodilla. La noche no queda descuidada y los ecos de la estética de Studio 54 se hacen palpables en lentejuelas doradas y plateadas aplicadas en monos ajustados de pernera muy ancha además de minivestidos de tirantes con larguísimos flecos pensados para añadir movimiento a cada paso.

Rodarte

La querencia por la estética gótica de las hermanas Kate y Laura Mulleavy no es ningún secreto. Las californianas convirtieron su presentación en una procesión de sofisticadas vampiresas cubiertas de encaje negro con incrustaciones de cristal, y terciopelo con colas largas. Estas visiones pronto dieron paso a una fantasía folclórica, con vestidos de encaje metálico rematados con cuellos de flecos de estilo años 80 con coronas y joyas de referencias élficas. Aparte de los vestidos en su mayoría negros, la esencia de Rodarte se plasmó en algunos de los looks finales protagonizados por vestidos de punto en forma de telaraña, vestidos psicodélicos con volantes de tul y de flecos con cuentas de arcoíris combinados con boleros de terciopelo negro con mangas exageradas. 

Khaite

La silueta del poder fue el punto de partida con el que Catherine Holstein construyó una propuesta moderna y efectiva que no compromete la funcionalidad. Desde que lanzara su marca propia en 2017 ha conseguido escalar posiciones hasta convertirse en algo más que un nombre prometedor de la escena neoyorquina. La tienda que acaba de inaugurar en pleno Soho y el ganar el premio CFDA a la diseñadora de ropa femenina 2022 sirven para apuntalar su éxito. Lo que Holstein hace de maravilla, y de forma tan singular, es equilibrar el minimalismo y el acabado arquitectonico de su ropa con la sensualidad y la ligereza. Para cada abrigo o vestido túnica hay un detalle de gasa o una bota hasta el muslo.

Thom Browne

Tras haber desfilado durante las últimas dos temporadas en París, el recientemente nombrado presidente de la CFDA, regresó a Nueva York para desplegar todo su personal imaginario. Con la novela El principito, de Antoine de Saint-Exupéry como resorte creativo, Browne llevó a cabo una mezcla de surrealismo y sastrería en el que la androginia llevaba la voz cantante. Los volúmenes escultóricos y los patrones en los que el tweed se funde con la gasa articulan una colección que derrocha artesanía detrás de cada prenda. Una demostración inequívoca de que la capacidad de Browne para ofrecer fantasía está lejos de decaer.