Diego della Valle

Ésta es la historia de una pequeña fábrica italiana de zapatos transformada en grupo mundial de lujo. Un milagro llevado a cabo por el gran mago Diego della Valle.

Diego della Valle acertó: hizo que la comodidad no tuviera precio.
Diego della Valle acertó: hizo que la comodidad no tuviera precio.

A sus casi 53 años, Diego della Valle tiene la ilusión pintada en la cara. Nadie diría que lleva 31 años al frente de una empresa familiar que ha terminado convirtiendo en una de las más florecientes de Italia: el grupo Tod’s S.p.A. Es encantador, cercano, un maestro en el arte de hacer que los demás se sientan como en casa. Y goza de un espíritu jovial que no se empaña ni cuando le preguntamos por la Fiorentina: la justicia italiana le acaba de inhabilitar como presidente del equipo y lo ha sancionado con 19 puntos menos. «Estoy sereno, pero indignado, porque el tribunal no ha tenido tiempo en una semana de verificar los car gos de los implicados» en este escándalo que ha sacudido al fútbol italiano. Resulta poco creíble que sea precisamente Della Valle, un empresario competente –posee la medalla de oro al trabajo– y de gran sensibilidad –es legendario su interés por el bienestar de sus 2.200 empleados– el que tenga que demostrar su rectitud: «Es muy fácil acumular fortuna o tener éxito si lo persigues a toda costa. Si lo haces tratando de no molestar al prójimo es más difícil, pero da más satisfacción», Diego dixit.

¿Usted es un claro producto de la familia y el entorno en el que ha crecido?

Sin duda. Hay tres palabras que me inculcó Dorino, mi padre, y que resumen mi filosofía: dignidad, deber y diversión. Él, a sus 80 años, aún acude cada día en bici a la fábrica para echar un vistazo y dar consejos: es un excelente ejemplo. De mi madre, heredé el sentido de la ironía y el amor por la libertad.

Entonces, la clave de su éxito es...

La perseverancia. El truco está en tener un sueño y en perseguirlo día a día. Y el pertenecer a una familia que ha dedicado tres generaciones a pensar en cómo fabricar los mejores zapatos. Tod’s es lujo contemporáneo, porque la gente quiere calidad y exclusividad en las cosas que se usan a diario.

¿Con esa perseverancia convenció a su padre de que lo suyo no eran las leyes?

Soy cabezota y me había enamorado del cuero. Tras volver de Bolonia y de pasar una temporada en Estados Unidos, me lancé a crear un producto casual para llevar tanto con traje como con jeans. Era la gran idea: dar elegancia a un trocito de caucho. Así nació el Gommino (su best seller).

¿Hay algo que aún no haya logrado?

Siempre hay metas nuevas. A nivel empresarial, quiero imprimir un toque chic a Tod’s, abrir unas 25 tiendas en China en los próximos dos años, lanzar Fay en Asia y Estados Unidos... A nivel personal, más tiempo para estar con la gente que quiero y jugar al fútbol con mi hijo Filippo (9 años).

Tan perfecto no puede ser...

No, me he casado tres veces (risas). En serio, no me gusta delegar. Controlo los productos, la publicidad y todas las tiendas. También detesto repetir las cosas, en eso soy implacable. Admito el error, pero nunca dos veces.

¿Por eso Emanuele, su hijo mayor, ha dejado Hogan para fundar su propia empresa de comunicación en Milán?

Supongo que quería escapar a mi control, pero quizá vuelva para sucederme al frente de esto. ¿Por qué no, si es el mejor? Mi familia es mi fortuna.

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