¿Qué significa el adiós de Jeremy Scott en Moschino?
La clave de su éxito al frente de Moschino es también la causa de su partida.
Alessandro Michelle deja Gucci, Demna hace borrón y cuenta nueva en Balenciaga y este mismo martes Jeremy Scott anunciaba su salida de Moschino tras diez años capitaneando la dirección creativa de la firma italiana. Estamos siendo testigos de una nueva era dentro de la industria, y, tras un mes de la moda liderado por el ‘formalwear’, la duda es pertinente: ¿es este el fin de la era camp?
Corrían los años 70 cuando Jean Paul Gaultier y Thierry Mugler irrumpieron en la escena de la moda –dominada hasta aquel momento por la seriedad de Dior, Yves Saint Laurent, Chanel y Balenciaga– con una sensibilidad exagerada, teatral, que exploraba la moda como artificio y que, en definitiva, puso el camp sobre la pasarela.
Seguidos por Gianni Versace, Franco Moschino y John Galliano, la década de los 80 fue testigo del florecimiento de esta estética, pero con la llegada del minimalismo en los 90 de la mano de diseñadores como Yohji Yamamoto, Rei Kawakubo, Jil Sander o Martin Margiela, fueron pocos los que mantuvieron una filosofía de divertimento e ironía en el mundo de la moda, entre los que destaca Jeremy Scott.
El diseñador americano de orígenes humildes –no por nada se ha ganado el título de “diseñador del pueblo”–inició su aventura en el mundo de la moda en 1997, cuando desfiló en la Semana de la Moda de París con su firma homónima.
Poco más tarde la reina nórdica del camp, Björk, se convirtió en una de sus primeras clientas, seguida de Madonna, Britney Spears –para quien creó el icónico vestido de azafata que protagoniza el videoclip de ‘Toxic’– y Katy Perry, artista junto a la cual ha creado varios de los momentos más excéntricos de la cultura popular de este siglo, como el look inspirado en balones de playa de la Super Bowl 2015 o cuando se vistió de hamburguesa para la After Party de la Met Gala en 2019 (por no hablar del look que escogió para la propia Met Gala, a la que acudió convertida en un candelabro andante).
Cuando en octubre de 2013 se anunció la llegada de Jeremy Scott a Moschino los astros parecían haberse alineado. La sensibilidad de ambos creadores encajaba a la perfección y las cuentas respaldaron la decisión del cambio en la dirección creativa que, tras la muerte prematura de Franco Moscino en 1994, se dejó en manos de su amiga Rossella Jardini. Sin las riendas de su fundador, la firma cayó en el olvido hasta que Jeremy Scott le tomó el relevo, registrando en 2021 un crecimiento del 70% desde su llegada a Moschino.
Si Franco Moschino causó sensación en su primera colección (1983) cuando mandó por la pasarela a Pat Cleveland luciendo un vestido de seda combinado con unas zapatillas y una bolsa de la compra, fue una combinación similar entre Alta Costura y la moda casual la que desató la carrera de Jeremy Scott, quien presentó su colección otoño 2003 en una alfombra roja bajo la temática de Hollywood, donde las modelos posaron con sus últimos diseños calzando la que sería la primera colaboración entre Adidas Originals y Jeremy Scott –una alianza que duró doce años y que vio nacer las sneakers más polémicas de este siglo–.
La irreverencia es otra característica que comparten ambos diseñadores. Si a Franco Moschino le llevaron a los juzgados firmas como Chanel o Louis Vuitton por uso indebido de su imagen, Jeremy Scott ha continuado el legado del italiano, notablemente en la colección de primavera 2022 “Ladies who lunch” (Mujeres de clase alta), donde el clásico tweed del traje de chaqueta de Chanel se sustituía por estampados infantiles mientras las cadenas doradas cobraban vida en forma de tonos pastel y esmaltes mate que hacían lucir las joyas como si fueran plástico.
Sombreros en forma de lámparas o flotadores, el uso de seda en prendas safaris, una regadera como bolso o un Birkin colocado en la cabeza fueron algunas de las piezas que nos dejó Franco Moschino en su esfuerzo por descontextualizar y reinterpretar la historia. En su afirmación “conozco la historia y puedo bromear con ella”, se encuentra reflejado Jeremy Scott, maestro en la mezcla de “High Glamour and High Humor” (Alta Costura y Humor Elevado), ya que en su paso por la firma ha reinterpretado el imaginario popular en incontables ocasiones; desde McDonald´s hasta Coca Cola, pasando por Barbie, Bob Esponja y los Looney Tunes.
Maestros de la ironía, se encontraron no sólo en el humor sino también en la crítica. Moschino fue reconocido activista en contra de las drogas, la crueldad animal y el medioambiente, lanzando incluso la primera línea de “ecocouture” –como él la bautizó– a partir de materiales sostenibles.
Del mismo modo, encontramos un señalamiento a la sociedad de consumo por parte de Scott, que ya en su firma homónima había diseñado camisetas que rezaban frases como “Milk Kills” (La leche mata) o “Don't Take Drugs” (No tomes drogas), y que en Moschino adquieren la máxima performatividad, como muestra el desfile de otoño 2019: todo un ejercicio de extrañamiento del juego, la ludopatía, la fiebre del dinero y los concursos de la televisión que giran en torno a estos ideales.
A pesar de la compatibilidad entre Moschino y Jeremy Scott, a finales de 2022 la firma reportaba un decrecimiento de 9 millones de euros frente al crecimiento de 12 millones que registraron el año anterior.
En 2019, Business of Fashion predijo que la sensibilidad camp estaba dando sus últimos coletazos cuando la Met Gala anunció esta estética como la temática de ese año. Apoyados en Susan Sontag –quien teorizó sobre esta estética en los años 60–, defendían que la democratización del camp, que está caracterizado por la subversión y, por tanto, destinado a los márgenes, constituía su muerte.
De esta forma, el éxito de masas que han tenido la excentricidad de Alessandro Michelle en Gucci, la subversión de Demna en Balenciaga o la ironía de Jeremy Scott en Moschino, serían la misma causa de su agotamiento.
El propio Franco Moschino se encontró en el centro de un debate similar cuando Lady Di lució sus diseños en 1990. El italiano, que anunciaba sus colecciones con frases como “Stop the fashion system” (Parar el sistema de la moda) impresos sobre una vampira o “Long live catwalk$ photographer$ casting$ and the pre$$” (Larga vida a los desfile$ fotógrafo$ casting$ y la pren$a), de pronto se vió a sí mismo acogido y aclamado por el sistema que se había pasado años denunciando.
De esta forma, aunque los rumores apuntan a que el siguiente paso de Jeremy Scott está en Chanel (el mismísimo Karl Lagerfeld dijo una vez que Scott sería el único diseñador que podría tomarle el relevo capitaneando la firma francesa), parece que la industria de la moda no está preparada en este momento para un ‘crossover’ tan explosivo, sobre todo teniendo en cuenta la predominancia actual del utilitarismo, el ‘formalwear’ y el minimalismo en la pasarela.
Síguele la pista
Lo último