Matt Dillon. “Las cosas se pueden ir a pique si comienzas a censurar a la gente”

Con motivo del estreno de 'La Isla Perdida', de Fernando Trueba, hablamos con el actor sobre su carrera, el arte de salir asumir riesgos y para qué negarlo, acerca de cómo es posible que tenga 60 años. Punto. Sorry, not sorry.

Matt Dillon en Mallorca
Matt Dillon en Mallorca / Gtres

Cuando Fernando Trueba escribió ‘La Isla Perdida’, tenía claro que el protagonista masculino tenía que ser un actor atractivo que al mismo tiempo, pudiera resultar en algún momento inquietante. Necesitaba también que tuviera la edad suficiente para que su pasado estuviera compuesto de numerosas y complejas capas, y por eso tuvo claro que Matt Dillon era el actor perfecto. Dos décadas antes se conocieron al coincidir en un mismo restaurante, y fue por eso por lo que fue posible poder contar con un icono del cine que de la mano de Francis Ford Coppola, se convirtió en los años 80 en uno de esos rompecorazones de la gran pantalla que ahora parecen ser creados de fábrica, pero que antes eran excepciones.

Quedamos con este James Dean 3.0 en Atlàntida Mallorca Film Fest, donde presenta la película de Trueba, y pese al jet lag, y por más que el respeto (¿o es pudor?) que impone hablar con una figura que ya forma parte de la historia del cine, compruebo que ese lado inquietante que Trueba asegura que tiene no nos acompaña a lo largo de la entrevista. “Es cierto que en más de una ocasión he interpretado a personajes que tienen un pasado algo oscuro, pero es porque me gusta tratar personajes que tengan un pasado completo. Sí, la historia de la trama es esencial, pero me gusta trabajar con ese pasado, especialmente cuando no es evidente. En esta película, el pasado se termina por convertir en el presente”, explica. “Tengo un amigo que es profesor de guión y siempre les dice a sus alumnos que han de trabajar en ese background, porque es el que termina por contar la historia de los personajes”, añade.

Matt Dillon posa en Atlàntida Mallorca Film Fest

Matt Dillon posa en Atlàntida Mallorca Film Fest

/ Marita Alonso / Atlàntida Mallorca Film Fest

Comparte cartel con Aida Folch, con quien hay una evidente química en la pantalla… ¿Puede alguien fingir tener química o incluso el mejor actor del mundo sería incapaz de hacer al espectador pensar que dos personajes tienen una gran conexión cuando en realidad, ocurre lo contrario? “Aida es una gran actriz, y resulta un placer poder trabajar con alguien talentoso. Entre nuestros personajes hay una gran conexión, pero es ella quien al comienzo va a por él, mientras que por su parte, él quiere mantener a todo el mundo alejado por ese oscuro pasado que tiene y del que intenta huir. A su vez, ella también intenta huir del suyo, aunque por supuesto, es menos extremo. Su intento de alejarse es complicado precisamente por esa conexión que existe. Él quiere agarrarse de una forma casi desesperada a un amor que hacía tiempo que no sentía por alguien, y creo que eso es algo muy humano y universal. No puedes juzgar a tus personajes”, explica. “Hay un elemento que aparece en la película a medida que avanza la trama y que hace que emerja otra parte de él, que alude a esa otra parte de su vida que quiere mantener alejada de todos. Por eso se ha ido a una isla griega tan remota, una islita a la que los turistas van para comer y que después, dejan. Ha estado aislado y cuando aparece ella, aunque intenta evitarlo, se enamora y no puede resistirlo”, asegura Dillon al hablar de su personaje, que tiene un restaurante al que Folch acude para trabajar. Por más que al comienzo la película bien podría ser una comedia romántica pausada en la que la comida y la conexión entre sus protagonistas reinan, termina por tomar una senda hitchcockiana.

Le confieso que el día anterior, al comentarle a un amigo que le iba a entrevistar y que realmente, estaba espectacular (lo siento: no podía no decírselo), mi amigo respondió: “Es que, si no estás bien a los 40…”. Por eso, cuando le dije que tenía 60, se quedó de piedra. “Intento no fijarme en los números ni en la edad, pero supongo que es genial que parezca que tengo 40 años… ¿no? Eso se lo tengo que agradecer a mi madre, porque mi padre siempre ha parecido mayor mientras que ella, siempre ha estado joven. Supongo que nadie quiere envejecer, porque todos queremos tener esta vitalidad… Cuando veo una película, no pienso: “Un momento, ¿cuántos años tienen?”. Últimamente, la sociedad se ha obsesionado con poner etiquetas, algo de lo que antes huíamos. Me parece frustrante. Creo que tendríamos que ser capaces de expresar nuestra visión con libertad, porque estoy en contra de cualquier censura. Las cosas se pueden ir a pique si comienzas a censurar a la gente y a los periodistas. En mi país no estoy de acuerdo con muchas de las cosas políticas que están ocurriendo… Pero la otra opción es que de repente, comencemos a meter a la gente en la cárcel. No me gustan los grupos de gente por esos motivos, me interesan las personas de forma individual”, dice.

Matt Dillon , Aida Folch y Fernando Trueba en Atlàntida Mallorca Film Fest

Matt Dillon , Aida Folch y Fernando Trueba en Atlàntida Mallorca Film Fest

/ Marita Alonso / Atlàntida Mallorca Film Fest

Cuando alguien tiene una carrera tan dilatada, pudiera parecer que es casi obligatorio que el periodista de turno le pida que valore su andadura, pero no es algo que le preocupe. “Como actor, eres responsable del resultado de la película. Si tienes la suerte de poder trabajar con grandes cineastas y grandes actores, es algo maravilloso. Resumir mi carrera es complicado… Por ejemplo, acabo de dar vida a Marlon Brando en una película sobre Maria Schneider. Aunque sabía que era algo arriesgado, no podía resistirme a hacerlo. Sí, tuve dudas sobre si tenía que hacerlo o no, pero al final me sentí bien al respecto, porque se trata de mi interpretación. Me gusta tomar riesgos y salir de la zona de confort”, dice Dillon sobre su papel en ‘Maria’, una película dirigida por Jessica Palud que pretende dar voz a Schneider, cuya carrera y vida quedaron marcadas por la inolvidable escena de ‘El Ultimo Tango en París’ en la que Brandon emplea en una relación sexual mantequilla, una escena que años después, la actriz aseguró se trató de una violación. “Su historia es muy importante, y realmente me tocó saber más sobre el tema. Lo que me ha sorprendido es que la directora no ha hecho que se convierta en una lección política. Es la historia de una tragedia. Su vida lógicamente no es sólo lo que le pasó en esa película, tenía muchos problemas. Era muy joven”, asegura.

“La gente además no es a veces consciente de que Marlon Brando cambió la forma en la que los actores actuamos. Él siempre ha tenido un impacto fuerte en mí. Yo soy actor de método, y de joven admiraba a actores como Brando, Montgomery Clift y James Dean, porque trabajaban desde dentro”, explica. En más de una ocasión ha señalado que le gusta aprender de cada proyecto y de cada director, y ese fue el motivo por el que trabajó con Lars Von Trier hace cuatro años en ‘La casa de Jack’. ¿Qué ha aprendido ahora de Fernando Trueba? “Quería trabajar con él para disponer de una experiencia de la que aprender. Es genial poder descubrir cosas con el paso del tiempo, y Fernando es un narrador de historias increíble. Realmente sabe lo que quiere y ve cosas que quizás tú no estás viendo. Siempre es una buena señal que un cineasta cuente una historia de forma tan buena, que logre que mantengas ahí la atención. Nos conocimos hace 20 años y volvimos a conectar tiempo después. Hablamos de la posibilidad de trabajar juntos y me mandó el guión”.

Matt Dillon, Aida Folch y Fernando Trueba en Atlàntida Mallorca Film Fest

Matt Dillon, Aida Folch y Fernando Trueba en Atlàntida Mallorca Film Fest

/ Marita Alonso / Atlàntida Mallorca Film Fest

El ritmo de ‘La Isla Perdida’ es pausado, y en un mundo enemigo de las pausas y enamorado de los inputs constantes, resulta una anomalía ver un largometraje en el que no hay prisas. “No creo que la gente se aburra porque una película sea lenta, sino porque se confunde, y eso es lo que le aburre… No creo que aburrirse sea necesariamente algo malo. Sé que es contradictorio decir algo así, pero fíjate en Lars von Trier. Sus películas nunca aburren, por lentas que sean”, dice para terminar.

A continuación, tiene que atender a una entrevista televisiva, algo que no le apetece en absoluto. “No me gusta nada hacer tele”, dice antes de abandonar la sala. Es entonces cuando el jet lag regresa a la habitación y le coge de la mano. El actor se toca el pelo y la frente con fuerza para intentar despejarse y se va. No hace falta ser mitómana para no poder pensar que es Matt Dillon, el mismísimo Matt Dillon, el que se ha ido... Pero yo no puedo culpar al jet lag por haberme quedado mirando a la puerta algo shockeada.

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