La noche que Madrid no quiso decir adiós a Paul McCartney tras 3 horas de concierto en honor a Los Beatles
Paul McCartney deleitó a miles de personas que acudieron a su concierto en Madrid, para repetir esta misma noche con otras tantas.
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Madrid vivió ayer una de esas noches que cuesta olvidar. Solo unos pocos podrán decir "yo estuve ahí" cuando se hable del que ya es el mítico concierto de Paul McCartney en España. A sus 82 años ofreció a 15.600 espectadores un concierto de casi tres horas que quedará en la mente de todos los allí presentes. Salió al escenario, puño en alto a modo de saludo, cantando Can't Buy Me Love de Los Beatles y, a partir de ese momento, el concierto se convirtió en una suerte de tributo al grupo que le tendió el puente hacia el sueño de su vida.
El de Liverpool, consciente de que los temas de Los Beatles son auténticos patrimonios, hizo temblar un WiZink Center abarrotado de nostálgicos, de gentes venidas de todas partes de España y del mundo entero, de personas con la misma experiencia que él o incluso más, jóvenes que se han criado escuchando la música de sus padres y padres que descubren a sus hijos un mundo nuevo. "Venimos de Polonia", nos decía un asistente que estaría cerca de la edad de McCartney y que había podido disfrutar del grupo hace 30 años.
No es una cuestión de generaciones, sino de comprender que la música no tiene edad. Anoche no importaba si tenías 20 o 70 años, lo único que importaba era que estábamos todos allí para una cosa: vivir una experiencia única que, probablemente, no vuelva a repetirse. Bajo este pretexto, Paul enlazó unas canciones con otras, llegando a interpretar hasta 23 clásicos de los que compuso con sus compañeros y amigos, los difuntos John Lennon y George Harrison, y Ringo Starr.
El bis más largo del mundo
Del mismo modo que saltaba entre canciones, lo hacía de un instrumento a otro. Tocó la guitarra acústica, la eléctrica y el piano para acompañar una voz que parece no envejecer junto a él y que sigue sonando casi igual que cuando grabó aquellas canciones como Let It Be, que hicieron saltar las lágrimas de más de uno de los asistentes -incluida una servidora-; así como Hey Jude, que podría haberse alargado con el mítico "na-na-na-na" del estribillo hasta el infinito y más allá.
Después de temas prestados y propios, llegó el momento del bis, que duró prácticamente la mitad del concierto. Se tomó unos minutos para tomar aire, y volvió al escenario con tres banderas, la de España, la de Reino Unido y la del colectivo LGTBIQ+. Si ya había sido emocionante la primera parte, todavía quedaban algunas notas para rematar, entre ellas, la aparición virtual de John Lennon, cuya imagen en la grabación de la azotea de Apple en 1969 apareció en la pantalla de atrás, creando un dueto perfecto para entonar I've Got a Feeling.
Algún discurso leído en un español que si bien no era perfecto se entendía a la perfección y temazos como Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band o Helter Skelter sirvieron para concluir la noche. Aunque todavía quedaban las tres últimas de Abbey Road, coronándose como uno de los mejores músicos que ha dado la historia con The End y un "Hasta la próxima" que apenas se oía entre los "no" del público, que no ha querido despedirlo por si eso significaba no volver a escuchar en directo al rey del rock -con perdón de Elvis Presley-.
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