Cómo la naturaleza puede enseñarnos a entender nuestras propias emociones

¿Y si tomamos a la naturaleza como nuestra maestra vital? Te demostramos como, desde la observación natural, puedes llegar a entenderte a ti misma.

La naturaleza como maestra de vida
La naturaleza como maestra de vida / Istock

La naturaleza, en su esplendor y simplicidad, tiene mucho que enseñarnos sobre nuestras propias emociones y el arte de vivir. El mundo natural puede enseñarnos a entrenar la paciencia o a cómo enfrentar un cambio y una pérdida. Puede llegar a ser una buena maestra de mindfulness. Sólo hay que observar, ese acto que hoy resulta tan difícil de prácticar en mitad de un mundo caótico.

Sobre la paciencia y la inactividad

En nuestro mundo actual, donde la prisa y la gratificación instantánea son la norma, la naturaleza es capaz de recordarnos que NO HAY PRISA. La paciencia es un arte que hemos olvidado. Si observamos en el mundo natural, cada ser sigue sus propios ciclos de germinación, crecimiento, producción y descanso. Ciclos que nos recuerdan que nosotros también necesitamos tiempo para que nuestras ideas germinen, para crecer como adultos responsables y para descansar como forma de rejuvenecimiento vital.

Los neurocientíficos han descubierto que, cuando nos detenemos y permitimos que nuestra mente divague, es cuando ocurre el pensamiento creativo e intuitivo. Es decir, en lugar de apretar nuestro día con cientos de actividades, tomémonos el tiempo para no hacer nada y dejar que nuestra mente explore qué sucede. Este descanso mental puede llevarnos a mejores ideas y soluciones.

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La naturaleza es la mejor maestra para la paciencia

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La importancia de mantener la “mente de principiante”

Practicar mindfulness en la naturaleza puede ayudarnos a recuperar nuestra mente de principiante. No significa que abandones tus ideas ya formadas, sino de que abordes el mundo con más apertura y curiosidad. Como si volvieras a ser un niño. 

La naturaleza nos invita a observar y escuchar sin necesidad de entenderlo todo o tener la razón. Al caminar por un parque, o un espacio verde abierto, reduciendo la velocidad podemos prestar atención a los detalles que nos rodean. Esta práctica nos ayuda a salir de nuestra rutina automática y a crear nuevos caminos neuronales en el cerebro, facilitando una mente más abierta y receptiva.

La observación de la naturaleza puede ayudarnos con nuestras emociones

La observación de la naturaleza puede ayudarnos con nuestras emociones

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Es necesario desconectarse

La tecnología nos ha arrastrado lejos del mundo natural y, a pesar de todas sus ventajas, nos mantiene sobreestimulados todo el tiempo. Nos ha creado URGENCIA por estar conectados. E irremediablemente, esto nos ha causado una extrema fatiga mental y ha puesto a prueba a nuestra concentración. La teoría de la restauración de la atención sugiere que pasar tiempo en la naturaleza, incluso sólo unos minutos, puede ayudarnos a dar un descanso a nuestra mente y a mejorar nuestra capacidad para pensar de manera creativa.

La fascinación suave que sentimos al observar la naturaleza nos permite que nuestra mente divague y reflexione, contrastando con la fascinación más dura que experimentamos en un entorno tecnológico.

Enfrentar cambios y pérdidas

La naturaleza también es el mejor ejemplo perfecto de impermanencia. A través de los ciclos de vida, decadencia, muerte y renacimiento, nos enseña que el cambio es una parte natural de la vida. Al observar las estaciones, podemos aprender a aceptar que estamos en constante cambio. La naturaleza nos ayuda a comprender y soltar el control, y a encontrar consuelo en el hecho de que somos parte de algo más grande. 

La naturaleza como ejemplo de impermanencia

La naturaleza como ejemplo de impermanencia

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Comprensión de nuestras emociones

Desconcertantes y aterradoras. Así pueden ser a veces nuestras propias emociones. Sin embargo, apelando de nuevo al mundo natural, podemos encontrar en él meditaciones útiles para comprender nuestros sentimientos. Podemos imaginar nuestras emociones como nubes flotando en el cielo, observándolas sin aferrarnos a ellas. 

Al igual que las olas, las emociones alcanzan su punto máximo y luego disminuyen. Esta perspectiva nos ayuda a manejarlas durante los momentos intensos.

Las emociones negativas van y vienen como las nubes, pero el cielo abierto permanece

Practicar la Gratitud

La gratitud es una práctica que nos hace sentir más felices y conectados. Sin embargo, a menudo olvidamos AGRADECER. La naturaleza puede ayudarnos a encontrar cosas por las que estar agradecidos, como el sol por la mañana, el canto de los pájaros o una lluvia refrescante en pleno agosto. Hay estudios que han demostrado que agradecer a la naturaleza tiene un impacto positivo mayor en nuestro bienestar que llevar un diario de gratitud general. Al abrir nuestros ojos y oídos a la belleza del mundo natural, nunca nos faltarán cosas por las que sentirnos agradecidos. Pruébalo.

La perfección no es natural

Y de ello, el mundo natural, puede enseñarnos bastante. Por ejemplo, una puesta de sol puede ser increíble hoy y estar nublada mañana. Una planta puede prosperar un año y desaparecer al siguiente. 

La vida, como la naturaleza, es impredecible y a menudo, bastante confusa e imperfecta. Los fracasos son parte del proceso y nos llevan a nuevos caminos y descubrimientos. Y aprender a aceptar esa imperfección y a ver los errores como oportunidades es parte de nuestro crecimiento.

Pasar tiempo en la naturaleza nos recuerda que no estamos solos y que todo está interconectado. Cada planta, criatura y organismo tiene su papel en el ecosistema y nosotros los humanos somos solo una parte de todo ese increíble ecosistema. Observar cómo los animales y las plantas colaboran para sobrevivir es una forma de aprendizaje sobre la importancia de la solidaridad y la generosidad. Otra lección más.

Si empezaste leyendo este artículo incrédula, te habrás dado cuenta de que, efectivamente, la naturaleza es una maestra invaluable y no hay mejor guía para comprendernos a nosotros mismos, que su observación. 

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