El matrimonio infantil acaba con el futuro de doce millones de niñas cada año

Save The Children denuncia el matrimonio infantil, una condena que acaba con el futuro de doce millones de niñas cada año, es una forma de violencia sexual y de género contra las mujeres. Dos adolescentes, una de Sierra Leona y otra de Pakistán, nos cuentan su lucha contra esta lacra que se ampara en la tradición.

Matrimonio infantil, el mapa de la vergüenza

En todo el mundo, 650 millones de mujeres fueron casadas cuando eran menores de edad. Cada día 34.500 niñas contraen matrimonio antes de cumplir 18 años en países como Burkina Faso, Sudán del Sur, Yemen o Bangladesh.

/ Patricia Bolaños

Este año, 12,6 millones de niñas contraerán matrimonio cuando aún deberían estar en el colegio. De las 1.100 millones de niñas que existen, más de un 20 % (220 millones) se casará antes de los 18 años, según datos de Save The Children, Amnistía Internacional, Mundo Cooperante y Entreculturas. Estas organizaciones se han unido en la campaña “No quiero”, un lema muy claro para darles voz. El matrimonio infantil supone una condena perpetua que cancela su futuro y las hace dependientes. Una vez casadas, abandonan sus estudios y muchas no tardan en quedar embarazadas cuando su cuerpo aún no está preparado. Según la OMS, dieciséis millones de adolescentes de quince a diecinueve años y un millón de niñas menores de quince años dan a luz cada año, con las complicaciones que conlleva en el embarazo y durante el parto.

«El matrimonio infantil, temprano y forzado, es una forma de violencia sexual y de género contra las mujeres y es una de las violaciones de derechos humanos más frecuentes en el mundo», denuncia Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, que señala que no hay fronteras geográficas, sociales, económicas ni culturales para esta lacra que va de la mano de la pobreza y se ampara en la tradición. «Se usa a las niñas como “moneda de cambio” para eludir a la justicia (y no responder ante actos de agresión sexual, violación o secuestro) o proteger el supuesto honor de un clan», señala Andrés Conde, director de Save The Children España. «La educación es clave», asegura Daniel Villanueva, vicepresidente de Entreculturas: «Las niñas que completan la secundaria son seis veces menos vulnerables al matrimonio», apunta Villanueva. Uno de los principales objetivos de estas ongs es evitar que dejen el colegio o que regresen a él si ya están casadas.

Kadiatu Massaquoi

Kadiatu Massaquoi, 17 años. Sierra Leona. La obligaron a casarse a los 14 porque se había quedado embarazada y hoy tiene dos hijos. Ha vuelto a estudiar en el programa “The Right To Be a Girl”. «Me siento empoderada, tengo confianza en mí misma y soy activista. Otra de las chicas que participa en el taller me ha dicho que de mayor quiere ser como yo. Me sentí muy orgullosa». Además, «mi marido ahora me respeta», afirma.

/ Alberto Saguar

El derecho a ser niña. Kadiatu Massaquoi procede de una pequeña aldea de Sierra Leona, el segundo país más pobre del mundo con la tasa de mortalidad materna más alta del planeta. Cuando tenía 14 años y tras “tontear” unos meses con un chico de 19, quedó embarazada. Hoy, con 17 años, tiene dos bebés, una niña de tres años y un niño de uno. «Yo no quería casarme, quería estudiar, pero mis padres me obligaron. Tuve que dejar la escuela y pensé que mi vida había acabado, que no conseguiría hacer realidad mis sueños», explica con unos ojos que se oscurecen al recordar su pasado. Kadiatu ha venido a Madrid a presentar la campaña “No quiero”. «Para una niña, casarse es una tragedia. No estamos preparadas. Lo único que yo hacía era llorar», confiesa. Hace apenas un año, Kadiatu se apuntó a un taller de Save The Children dentro del programa “The Right To Be a Girl”. Desde entonces, su vida ha dado un giro. «Ahora tengo esperanza. Mi vida ha cambiado completamente», explica con ojos chispeantes. Además, se ha convertido en una activista contra el matrimonio infantil. «A los adultos, les cuento mi historia y les digo que no se confundan, que el matrimonio infantil es malo. Respondo a sus preguntas para que sepan las consecuencias de casar a las niñas. A las menores, les explico lo que supuso para mí y les advierto para que no caigan en esa trampa, les doy todas las herramientas», explica y señala que la mayoría de los matrimonios infantiles ocurren por la pobreza. «Hay familias con ocho o diez hijos y no tienen dinero para darles de comer a todos. Por eso ofrecen a las niñas, para que se casen y tener una boca menos que alimentar. Mi sueño es acabar mi educación y centrarme en ser una defensora de las niñas casadas y evitar nuevos casos».

Hadiqa Bashir

Hadiqa Bashir, 17 años. Pakistán. A los 11 la pidieron en matrimonio pero se negó y creó una asociación para luchar contra esta lacra. «En 2016 fuimos a casa de una niña de 9 años a la que iban a casar. Su madre nos dijo que eran pobres y necesitaban el dinero de la dote, así que le ofrecimos pagar su educación y comida. Lo conseguimos. Pero mi sueño es que todas las niñas del mundo puedan estudiar y tener un futuro independiente», asegura.

/ Alberto Saguar

La Malala del matrimonio infantil. Cuando tenía siete años, Hadiqa Bashir supo que una de sus compañeras de clase ya no volvería al colegio. Se había casado. «Cuando fuimos a verla a su casa, su suegra nos explicó que ya no podía jugar con nosotras porque ahora era una mujer, una adulta», explica Hadiqa, que recuerda que se quedó en shock. A los once años, la propia Hadiqa fue pedida en matrimonio. «Mis padres dijeron que sí porque era una buena propuesta, el hombre, de 35 años, era taxista y tenía dinero», cuenta. Pero ella se rebeló, dijo a sus padres que si seguían sería capaz de denunciarlos. Consiguió que sus padres y su comunidad entendieran su negativa. «Les explicaba todas las consecuencias que tendría en mí, en mi educación, en mi salud, en mi mente y en mi futuro», cuenta. Hoy sigue contando la consecuencias del matrimonio infantil y concienciando. Con 17 años, Hadiqa se ha convertido en activista de discurso claro y apasionado. Creó la organización Girls United for Human Rights para informar y empoderar a otras niñas y a sus padres y madres. En Pakistán un 68 % de las niñas se casan antes de los 16 años. «Se considera una tradición pero hay que acabar con ella», declara. Muchos la comparan con otra famosa pakistaní, Malala Yousafzai. La premio Nobel vivía apenas a 2 km de su casa. «Mi padre es amigo del suyo. Malala es un ejemplo para todo el mundo», admite. «Mi sueño es ser abogada para cambiar las leyes de mi país, quiero ser la voz de las mujeres y las niñas marginadas».

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