Con Inés en París

Feliz con su hijo y en el mejor momento de su vida, la modelo nos invitó a pasar un día en la capital francesa. Descubrimos sus rincones favoritos, cómo se cuida y los secretos de belleza y maquillaje que la mantienen guapa y ¡sin retoques!

Con Inés en París
Con Inés en París

Se siente mejor que nunca y se refleja en su rostro. Está radiante. Llega al Instituto Lancôme a las nueve de la mañana, puntualísima, y luciendo esa generosa sonrisa que la caracteriza. Dice que reírse es un escudo frente a su timidez... También un arma para conseguir sus objetivos: parece de esas mujeres que logra lo que quiere sin perder la sonrisa. Es lista. Derrocha energía, fuma sin parar y bebe un café tras otro. Inés nos confi esa que a pesar de su larga experiencia profesional, las sesiones de fotos la siguen «poniendo de los nervios». «El día anterior me encuentro fatal... hasta que empezamos. Después, ya me relajo. En general, los artistas, los que trabajamos con los sentimientos, somos grandes ansiosos. ¿Inseguridad? En sentido positivo: el día que dejas de sentir respeto por el trabajo estás perdida. Para relajarme, la mejor terapia es el ejercicio físico y reírme a carcajadas.»

Confesaste a WOMAN que habías recurrido a la hipnosis para calmar tu ansiedad. ¿Sigues practicándola?

No, he probado un montón de técnicas de relajación: el yoga, la sofrología... pero todas son demasiado zen para mí. Tengo un temperamento enérgico y, en vez de tranquilizarme, salía histérica. Hacer deporte es lo que mejor me funciona contra el estrés: me machaco en el gimnasio y salgo relajada, con la cabeza nueva.

El cuerpo también lo agradece...

Sin duda, es la fórmula ideal para mejorarlo. Eso sí, no se pueden esperar milagros: necesitas un tiempo. Creo más en la regularidad que en la intensidad. Con un programa adecuado, ves resultados en seis meses. Yo llevo un año muy disciplinada, haciendo ejercicio con un entrenador personal dos o tres días a la semana: en cada sesión combino cardio, abdominales, ‘trabajo’ brazos y culo, los puntos débiles de todas las mujeres... ¡Y me veo mejor que nunca!

¿Estás satisfecha contigo misma?

No me quejo, tengo lo más importante: unos principios sólidos, amigos con los que puedo contar y a mi hijo Diego, que me hace feliz. Antes solo pensaba en mí, ahora él es el primero, el segundo, el tercero... Y yo, la cuarta, aunque estoy encantada. Ha ordenado mi vida y mi mente.

¿Te ha dado estabilidad?

Muchísima. Antes nada me ataba a un sitio, mi casa no estaba en ninguna parte: un día dormía en mi apartamento de Londres –ahora lo he alquilado–, otro en París... ¡Era una locura! Ahora viajo lo menos posible: no me he separado de él más de cinco días seguidos. ¡Lo paso fatal! Me hace tan feliz y le quiero tanto que no deseo perderme nada de su infancia.

Criar sola a un niño es complicado...

Claro, porque tengo toda la responsabilidad, pero Diego es un niño feliz espabilado, simpático, sociable... Este año le han dado el premio a la camaradería en su clase. Me parece una cualidad importantísima.

¿Eres una madre estricta?

Prefiero hacerle pensar a regañarle, aunque a veces no hay más remedio. Tengo un tono de voz grave, que le impone y no necesito hablarle muy alto para demostrarle autoridad.

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