Emma Cline: «Pensar que Harvey Weinstein es el mal en persona es banal, no es tan distinto a nosotros »

La autora californiana que arrasó con su debut “Las chicas”, indaga en la mente de Harvey Weinstein en su recién publicada nouvelle “Harvey”. ¿Puede un monstruo tener un lado humano?

Emma Cline

Retrato de la autora californiana Emma Cline, autora de "Harvey" (Anagrama).

/ Ricky Saiz

Se convirtió en un fenómeno mundial con apenas 27 años. Emma Cline atrajo todas las miradas por su talento y por su juventud cuando en 2016 publicó“Las chicas”, un relato desde el punto de vista de las mujeres que veneraban a Charles Mason. Lo ha vuelto a hacer con su nueva novela “Harvey” (Anagrama)

En apenas cien páginas, Emma Cline indaga en los pensamientos de Weinstein, 24 horas antes de que reciba la sentencia que lo condenará a 23 años de cárcel por agresión sexual. Recluido en la mansión de un amigo, descubrimos a un megalómano convencido de que en América, la gente como él sale impune. Ni siquiera entiende muy bien de qué lo acusan. Mientras va detectando señales cada vez más sospechosas, él prefiere permanecer en el autoengaño y elucubrar sobre la adaptación al cine de “Ruido de fondo”, la novela de su vecino Don DeLillo.

Recién llegada de Nueva York y desde su casa en Los Ángeles -«al menos aquí tengo jardín», dice aliviada por las restricciones de la pandemia-, Emma Cline atiende a la prensa española en una rueda de prensa virtual. De esta conversación, extraemos algunas declaraciones que ayudarán a entender “Harvey”, una novela perturbadora que da que pensar.

El origen del libro:

Yo escribí esta novela a principios del año pasado, cuando Harvey Weinstein todavía no había sido sentenciado. Mucha gente pensó que no iba a salir culpable. Leyendo el periódico, me encontré con un artículo que describía el estado mental de Weinstein en ese momento, antes de la sentencia. En el prólogo explicaban que estaba en casa de un amigo, que estaba mirando mucho Netflix y que se buscaba él mismo en Google. Esos detalles me impactaron porque me parecieron muy humanos y, al mismo tiempo, tristes y patéticos. Mi mente empezó a pensar en un personaje así. Me lo imaginé en una súper casa, preguntándose “¿qué va a pasar conmigo?” y aferrándose a esa idea de que todo saldrá bien. Me gustaba la idea del marco de 24 horas en torno a la historia, el día antes de que se descubra tu destino. Y también el indagar en el personaje: ¿quién es Harvey? Pero es un personaje de ficción, no es exactamente Harvey Weinstein.

Nadie es malo 24 horas:

Solemos pensar en este tipo de personajes como blanco o negro, es lo que tiene sentido en ese momento. Pero yo creo que hay una zona gris que la literatura te permite explorar en un personaje como Harvey Weinstein. De ahí la idea de seguirle todo un día: nadie es malo 24 horas. Hay algo en explorar a un personaje como él durante esas horas, a medida que va aumentando la presión. Todo le ha ido bien durante la vida, un camino de rosas hasta ese momento, y me interesaba mucho ese concepto de autoengaño, ¿durante cuánto tiempo puedes pensar que eres el héroe de la historia? Para mí era divertido habitar un tipo de conciencia como esa, sobre todo después de “Las chicas”, que suponía estar en la mente de una adolescente a merced de su entorno, a menudo hombres. Como escritora, había libertad y poder en el hecho de habitar este personaje tan demente, con esa idea de que es el amo del universo.

¿Estás diciendo que Harvey es una buena persona?

El feed back ha sido muy positivo, aunque algunos me preguntan: ¿estás diciendo que Harvey es una buena persona? ¿estás diciendo que no lo deberían haber sentenciado? ¿estás empatizando con un monstruo? A mí lo que me parece bello y lo que hace que sea ficción es que tienes que considerar estos personajes como una persona de pleno derecho, para la ficción no tiene sentido emitir un juicio respecto al personaje. Además, también hay algo extraño en pensar que la ficción pueda emitir un juicio moral, yo no soy ni juez ni juicio, soy una escritora que escribe sobre seres humanos. Si el punto de partida fuera moral, si mirara despectivamente al personaje, creo que no sería un buen libro, al menos no sería el tipo de escritura que a mí me gusta.

Entonces, ¿tuvo buenos sentimientos hacia Weinstein mientras escribía?

Mi sensación a la hora de escribir un personaje es que si le odias o si crees que es una persona cien por cien mala, no será una historia interesante. Vas a escribir prácticamente un personaje de cómic. Para pasar tanto tiempo en la mente de este personaje, tengo que entenderle como alguien con quien puedes empatizar. Trabajo sentimientos de vergüenza, la sensación de que algo puede salir mal, el aburrimiento, el sentirse irritable... todas estas sensaciones humanas son casi más ilustrativas que en el hecho de pensar en el personaje como bueno o malo. Hay personas que me preguntan si eso trivializa a Weinstein con lo que hizo, pero a mí me parece que lo que lo puede banalizar es pensar que Weinstein es un monstruo, el mal en persona, porque entonces nos permite pensar que es muy distinto de nosotros, que pertenece a otra especie distinta y que, por tanto, no tenemos que preocuparnos porque nosostros estamos en otro planeta. Para mí hay algo mucho más cierto si pensamos que es una persona como yo, a través de esta combinación de circunstancias llegó a hacer daño a todas estas personas. Este punto de vista me resulta en última instancia útil.

Harvey de Emma Cline

Portada de "Harvey" (Anagrama), de Emma Cline.

/ Cortesía Anagrama

En una realidad paralela:

Solo puedo escribir de mi Harvey de ficción, porque si hubiese querido escribir del Harvey real hubiese escrito un ensayo. Pero sí, sus defensas son tan grandes que vive en una realidad paralela y en esa realidad, esas mujeres con las que tuvo esas aventuras, él está convencido de que ellas se prestaban, en su mente seguro que eran ellas las oportunistas. Creo que se justifica porque si no sería intolerable. Si alguien tiene poder, fama y dinero, yo creo que de una forma mucho más efectiva puede vivir en esa realidad paralela y estar absolutamente convencido de que es una buena persona.

La connivencia con el poder:

Me interesaban estas redes de personas que tienen connivencia con el personaje, seguramente hasta el momento en que todo se cae. Sin duda, es algo que he visto sobre todo en Estados Unidos: hay una veneración del dinero, del poder y de la fama. En muchos reportajes del pasado había por ejemplo periodistas que se apartaban de la historia de una manera un tanto perversa. Sin duda, las mujeres tienen esa capacidad de tener esa connivencia con el poder aunque después sean también las víctimas. Lo que me interesa no es la idea de que los hombres son malos y las mujeres son buenas: todos somos complicados.

¿Harvey habrá leído su libro?

Creo que a los narcisistas como Harvey les encanta la atención de cualquier tipo aunque sea negativa, es como oxígeno para ellos, y les gusta. No tengo ni idea de si lo ha leído o no, pero me produce curiosidad saber qué pensaría. Como mujer joven me pareció liberador tener el poder de contar esta historia, especialmente alguien que abusó de mujeres jóvenes. No he conocido directamente a Harvey Weinstein pero sí he conocido versiones de Harvey Weinstein y yo no tenía poder en ese momento. Es satisfactorio lo que te ofrece la ficción, ahí encontré valor y fuerza.

Sobre censurar a artistas que han dicho o hecho cosas cuestionables

Desde mi punto de vista, la ficción no es el lugar desde donde practicar el activismo, no voy a hacer un planteamiento moral. Tengo amigos escritores que se consideran escritores activistas o escritores políticos y lo considero absolutamente legítimo. Yo simplemente no me siento así. Para mí la ficción tiene que ver con las zonas grises y a veces con los puntos negros de nuestras experiencias. Si tuviera que escribir con corrección política o para mostrar que soy una buena persona, para mí sería muy limitante. Creo que hay una tendencia, al menos en Estados Unidos, de que no solo queremos que los artistas sean pilares impecables de la corrección moral y política, sino que incluso queremos que los personajes de ficción actúen de una manera impecable, que nunca tomen malas decisiones ni muestren las partes repugnantes de un ser humano. A mí eso me parece muy extraño, no siento afinidad con ese planteamiento.

¿Cree que sin el #metoo la sentencia de Weinstein hubiera sido diferente?

Mientras yo escribía no tenía idea de lo que iba a pasar con Harvey. En el pasado, alguien como él seguramente no hubiese sido sentenciado. Terminé el libro el día en el que fue sentenciado, lo cual fue muy extraño. Una parte de mí quedó sorprendida de que fuese condenado. Las conversaciones cambiaron mucho a raíz del movimiento #metoo: cosas que se habían tolerado cuatro o cinco años antes, ahora son estigma. La velocidad a la cual cambió la conversación nacional fue impactante para mí. Desde la ficción, me interesa escribir sobre personajes que se sientan enajenados en este nuevo mundo. En mi colección de relatos [se refiere a su libro “Daddy”, que próximamente se publicará en España], hay varios hombres de una cierta generación que miran a su alrededor y se sorprenden de que el mundo haya cambiado tan rápidamente.

¿Al menos te alegraste de la sentencia de Weinstein?

Sí, en ese momento estaba tan metida en este proyecto, medio drogada en la mente de Harvey, que prácticamente no sentí una emoción con respecto a la sentencia. Es conmovedor, alentador y reconfortante saber que hay consecuencias a estas acciones, pero después existe la creencia de que al haber sido condenado, el problema está resuelto, cuando en realidad, lo que él hizo continúa en diversos formatos. La sentencia de Weinstein no resuelve el problema de los abusos de poder entre hombres y mujeres, hay mucho más detrás. Hay mucha gente que sufre abuso de poder, no se limita a estas mujeres famosas; el problema es mucho más profundo que no el de este villano que ha sido sentenciado.

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