Los chicos del tecno
Yon González, Blanca Suárez y Martiño Rivas vuelven a coincidir en televisión siete años después de “El internado”. "Las chicas del cable”, la primera serie española de Netflix, los reúne.

De una serie de misterio a otra... aunque poco nos han desvelado aún sobre “Las chicas del cable”... Es lo que tiene un estreno mundial (la entrevista se realizó antes del 28 de abril, día del estreno mundial de la serie). Lo que sí es seguro es que los tres protagonistas de “El internado” vuelven a trabajar juntos siete años después –solo Blanca y Yon coincidieron ante una cámara de cine (“Perdiendo el norte”, 2015)–. Desde fuera, da la sensación de que han pasado muchos más, tan maduros se les ve ya a estos chicos, rondando la treintena... Pero ellos, reunidos en una misma habitación de hotel, se comportan como si no hubieran salido del plató del Laguna Negra: de hecho, se cambian de ropa como un equipo de fútbol, todos a una y comparten sándwiches y refrescos como buenos amigos. «Bueno, Yon tiene más barba –bromea Martiño– y Blanca tiene más... inteligencia (risas).»
Ahora, en “Las chicas del cable” interpretan a los integrantes de un triángulo amoroso: el jefe, su mejor amigo y la telefonista, en el Madrid de los años 20. Lidia (Blanca) tiene como objetivo cometer un robo en la agencia de telefonía donde trabaja. Si lo consiguiera, no sería la primera vez. Allí se encuentra con Francisco (Yon González), el director de la empresa, que la conoce de algo... A pesar de negarlo, la chica termina reconociendo que se habían visto antes y le promete haber cambiado por completo...

Blanca, encarnas a una mujer misteriosa y fuerte, que no se entrega a ningún hombre, a pesar de vivir en los años 20. ¿Qué te hizo aceptar el papel?
Doy vida a Lidia, un personaje femenino protagonista controvertido, que es una 'rara avis' en el mundo de los guiones... Es una heroína oscura. Yo la comparo con una gata: elegante, silenciosa, arisca, nunca sabes lo que va a hacer ni lo que piensa. ¿Estaremos delante de una auténtica ladrona de guante blanco? ¿Qué oculta mi pasado? En un principio, y por un motivo de peso, no tiene pensado hacer amigas, pero conoce a tres chicas y se vuelven familia. Ellas viven la llegada del teléfono como una liberación: el trabajo las hará independientes. Aparte del guion y de la ilusión que me hacía rodar años 30, acepté el papel porque tenía muchas ganas de trabajar con Bambú –la productora de series como “Velvet”– y con Netflix. Dije sí antes de saber que Yon y Martiño también iban a estar en el proyecto. Es un gusto trabajar con la gente con la que has crecido.

Al ser cada capítulo de 50 minutos, como las series americanas, la trama debe de ser vertiginosa...
Imagínate, pasan cosas todo el rato y la historia avanza y avanza... Además, el día del estreno no estaremos pendientes de la audiencia como otras veces... Es un proyecto sin prisa pero sin pausa, para ganar a gente que quiera vernos. Al igual que el teléfono cambió la forma de comunicarnos en los años 30, Netflix ha cambiado la forma de consumir televisión en todo el mundo.
Yon, ¿cómo ha sido el reencuentro con tus compañeros de serie?
Un placer, la confianza es total. No te cuento con Martiño, con el que compartí casa durante más de un año... Éramos como un matrimonio, nos complementábamos, ¡solo nos faltaba hacer el amor! (risas). Tanto él como Blanca son muy diferentes, pero los dos brillan.
Dime si ves a Martiño muy cambiado...
Martiño es muy mental, muy reflexivo –desde que tenía diez años (risas)–, coherente con sus actos y tiene una energía... la generosidad con la que parte al trabajar es brutal. Desde “El internado” ya era así. Pero sí que es verdad, y Blanca y yo lo hemos hablado, que ahora está mucho más sereno, más relajado. Antes era más tieso, con más nervio y ahora trabaja desde la tranquilidad, en eso sí que ha crecido.

¿Y Blanca?
Aunque es reservada y tímida cuando no la conoces, resulta una tipa muy divertida, en cuanto le das un poco de pie... es muy bromista. Ella no es tan mental ni tan reflexiva, pero tiene una energía corporal delicada, tenue, con una sensibilidad muy potente...
Martiño, ¿cómo la ves tú? Ahora que es una de las actrices más solicitadas de vuestra generación: ha trabajado con Almodóvar, ahora repite y estrena “El bar”, con Álex de la Iglesia (24 marzo)...
Blanca tiene inteligencia a la hora de actuar, conciencia de sí misma y del entorno y es muy funcional, pragmática y eficaz a la hora de cómo aprovechar la cámara, su cuerpo, la luz... Tiene facilidad para optimizar recursos y que eso le ayude a potenciar su interpretación, algo muy interesante y especial. Está más hecha.
¿Y a Yon?
Él nunca se deja nada en casa y me encanta, cuando va a trabajar tiene una capacidad de compromiso y una facilidad para entregarse con una intensidad y devoción al trabajo que he visto en pocos actores.

Chicos, sabéis que la vuelta a la tele supone de nuevo estar de moda y la pérdida de privacidad...
Martiño: Sería muy 'naíf' por nuestra parte querer una cosa sin pensar que no implica la otra, sería hipócrita y frívolo creer que puedes estar en una serie que tiene ese grado de exposición (190 países) y luego exigir anonimato. Implica ciertos sacrificios... Pero hice una serie que no tuvo éxito (“El don de Alba”) y eso es más triste todavía. Cuando nos llegó el éxito tan brutal que supuso “El internado” fue prematuro y nos pilló en fuera de juego... Ahora estoy mucho más tranquilo y a gusto en mi piel. No le tengo miedo a esa falta de privacidad. Es como cuando te pones unos zapatos nuevos, no es algo cómodo, pero te hace ilusión.
Yon: A mí nunca me ha pesado nada, como voy a mi bola...
Blanca: Yo la privacidad la perdí hace tanto tiempo, que ya ni me acuerdo (risas).

¿Y vosotros sois más de los años 20 o del futuro?
Yon: Pues Martiño no sé qué hace en este reportaje (risas). Cuando todos los demás estamos locos con el móvil, él se coge un libro y se va a un rincón... Yo adoro la música tecno... No pincho porque este país es tan absurdo que seguro que todo el mundo me machacaría por ser actor o me compararían con Paquirrín. Y no quiero liarla, que necesito que me sigan contratando porque vivo de esto.
Blanca: ¿Hay vida sin móvil? ¿En serio? Me ha cambiado la existencia. Me he hecho fotos con él hasta en la ducha (risas).
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