Ana Guerra: "La gente espera lo que ya vio en la Academia, nos aceptó así y es un amor muy puro"

La cantante canaria de “Operación Triunfo” presenta su primer libro, “Con una sonrisa” (Planeta), con el objetivo de que nadie se rinda.

Greg Sebastian

Me enfrenté al libro con algo de pereza, sí. Pero pronto me sorprendí al descubrir entre sus páginas y frente a mí a una mujer fuerte, trabajadora, sensible y humilde que lleva años luchando por conseguir hacer realidad su sueño. “AnaWar” ha explotado tras una década de estudios de solfeo, flauta, canto y cinco años pateándose las calles de La Laguna y de Madrid –cuando no trabajaba en El Corte Inglés vendiendo perfumes se presentaba a los castings de todos los musicales de la Gran Vía–, luchando para no quedarse tras un mostrador. A sus 25 años, Ana ha vivido más que muchos y aquí está para ilusionar al que quiera oírla.

Si tuvieras que quedarte con uno de los nueve capítulos de tu libro, ¿con cuál sería?

Con el último, “Gracias”, porque fue divertido, inspirador y emocionante escribirlo yo misma. En realidad, es el único que salió de mi puño, porque los otros fueron transcripciones de conversaciones que tuve con mi editora, aunque luego los corregí y escribí algunas cosas.

Greg Sebastian

¿Por qué es el elegido?

Es el resumen del libro y el que dice lo básico: que no te tomes esta historia como una lección moralista ni como un aprendizaje.

¿Cuál es la lección más importante que has aprendido y de quién?

“Querer es poder”, lema que llevo tatuado en el brazo y sale en la portada del libro. ¡Incluso mi papá se lo tatuó! Él siempre decía: si alguien lo ha hecho antes, tú también puedes. Otra cosa es que quieras... Y la vida –sobre todo, la Academia de “Operación Triunfo”– me lo ha ido demostrando cada día.

Dices que lo has escrito para recordar las cosas vitales... ¿por ejemplo?

Los valores que tengo ahora con 25 años, que no serán los mismos que a los 40: cuidar a las personas de mi entorno, trabajar para vivir y no al contrario. También lo he escrito para no dejar de soñar.

Si volvieras a nacer, ¿cambiarías algo?

No. Eso no significa que no haya cometido errores, pero las decisiones fundamentales las tomé meditadas y creyendo que era lo mejor en ese momento, así que la conciencia no me pesa. Mis errores me han llevado a ser quien soy y me han traído hasta aquí. Lo haría todo igual.

La cantante Ana Guerra presenta su primer libro.

/ Greg Sebastian

¿Quién es Ana Guerra? ¿Es complicado permanecer positiva, libre, traviesa, feminista, sincera?

¡Me encanta lo de traviesa! Eso sí que me define. Muchas veces pienso cómo no se nos ha ido la cabeza a los chicos de “OT”... pero no por el hecho de volvernos estúpidos, sino de escapar, de salir corriendo. Te llega todo tan de repente... Es difícil no perder la esencia, pero tenemos la ventaja de que se nos ha conocido siendo nosotros mismos. Yo no necesito caretas: me puedo mostrar aquí libre contigo y sobre un escenario. La gente espera lo que ya vio en la Academia, nos aceptó así y es un amor muy puro. Eso sí, debes rodearte de gente que te trate igual y vigile por ti.

¿Qué hace que mantengas los pies en el suelo?

Tener al lado a mi familia y a mis amigos. De momento, no me han dado ningún toque. Ellos saben que tienen la libertad de darme un collejón cuando me haga falta, ya se lo dije a Noemí Galera. A veces fallo, pero es que estoy aprendiendo y me dejan que me dé cuenta sola.

Has trabajado como vendedora de perfumes, ¿eres buena en belleza?

Cuando me senté por primera vez delante de mi jefa, no tenía ni idea... pero en El Corte Inglés, me hice una experta (risas). Me escapaba al stand de Nars para probar todos los productos... Lourdes, mi jefa, me apoyó a muerte cuando le pedí cuatro días para ir a la final de Barcelona. Me dijo: «No voy a ser la culpable de que no cumplas tu sueño» y me escribía todas las noches para ver cómo me había ido y todas las mañanas para desearme suerte. No lo olvidaré en la vida. No lo hubiera logrado sin su apoyo, porque no podía arriesgarme a perder el trabajo y no pagar facturas.

¿Y pones en práctica lo que aprendiste?

No me suelo maquillar mucho... pero acabo de darme cuenta de que me he olvidado de mi cuerpo, mi bienestar, mi mente, mi estabilidad, mi físico... caí porque en una entrevista me preguntaron qué hacia para cuidarme... ¡Nada! Ahora estoy practicando deporte, yendo al fisio, haciendo terapia para sobrevivir en la vorágine de vida que llevo, me acabo de hacer una limpieza de cutis, empiezo a usar crema...

Pues tienes una genética muy buena...

¡Sí! Es algo familiar. Me han hecho un estudio y tengo la edad genética de una niña de doce años. Y eso que llevo seis años sin hacer deporte por una lesión. Ahora estoy con Pilates, yoga, algo de zumba y luego tengo una entrenadora personal que vigila que no me lesione... ¡qué irrespetuoso sería suspender un concierto por una lesión!

Eres muy activa en Twitter, donde pones todo lo que piensas, ¿eso no te ha traído problemas?

No me asustan los problemas. Siempre que hables con respeto, siguiendo tus principios... la gente sabe lo que pienso y no me tengo que esconder. No le doy mucha importancia a lo que se dice de mí, así que me entero de una cuarta parte (risas). Así no me cohíbo, ¿verdad?

¿No te lo piensas dos veces antes de escribir?

Soy visceral, pero como lo soy con respeto y con unos principios que considero chachis, no le doy más vueltas. Sí intento que se entienda el tono y que no haya faltas de ortografía.

¿Te sigues sintiendo perdida fuera de “OT”?

Ya no. Cuando salí, a pesar de estar muy acompañada, me sentía sola y desprotegida, quería volver. Se creó un vínculo tan fuerte, los echaba tanto de menos... Y se hacía todo cuesta arriba, cosas tan tontas como responder a los medios y posar en un photocall... Recuerdo que en el primero vi a la actriz Vanesa Romero y le copié tal cual las posturas que puso: que ella se tocaba el anillo... ¡pues yo también!

Greg Sebastian

Entonces, tras salir de la Academia de Terrassa, no hiciste terapia, ¿por qué la empezaste ahora?

Tuve que trabajar personalmente para hacerme muy fuerte y necesitaba demostrarme a mí misma que era capaz de conseguirlo. Fue una terapia de choque: el mundo es así, asúmelo, colócate y ahora que estoy ubicada, ya soy capaz de contar cómo me siento. Por ejemplo, una cosa que no soy capaz de solucionar: mi cabeza es una radio encendida continuamente, con música todo el rato, con canciones de todo tipo. Antes no me pasaba y quiero controlarlo. A la hora de dormir, me cuesta conciliar el sueño.

Hemos visto las letras de tus canciones en las pancartas del 8-M, ¿eso es un subidón?

Ni Aitana ni yo lo esperábamos. Y empezamos a abrazar la causa feminista y a pisar fuerte en un escenario cuando salimos de la Academia, cuando vimos lo en serio que se había tomado la gente una canción como “Lo malo”. Pensamos: «¡Guau, esto no se puede cantar de cualquier manera!», hay que hacerlo conforme al mensaje... y eso fue tocar el cielo de la música. Cuando traspasa fronteras y mueve algo en la gente más allá de los pies... es lo más.

¿El amor es tan importante en tu vida? ¿Si se interpusiera entre familia y música, qué harías?

La familia, siempre. Eso lo tengo claro. Pero el amor es tan importante... y está en muchas cosas: como el cariño de la gente, en este libro... yo he llorado encima de esas páginas, sobre todo cuando mi papá me pasó su prólogo.

¿Compones tus propias canciones?

Antes, no: ni “Lo malo”, ni “Ni la hora”, ni “El remedio” están compuestas por mí, pero me animaron a hacerlo para que sonaran más mías y las del resto de mi primer disco, “Reflexión” (Universal Music, 2019), sí que las compuse yo. Son nueve temas, nueve capítulos en mi libro... me da suerte ese número. Soy una persona muy supersticiosa.

¿Te animarías a volver al musical?

Me encantaría probar, sí, porque me gusta caracterizarme y contar las historias de otras personas. Al poco de llegar a Madrid pude participar como elenco en el musical “Evita”, cantando coros y haciendo papeles menores. Debutar en alguno cantando y bailando me haría la mujer más feliz.

¿Y te animarías con la interpretación?

No me considero formada... hombre, un cameo sí podría ser, pero para algo grande no me ha llegado aún el momento.

Hablando de libros, ¿lees mucho?

Me encanta leer, pero llevo una época que o no tengo tiempo o estoy agotada. En cuanto tengo un minuto libre, me pongo a limpiar el mail. Siempre hay trabajo pendiente... el otro día que fui a Murcia, estuve las ocho horas de viaje con la corrección del libro. Cuando llevas tu propia carrera y diriges tu futuro sientes que cualquier cosa que dejes sin hacer significa un paso atrás. Es una presión brutal: 24 horas, siete días dándole a la cabeza.