¿Zara dejará de forrarse a costa de los millennials y la generación Z? Algo está cambiando en el mundo de la moda (y no solo por la pandemia)
La moda de segunda mano y la de reventa de lujo se abre paso entre las mujeres de entre los 20 y los 40 años.
Más de tres meses en casa a consecuencia de la pandemia por el Coronavirus. Nos hemos leído los libros que teníamos pendientes, hemos probado recetas que hasta el momento ni nos hubiéramos imaginado cocinando e incluso hay quien ha visto en este momento una posibilidad de negocio, como la infinidad de firmas españolas, como es el caso de Cherubina o Fernando Claro, que han pasado de ser firmas que diseñan y confeccionan vestidos de invitada y novias para reinventarse como marcas punteras en la comercialización de mascarillas. Pero también ha supuesto un gran cambio en la forma de consumir moda: compramos menos (y la prueba está en que en abril varias firmas 'low cost' como Zara o Massimo Dutti ya había rebajado parte de sus colecciones de primavera-verano para liberar 'stock') y todas las compras se hicieron por Internet.
Las prioridades, de la noche a la mañana, cambiaron y nos tuvimos que adaptar a la pandemia, pero también nos sirvió para reflexionar. “Este período de gran agitación y cambios rápidos ha acelerado los movimientos en la industria de la moda, especialmente en cuanto a la sensibilidad sobre sostenibilidad. Según una encuesta de consumidores realizada por BCG durante la crisis, el 20% de estos consideró que las marcas que eran ambientalmente sostenibles eran significativamente más atractivas”, reza el informe The Smart Side of Fashion, publicado por Vestiaire Collective, la plataforma de compraventa de lujo más conocida de Internet.
Son precisamente los 'millennials' y la generación Z los más interesados en la moda sostenible y tiendas de segunda mano. Y gracias a ellos se abre hueco en generaciones más maduras. “El perfil de clienta de Desupadreydesumadre es desde chica universitaria a señora más madura amante del vintage que busca tesoros y prendas de mayor duración y especial. El núcleo más duro de edad es de los 25 a los 35 años, madres jóvenes y trabajadoras que buscan una selección especial y sostenible y no tienen tiempo a ir de compras”, nos cuenta Cristina Pato, abogada de profesión que abrió casi por casualidad el perfil de Instagram de @desupadreydesupadre, a través del que vende ropa de segunda mano desde hace más de 2 años. Algo en lo que también coincide Rocío Pérez Sosa, que creó primero el perfil de Instagram @mimeraki_vintage para vender piezas únicas y ropa de marca 'vintage' y luego se lanzó con una tienda online. “El perfil de las chicas es de entre 25 y 40 años, un segmento muy amplio. Hay algunas que incluso han convertido a sus madres en clientas y se han hecho Instagram solo para poder comprar”, confiesa satisfecha Rocío Pérez.
Comprar 'vintage' para comprar mejor
En un momento en el que las tendencias pasan de moda en cuestión de semanas (a veces es cosa de días), la pandemia nos hizo frenar y recapacitar. En el caso de Zara, como buque insignia de Inditex, renueva stock dos veces a la semana, algo con lo que los pequeños comercios y firmas con menos recursos no pueden competir. “El panorama ha experimentado una serie de cambios fundamentales en los últimos años, que ha sometido a la industria minorista a una gran presión para responder, impulsando a las empresas a ser cada vez más innovadoras y flexibles en su forma de funcionar”, apunta Fanny Moizant, cofundadora y Vicepresidenta de Vestiaire Collective.
Dounia Wone, directora de Sostenibilidad e Inclusión de Vestiaire Collective, considera que la clave para el cambio está en “educar sobre la sostenibilidad para que las decisiones que tomen sean las mejores y las más responsables. Comprar menos, pero comprar mejor; optar por moda de segunda mano en lugar de 'fast fashion'; y escoger marcas sostenibles cuando se tenga que adquirir un producto nuevo. Porque el mejor residuo es el que no se genera”.
Un cambio que viene, además, de lejos, aunque la pandemia le haya acabado de dar el impulso que las firmas de segunda mano esperan que sea el definitivo. “Llevábamos un tiempo saturados y con ganas de cambiar cosas. En los últimos años la ropa de segunda mano ha pasado de ser algo mal visto por algunos a todo lo contrario, a que se considere un valor añadido. Es algo muy positivo para el mercado, para el planeta y para la cantidad de ropa en perfecto estado que ha sido desechada y tiene opción a una nueva vida. La pandemia ha confirmado la necesidad de este cambio en la moda y en el interior de las personas”, reflexiona Cristina Pato.
La sed constante de novedad nos ha llevado, en palabras de Fanny Moizant, a “eliminar el valor de la moda y estar más centrados en comprar lo que se lleva que en lugar de valorar las prendas que ya tenemos o invertir en piezas de calidad que puedan resistir el paso del tiempo”. Eso sí, la forma de renovar stock de @desupadreydesupadre y @mimeraki tienen mucho que ver, aunque en menor escala, con cómo lo hacen las firmas de fast fashion. Cristina Pato renueva el género todas las semanas “porque es la manera de encontrar más ‘joyas’” y Rocío Pérez compra a menudo y ahora consigue sus prendas exclusivas a través de videollamadas con proveedores, adaptándose así a la nueva normalidad.
Ser sostenibles para ser exclusivos
Otra de las ventajas de la reventa es la exclusividad. A menudo en tiendas como @desupadreydesumadre, @mimeraki o, ya en un nivel lujo en Vestiarie Collective, se pueden encontrar piezas hechas a mano, muy especiales y que jamás veríamos en una de las firmas 'fast fashion' que triunfan en Instagram y que generan ese ansia continua de compra y renovación. Pero hoy no basta con ir a la moda, marcar la diferencia juega un papel muy importante. “El 'fast fashion' fue una revolución porque cambió la moda y la hizo accesible a todos los públicos. Hoy, sin embargo, buscamos algo diferente, sobre todo el consumidor más joven, que a pesar de estar muy influenciado y querer verse aceptada en la sociedad o en su círculo, busca destacar y ir diferente a los demás”, relatan desde Mimeraki. “A nadie le gusta salir un día y ver que cinco personas más llevan la misma blusa que tú, y hoy en día es muy difícil, a no ser que te hagas tu propia ropa, apuestes por pequeñas marcas o vistas 'vintage'. Eso sí, creo que seguirá existiendo el fast 'fashion'”, añaden. Es más, como apostilla Cristina, “en un armario se puede combinar lo antiguo con las prendas renovadas y que la opciones de ir guapa mejoren”.
El futuro, de momento, es incierto. “Deben hacerse numerosos ajustes políticos, medioambientales y económicos a corto, medio y largo plazo para volver a encarrilarnos. En este contexto, la gente busca una vía de escape, un momento de ligereza, un lujo personal o un estímulo: no hay duda que con la moda podrán encontrar lo que necesitan”, rematan en el informe The Smart Side of Fashion, publicado por Vestiaire Collective.
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