Rosa fucsia, naranja neón y verde lima. ¿Cómo de sostenibles son los colores de moda?

En torno al 70 por ciento de los tintes que emplea la industria textil son tóxicos. El uso de tejidos sostenibles se extiende, y ahora toca que darles el color del momento también lo sea. 

Ecoalf

Blanca Padilla vestida con su segunda cápsula junto a Ecoalf.

 

/ ©Tomas de la Fuente

El ejercicio colorista de las colecciones esta temporada viene con buenas intenciones y un efecto dopamínico. Pero lo optimista del pantone tiene un lado oscuro: para conseguir esos tonos tan sugerentes la industria textil consume 215 billones de litros de agua al año y hasta 1,3 millones de toneladas de colorantes y pigmentos –en su mayoría sintéticos derivados de fuentes petroquímicas– de las que unas 200 mil toneladas acaban en ríos y demás vias fluviales. Tanto que, se calcula, en torno al 20 por ciento de la polución de las aguas la causa el sector de la moda.

"Hay una broma en China que dice que, si quieres saber cuál será el tono de moda, solo tienes que mirar el color de los ríos en China", dice Orsola de Castro, cofundadora de Fashion Revolution, en el documental RiverBlue –el testimonio de un viaje fluvial conservacionista Mark Angelo durante tres años alrededor del mundo que se estrenó en 2017 e hizo saltar las alarmas sobre un tema convenientemente ignorado hasta entonces–.

Stella McCartney Recycrom

Camisa vaquera de Stella McCartney coloreada con Recycrom.

 

/ D.R.

El asunto (al fin) se está encauzando. El 67% de los consumidores tienen en cuenta lo sostenible del tejido a la hora de comprar una prenda, y sellos como GOTS y BCI están a la orden del día. Pero si esa camiseta confeccionada con materiales certificados se ha teñido después con químicos y sustancias nocivas ha pasado a ser la cuestión ahora.

Del triplete de cápsulas que Net-a-Porter ha lanzado con Goldsign, Citizens of Humanity y Agolde –las tres coloreadas con tintes naturales– a la última entrega de Anti-do-to, autodefinida como firma de post-streetwear activista. De nombre Earthbound, "está hecha en Italia con materiales como algodón orgánico con certificado GOTS y reciclado con el estándar GRS. Pero lo que hace especial esta colección es la técnica de tintado, que utiliza pigmentos minerales obtenidos de la tierra, testados y aprobados por el porgrama ZDHC", dicen sus creadores.

Tintes sostenibles

De izquierda a derecha: la cápsula que Net-a-Porter ha lanzado con Goldsign, Citizens of Humanity y Agolde –las tres coloreadas con tintes naturales–; la última entrega de Anti-do-to, una irma que se autodefinide como post-streetwear activista; y la línea de sastrería de Pangaia, con tratamiento vegetal. 

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"No tendría sentido esforzarnos en conseguir materiales sostenibles, reciclados u orgánicos si luego no nos ocupásemos de que todos los procesos para convertir esas fibras en hilo, en tejido y en prenda no fuesen también responsables", nos dice Carla Blázquez, directora de sostenibilidad de Ecoalf. El año pasado la enseña hizo una colaboración con la modelo Blanca Padilla en la que usaron tintes naturales y este año el dueto repite con una nueva entrega en la que los colores tienen nombres tan sugerentes como sus orígenes. De Sand, hecho con nueces, y Air, obtenido de cáscaras de granada, a Bright Sunset y Summer Glow, que salen de la mezcla de minerales como lapislázuli, hematita y cinabrio. "Los tintes que estamos usando no solo provienen de fuentes naturales, sino que lo que se utiliza en la mayoría de los casos, especialmente los que tienen origen en los productos de alimentación, son los residuos que se generan", señala Blázquez.

Ecoalf

La modelo lanca Padilla vestida con su segunda cápsula junto a Ecoalf.

 

/ D.R.

No son los únicos buscando alternativas en la despensa. Conocido en el mundillo como el rey del color, Archroma –que lleva 130 años dedicándose a la producción de químicos y colorantes y de un tiempo a esta parte tiene el foco puesto en la sostenibilidad– lanzó en 2014 EarthColors, una serie de tintes fabricados a partir de residuos vegetales no comestibles de la industria alimentaria.

Es lo que se llama un tinte biosintético, que, frente a los naturales, que no ofrecen un resultado uniforme y suelen desvanecerse con el tiempo, se adhiere mejor a las fibras. Pangaia es fan. También G-Star Raw y Esprit. Pero el colofón vino cuando, el verano pasado, Primark lanzó una cápsula con ellos. "El tipo de marcas con los que trabajábamos al principio eran nicho. Ahora nos estamos acercando a las grandes cadenas", dice Nuria Estape, directora de marketing del gigante suizo.

Levi's Fresh

Los tintes de la colección Fresh de Levi's tiene como mínimo un 50% de contenido vegetal o mineral. Las fuentes: plantas que no están en peligro o amenazadas –como el extracto de raíz de rubia y el índigo natural–,  subproductos agrícolas –como desechos de alimentos–, y de minerales como arcillas, carbonatos y óxidos naturales.

/ D.R.

Entre su extensa lista de clientes está también Levi's, que acaba de lanzar Fresh, una colección en la que buena parte de los tintes se han obtenido de minerales y plantas, subproductos agrícolas y desechos de alimentos. A lo que han sumado técnicas que ahorran agua a la hora de transferir el color a la prenda, como la ósmosis inversa y el teñido ultrasónico. Todo a golpe de I+D. "La innovación es lo que no permite transformar los procesos, avanzar y generar cambios", defiende Blázquez.

Más allá han llegado Stella McCartney con Recycrom – unos polvos para tintura realizados por completo con desechos textiles, ideados por la química italiana Officina+39– y Pangaia con Colorifix –un sistema basado en los procsos biológicos que se vale de microorganismos para transferir el color y se estrenó en 2021 con H&M y su Innovation Colour Story–. Y luego está Samsøe Samsøe, que lleva un tiempo experimentando con colorantes de origen vegetal, pero entre tanto han dado con otra fórmula que, partiendo de una pequeña cápsula ocasional, se ha postulado como una solución ha desarrollar en sus próximas colecciones: no usar tintes y dejar el algodón en su estado natural. Así se ahorran 80 litros de agua por cada kilo de ropa que producen, dicen desde la enseña.

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