Raasta

Raasta tiene su sede en España pero el corazón en la India. La empresa, creada por Kavita Parmar, acaba de cumplir cinco años estrenando fábrica propia.

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En hindi, Raasta significa “camino”, que es lo que ha recorrido Kavita Parmar hasta hacer realidad su sueño. La aventura empieza en 2001, cuando la diseñadora, recién llegada a Madrid, se presentó con una maleta repleta de prendas en la prestigiosa tienda Ekseption. Sus propuestas gustaron tanto que, en apenas cinco años, ha logrado introducir su firma en varios puntos de España, comercializarla en otros diez países, y además, ampliar miras: tiene una colección de mujer, otra masculina y una de fiesta llamada Suzie Wong.

Aunque Kavita acaba de cumplir 33 años, ha dedicado a la moda gran parte de su vida. Y es que su historia parece un culebrón bollywoodiense. Nacida en Punjab, en una familia pudiente, fue educada de forma liberal, pero al cumplir dieciséis años su padre la sorprendió con un matrimonio concertado. Ella se marchó de casa, y para sobrevivir diseñó para fábricas que colaboraban con firmas extranjeras. De allí le surgieron trabajos en EEUU, Londres y Francia, donde, con diecinueve años, montó su propia empresa. En 1994 regresó a la India y conoció a Íñigo, un ingeniero español con el que se casó. Juntos acabaron lanzando la marca india Oshkosh B’gosh. En 2000 vendieron sus 14 tiendas y se instalaron en España. Por entonces, Kavita estaba embarazada pero ni así se quedó quieta: Raasta también debía nacer.

Respeto por la tradición

Últimamente, a Kavita se han sumado Laura González Soto y Andrés Gallardo, pareja creativa de la desaparecida Lola Mento, con quienes comparte una visión similar de la moda y la vida. Esta complicidad es necesaria. «Cada temporada hacemos juntos un viaje de varios meses, para inspirarnos. Luego vamos a la India y de allí traemos diseñadas las primeras muestras.» La elección de su país natal como centro creativo no responde a criterios económicos: «Actualmente la India está relacionada con el textil barato, pero nosotros queremos recuperar la calidad.» Por eso encargan la confección de los tejidos con materias primas naturales o recurren a técnicas de bordado ancestrales.

¿Su último paso? Montar una fábrica en Delhi. «Somos jóvenes y aún queda mucho por hacer, aunque la esperanza de llegar es más bonita que el hecho en sí», sentencia Kavita.

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