Auriculares, las razones para aislarse del mundo son diversas

La vida sin ruidos. Ese sería el resumen de lo que buscan los que pasan el día, por una razón u otra, enganchados a sus auriculares. Unos para escuchar su música, otros para no distraerse en el trabajo, algunos para dormir toda la noche o para no aburrirse mientras hacen ejercicio… las razones para aislarse del mundo son diversas. Los hay que se compran hasta tres auriculares para poder cubrir todos sus niveles de silencio.

Chica con airpods en Milán

Chica con auriculares en Milán.

/ Szymon Brzoska

Cuando en los centros de trabajo empezaron a caer los tabiques que separaban los despachos y cubículos y se impusieron las oficinas diáfanas con mucha menos intimidad empezó a aumentar el uso de auriculares. ¿Quién quiere escuchar la conversación del compañero de mesa con su madre?

Auriculares Panasonic HTX80
Auriculares Panasonic HTX80 / Juliane Herrmann

Los primeros auriculares no eran capaces de cancelar totalmente el ruido pero al menos te permitían escoger tu banda sonora durante la jornada laboral. Las viviendas menguantes que nos obligan a compartir los poquísimos metros cuadrados que tenemos on nuestra pareja también favorecen el uso de esos pequeños artilugios que sirven para oir solo lo que quieres oir, y sobre todo, para ignorar todo lo que prefieras ignorar.

Por unas cosas u otras pasamos cada vez más tiempo con los oídos taponados a lo que pasa en el mundo exterior. Porque hasta dormimos con los cascos puestos gracias a la tecnología de cancelación de ruido que nos permite dormir como bebés pase lo que pase a nuestro alrededor.

Lo que podría parecer una ventaja de la tecnología empieza a preocupar a algunos expertos que básicamente creen que estamos renunciando a usar uno de nuestros cinco sentidos, el oído, cuuya función es orientarnos por el mundo. Pero tampoco es nada nuevo. En 1981 cuando más de la mitad de la población se colgó a un walkman y se aficionó a cubrir sus oídos con unos cascos de espuma de goma escribía The New York Times: “Algunos ven el creciente movimiento de los auriculares como un hábito socialmente alienante, destructivo para las relaciones sociales y califican a quienes lo practican como personas elitistas, ansiosas por marcar estatus”. Han pasado casi cuarenta años y algo parecido se podría decir hoy de los que exhiben sus Airpods como un trofeo.

Pero para los millenials, amantes de su privacidad, llevar constantemente sus auriculares es una bendición. Acostumbrados a convivir en espacios pequeños, a vivir en ciudades ruidosas y a trabajar en espacios diáfanos agradecen protegerse del ruido exterior, o al menos ser un poco más selectivo con lo que se quiere escuchar. Para el resto están los auriculares y el silencio.

Esta selectividad auditiva es una de las grandes tendencias del mundo moderno, cuya tecnología te permite estar conectado todo el tiempo … hasta que decides cacelar todo tipo de vínculo con el mundo y volver a tu burbuja de silencio o de música. En cualquier caso a escuchar solo lo que quieres oir. El resto de los ruidos queda convenientemente cancelado.

Quizás sea muy pronto para saber con certeza cuánto puede afectar al oído someterlo a esa terapia selectiva de sonidos. Está claro que no parece favorecer demasiado la vida social, pero si usas los auriculares para escuchar música o ver series a un volumen muy alto los oídos podrían envejecer prematuramente. Algunos expertos acuñaron el término “generación sorda o generación MP3” para calificar a los jóvenes que a principios de los 2000 abusaron de unos auriculares más pequeños que se adaptaban mejor a la anatomía de la oreja, y que ya no eran de espuma de goma, por lo que el sonido entraba directamente al oído y podía lesionarlo con más rápidez y mayor gravedad. El síndrome del oido cansado que antes solía aparecer a partir de los 60 años ha empezado a debutar a los 40 por el uso excesivo de auriculares. Por eso la OMS recomienda que no se escuche música a más de 65 decibelios, pero si vas por la calle los ruidos del ambiente te obligarán a subir el volumen a 85 o 90 decibelios para poder aislarte del mundo con tu música.

En esas circunstancias parecería una gran idea que te cancelaran, tecnología mediante, todos los ruidos de coches que no te dejan escuchar en condiciones óptimas un concierto. Pero claro, si vas por la calle también te conviene usar el oído para lo que ha sido creado, percibir los peligros de la realidad que te circunda. Con unos auriculares a tiempo completo te conviertes oficialmente en una persona con una discapacidad. Quizás convenga dejar estos auriculares tan sofisticados para viajar en avión o para cuando no tengas nada más que hacer que escuchar música o para cuando tu vecino tenga una obra interminable en su casa. Para el resto de la vida es mejor que se cuele un poco de ruido … por lo que pueda pasar. Literalmente.

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